El impacto del cambio climático en la Tierra y en sus habitantes ya está siendo devastador, pero «lo peor está por llegar»; el trastorno medioambiental transformará drásticamente la vida en nuestro planeta, incluso si los humanos logramos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del nocivo fenómeno.
Así se afirma en el borrador de un informe de 4 mil páginas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, de Naciones Unidas), reporte considerado entre los más extensos acerca del impacto del trastorno medioambiental en la naturaleza y la humanidad, y sobre el cual reportó esta semana la AFP, agencia que tuvo acceso a las 137 páginas donde se resume el texto original.
De acuerdo con este documento, los fenómenos meteorológicos extremos refuerzan su frecuencia e intensidad, y para el año 2050 se pronostica que 2 mil 500 millones de personas más se vean afectadas por los riesgos vinculados al clima, como olas de calor, inundaciones o daños en la agricultura, particularmente relacionados con las sequías.
La producción de los principales cultivos ya se redujo entre un 4 % y un 10 % en los últimos diez años, y las plantaciones de especies muy demandantes de agua podrían disminuir entre un quinto y un tercio para mediados de siglo; la pesca también reducirá sus capturas, que podrían disminuir de un 40 % a un 70 % en las zonas tropicales de África, todo lo cual incrementaría el número de personas necesitadas de asistencia alimentaria por tragedias relacionadas con el clima.
Si la temperatura aumenta entre 1,5 y 2 grados Celsius (ºC), mil 700 millones de personas más se verán expuestas a fuerte calor; 420 millones a calor extremo y 65 millones a olas de calor excepcionales cada cinco años. El desplazamiento de mosquitos transmisores de enfermedades (dengue, fiebre amarilla, Zika…) a nuevas zonas geográficas podría amenazar a la mitad de la humanidad para el 2050.
Las catástrofes naturales han provocado el desplazamiento de unos 12,8 millones de personas desde el 2008; para el 2050, entre 31 y 143 millones de habitantes de África subsahariana, el sureste asiático y América Latina serían desplazadas dentro de sus países debido a la escasez de agua, la presión sobre la agricultura y la subida del nivel del mar. En Europa, las inundaciones costeras podrían multiplicarse al menos por 10, incluso si se adoptaran fuertes precauciones.
Muchos ecosistemas terrestres, marinos, costeros o de agua dulce ya están «cerca» de los límites que les permiten adaptarse, o «los han superado», se apunta en el texto. Los bosques, tropicales o boreales, han sido perjudicados particularmente por la aridez y los incendios a causa del aumento de las temperaturas; la Amazonía podría incluso transformarse parcialmente en sabana, privando al mundo de un pozo de carbono indispensable para frenar el calentamiento global.
Otra amenaza lo representa el permafrost, pues contiene volúmenes inmensos de metano, un GEI muy potente. Si la temperatura aumenta 2 ºC, el 15 % de este suelo permanentemente helado podría deshacerse, expulsando gases y agravando el cambio climático.
La extinción de especies animales y vegetales sería mil veces más rápida que a mediados del siglo XIX (aunque no únicamente debido al cambio climático). Si la temperatura media aumentara entre 2 y 3 ºC, hasta un 54 % de las especies terrestres y marinas podrían estar en peligro de desaparecer para finales de este siglo; y con un alza de 1,5 ºC, entre el 70 y el 90 % de los arrecifes de coral estaría en peligro.
El cambio climático podría, además, obligar a algunas especies a desplazarse centenares de kilómetros, al modificar su hábitat natural.
La economía es también otra víctima del cambio climático. Los ciclones, las sequías o las inundaciones socavan el crecimiento económico, tanto a corto plazo como hasta diez años después, sobre todo en países pobres. Pese a que se adopten medidas de adaptación (diques, drenaje…), los costos relacionados con las inundaciones podrían multiplicarse por 10 para el 2050, hasta los 60 mil millones de dólares al año, solo en las mayores 136 ciudades costeras del orbe.
Si la temperatura planetaria aumentara 4 ºC, un escenario catastrófico, el PIB mundial podría perder entre un 10 % y un 23 % respecto al de un mundo sin calentamiento global; pero limitar esa alza a solo 1,5 ºC, permitiría que el PIB per cápita en la mayoría de los países de África creciera un 5 % para el 2050, y hasta un 20 % para el 2100.
Especialmente amenazadas se encuentran las infraestructuras industriales sobre todo en los puertos, frente al alza del nivel del mar, así como un 40 % de las centrales nucleares en áreas litorales.
Aunque las medidas de adaptación requerirán sumas colosales, sus costos se incrementarán con la dilación de la inacción. Por ejemplo, en África tales costos podrían aumentar decenas de miles de millones al año si el incremento de la temperatura supera los 2 ºC.
Ante tan sombrío futuro, sentencian los autores del estudio, solo un «enfoque transformacional» de nuestros modos de vida y de consumo podría frenar el motor del cambio climático, alimentado por el «consumo excesivo y la explotación abusiva de los recursos naturales».
El informe, que debe ser aprobado por los 195 Estados miembros del IPCC, dibuja un panorama mucho más oscuro que el anterior reporte de ese organismo de la ONU, emitido en el 2014. Expertos estiman que su divulgación llegará demasiado tarde, pues sería publicado después de reuniones internacionales claves sobre la problemática medioambiental, como es el caso de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP 26), prevista para el venidero noviembre.
“La vida en la Tierra puede superar un cambio climático de envergadura evolucionando hacia nuevas especies y creando nuevos ecosistemas”, afirman los científicos en su informe, al tiempo que advierten: “pero la humanidad no puede”.
(Con información de páginas web France 24, La Jornada y Página 12)