Actualmente, ante el envejecimiento de la población y el avance de la medicina, es posible actuar sobre males a los que son más propensas las personas de mayor edad, con el objetivo fundamental de mejorar su calidad de vida. Esto ocurre con una dolencia diagnosticada con el término genérico de gonalgia, enfermedad degenerativa que afecta la integridad de los cartílagos, los huesos y las partes blandas de los márgenes de la articulación; y que se caracteriza por dolor, limitación de los movimientos, crujidos o crepitaciones, y prevalece en las mujeres.
La obesidad es un factor agresivo debido a que el sobrepeso obliga a la articulación a soportar una mayor carga corporal. Además esta es muy vulnerable a los traumatismos y a las deformidades como son, por ejemplo, las rodillas muy abiertas entre sí (en varo), las muy unidas (en valgo), con gran separación de los tobillos.
Cuando el paciente se encuentra parado, se ven mejor estas deficiencias y los pies aparentemente se hacen planos lo que aumenta los dolores articulares.
La gonalgia u osteoartritis generalmente se observa a partir de los 50 años, y con el incremento de la expectativa de vida en nuestro país es posible un aumento de su incidencia.
En el mundo desarrollado una de cada seis personas sufre la enfermedad, y en Cuba -según estudios del Instituto de Higiene y Epidemiología- entre los padecimientos más frecuentes de la población, la segunda causa es el dolor reumático, asociado a esta afección. Sin embargo, pacientes que presentan esta enfermedad no experimentan síntomas dolorosos, mientras otros, que tienen artrosis, se quejan de molestias ocasionadas por lesiones de los meniscos, de los cartílagos o de la membrana sinovial, y por lesiones de la rótula.
Si bien la causa de osteoartritis aún no es conocida, sus factores desencadenantes pueden ser los microtraumas repetitivos y el sobreuso articular.
La afección constituye la causa más frecuente de sufrimiento crónico, y es un motivo importante de consulta médica y de ausencia al trabajo.
Los pacientes de la tercera edad con la sintomatología crónica pueden ser seleccionados para el tratamiento quirúrgico por artroscopía.
Sobre los 75 años, el 80% de la población está afectada por los cambios degenerativos en la rodilla. En la actualidad no existe una cura conocida para la osteoartritis (OT). El tratamiento va dirigido a reducir el dolor, mantener o mejorar la movilidad, actuar sobre las deformidades, limitar la discapacidad funcional, compensar el equilibrio muscular de uno o de ambos miembros inferiores -por ser la rodilla una articulación intermedia que afecta a la cadera y a los pies-, la compensación psicológica y la reincorporación a su trabajo habitual.
Aunque los medicamentos desempeñan un papel importante en el tratamiento del dolor -los analgésicos y antinflamatorios ayudan en los momentos agudos de la enfermedad- debe evitarse su uso prolongado y tener en cuenta las reacciones adversas de algunos de ellos sobre otros órganos y sistemas.
No hay fármacos en esta etapa del desarrollo científico que modifiquen las anormalidades bioquímicas y estructurales de la enfermedad. Los condroprotectores o drogas modificadoras se hallan aún en experimentación.
A diario nos encontramos con personas cuyo grado de afectación no requiere cirugía y no son remitidos a rehabilitación, y todo su tratamiento consiste en la mayoría de los casos en utilizar medicamentos antinflamatorios y en la restricción de la movilidad del paciente, que generalmente no lo acepta o si lo hace es de mala gana.
Cuando debido al peso corporal se sufre de esta enfermedad, se recomienda bajar de peso y el reposo constituye una indicación importante sobre todo cuando además del dolor hay inflamación.
Pero perder peso corporal se hace difícil a pesar de llevar una dieta limitada, por el hecho de que la persona no gasta las calorías que consumió; de ahí que se le programe una actividad física activa sobre las partes de su cuerpo no comprometida por la OT, que permita disminuir el sobrepeso. Todo ello debe ser apoyado por una dieta saludable y mantener activos los músculos y los diferentes aparatos -cardiovascular, respiratorio, renal, etc. -, principalmente en el adulto mayor.
En el miembro que tiene la rodilla afectada se pueden hacer ejercicios (isométricos) programados que no produzcan dolores ni incrementen la inflamación, acompañados de masajes con hielo, para evitar la disminución de volumen de la masa muscular, pérdida de fuerza y circulación de la sangre. Se previene así la creación de un círculo dado por dolor e impotencia muscular y viceversa, que agravaría los procesos degenerativos en la rodilla, con repercusión en la cadera y los pies.
En los servicios de fisioterapia, dirigidos por médicos especializados en rehabilitación, se aplican tratamientos utilizando técnicas como láser terapéutico, magnetoterapia, electroterapia, etc., ejercicios pasivos y otros activos asistidos, e indicarán correctores para las deformidades de la rodilla y los pies.
Artículo originalmente publicado el 22 de diciembre de 2008