Otra vez en riesgo está la serranía del Escambray villaclareño. Se espera que las aguas de Elsa inunden el Valle de Jibacoa, y que la cuenca de Agabama sobrepase los límites concebidos en su geografía.
Vuelven los pobladores de las comunidades Arroyo Bermejo, La Herradura, Pico Blanco, El Negrito, Jibacoa, Hanabanilla… a verse al borde del milagro. La experiencia acumulada durante décadas de soportar lluvias y vientos en esa temporada del año, no los deja dormirse en los laureles ni confiarse.
Ellos saben que cuando en la montaña llueve con intensidad los ríos suben su caudal de una manera indescriptible y bajan con la fuerza de un torrente hasta el llano, el sumidero se embotella, el agua llega hasta la copa de los árboles y serán entonces semanas de inundación.
Ante el capricho de la naturaleza los hombres se empinan y comienza una lucha ajetreada contra el tiempo: Se inicia el resguardo del tabaco, la recogida urgente del café y el resto de los cultivos sembrados a pleno sol y con el sudor de meses, pero no importa; para ellos este ritual es una rutina que dicen saber sortear; por eso apuntalan los techos, cuidan las pertenencias, saben hacia donde ir y que llevar.
Saben cuidarse ante huracanes y tormentas y esta vez doblemente porque están además impactados por el complejo panorama epidemiológico que vive este municipio, uno de los más afectados por la COVID-19 en Villa Clara.
Así andan hoy los pobladores de este intrincado lugar del maciso montañoso Guamuhaya.
Y también aseguran que serán cuidados porque hasta ese paraje llega siempre, y en esta ocasión sucede igual, una brigada médica especial que no baja de la loma hasta que las aguas hayan aminorado, que los insumos para la subsistencia arriban por cualquier vía: botes, mulos, carretas… que todos estarán a buen resguardo y siempre acompañados.
Manicaragua, ese municipio inmenso, de verde intenso, de paisaje espectacular y ensoñador se tornará por algunas horas gris y en extremo húmedo, podrá quedar retorcido y herido su entorno, pero sus gentes volverán a saltar entuertos y levantarse.
Elsa, ese fenómeno meteorológico con nombre dulce de mujer, en pocos días se convertirá en historia… y los pobladores de esta serranía, desde el empuje de la recuperación, harán la suya propia, signada por el espíritu de vencedores de «obstáculos y dificultades», que siempre han demostrado.