Un estudio científico recientemente concluido ha constatado un alarmante aumento en la emisión de los gases de efecto invernadero (GEI), cuya concentración en la atmósfera ocasiona el creciente cambio climático que trastorna la vida en la Tierra.
La emisión global de los GEI registró un incremento del 11 % entre los años 2010 y 2018, de acuerdo con la investigación realizada por la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), situada en Sidney, Australia, y un equipo integrado por 29 especialistas procedentes de todos los continentes.
Al propio tiempo, en el 2018 se produjeron más GEI que en cualquier año anterior, a pesar de la reducción en la emisión de los nocivos gases registrada en más de 20 países desde el año 2000, según el estudio, publicado esta semana en la revista especializada Environmental Research Letters.
Vale apuntar aquí que esta indagación científica contribuirá a documentar el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, de las Naciones Unidas), cuya publicación está prevista para inicios del año 2022.
Durante la ejecución de su trabajo, los expertos examinaron los últimos datos de emisiones disponibles a nivel mundial para la década anterior al 2018 en 10 regiones del mundo, y compararon qué sectores de cada una eran responsables de las cifras superiores y cuáles de ellas mostraron el mayor crecimiento.
Los investigadores dividieron los sectores en cinco grupos principales: energía, industria, edificios, transporte y uso del suelo, y se centraron en las tendencias en estos sectores y sus componentes subyacentes, como la generación de electricidad, el transporte por carretera o las emisiones de ganado.
También priorizaron factores generales como el crecimiento económico, el crecimiento de la población, la eficiencia energética y la intensidad de los GEI de las diferentes actividades humanas; y calcularon la medida en que cada factor impactaba en cada sector y región del mundo.
“Lo principal que encontramos es que en casi todos los lugares donde miramos, y en casi todos los sectores, las emisiones de gases de efecto invernadero siguieron aumentando, hasta el comienzo de la COVID-19, cuando tuvimos las emisiones de gases de efecto invernadero más altas que jamás hayamos tenido”, afirma el autor principal del estudio, doctor William Lamb.
“Solo unos pocos sectores vieron una tendencia a la baja significativa, como el sector energético en Europa”, añade el Dr. Lamb, perteneciente al Instituto de Investigación Mercator de Berlín sobre Bienes Comunes Globales y Cambio Climático.
“Por el contrario, la generación de energía a base de carbón, que daña el clima, aumentó en Asia. Y las emisiones en los sectores del transporte y la construcción aumentaron en casi todas las regiones del mundo; esto se debió en parte a que la gente de los países ricos viaja cada vez más y ocupa más y más, más espacio habitable”, agregó Lamb.
El estudio también encontró que la actividad mundial de viajes de carga creció un 68 % en las últimas dos décadas, mientras que el mayor emisor de GEI fue en general el sector industrial. Esta última área añadió el equivalente a 20,1 gigatoneladas de GEI en todo el mundo en el 2018, que representó el 35 % de las emisiones totales de ese año y un 14 % más que en el 2010.
La agricultura y los sistemas energéticos continúan representando una parte sustancial del total de emisiones de los gases de efecto invernadero, añade el reporte.
Asimismo, el estudio señala que los movimientos hacia el empleo de las energías renovables registradas en el período analizado no lograron influir en el incremento de los GEI.
Aunque los golpes proporcionados por la pandemia de la COVID-19 a la economía mundial pueden haber provocado una disminución temporal en la emisión de los GEI en el planeta, los expertos pronostican que la posterior recuperación económica traerá consigo un regreso a la anterior trayectoria ascendente de la producción de gases de efecto invernadero.
No sin fundamentos el profesor Tommy Wiedmann, de la Escuela de Ingeniería Civil y Ambiental de la UNSW y uno de los científicos a cargo de la indagación, formula una severa advertencia:
“…Sí, hemos desacelerado un poco el crecimiento de las emisiones en comparación con la década anterior a 2010, pero si queremos cumplir el objetivo del Acuerdo de París para el 2050, entonces tendremos que reducir las emisiones más rápido”.
(Con información de El Nuevo Siglo, Europa Press y Prensa Latina)