Alguna vez dije en broma que, en lugar de redes sociales, deberían llamarlas enredos sociales, al referirme a los espacios virtuales en los que ya millones de personas en Cuba comparten con amistades, familiares y otros contactos.
Pensaba, por supuesto, en la parte conflictiva de esas relaciones humanas a través de Internet, mediadas por la computadora o el teléfono celular.
Sin embargo, pongámonos a pensar qué diferente habría sido, y cuánto más difícil, vivir una circunstancia como la pandemia de la Covid-19 sin las facilidades que nos brindan esas tecnologías para la comunicación.
La creciente penetración en el país de la conectividad ha sido sin dudas una fortaleza para estos tiempos que corren. Repasemos cuántas alternativas han surgido en el llamado ciberespacio durante ahorita casi año y medio de emergencia epidemiológica, para suplir de alguna manera la imposibilidad del encuentro físico que nos impuso el nuevo coronavirus.
Festivales, jornadas, conferencias, hasta reuniones, pasaron de sus escenarios habituales a realizarse a través de las redes sociales y el mundo virtual.
Comunidades de apoyo, grupos de ayuda, alternativas para el comercio, son incontables los usos de estos medios que han tomado mayor fuerza entre nuestra ciudadanía en las actuales circunstancias.
Desde localizar una medicina en falta para una urgencia, hasta adoptar una mascota o compartir una receta de cocina, pasando por el entretenimiento, los memes y la distensión que nos ofrece el buen humor, son muchos los gestos de altruismo y las soluciones prácticas a problemas concretos que uno descubre cada día también en esas redes sociales.
Es cierto, no obstante, que no todas las personas tienen acceso a Internet, pero con esa socialización y solidaridad que nos caracteriza, ya es difícil hallar un hogar donde al menos un integrante no posea y trasmita al resto de la familia no conectada esas novedades y oportunidades que brinda ese tipo de interacción a distancia.
Claro, con el uso, también abundan los abusos. Las noticias falsas, los malentendidos y desencuentros, e incluso las estafas o malas acciones, han cobrado no pocas víctimas a lo largo de este aprendizaje forzoso en muchos casos, para el intercambio a través de redes sociales y otros programas de mensajería por la autopista cibernética.
En ese escenario es cada vez más crucial entonces aprovechar lo positivo, así como saber reconocer y defendernos de lo perjudicial o dañino. No hay varitas mágicas para ello, salvo la propia práctica social, la prudencia y la responsabilidad en el empleo de estas vías de comunicación digital.
Como mejor respuesta ante los riesgos y trastadas que generan cierta gente mala, cada individuo o colectividad debería pensar en iniciativas constructivas, mensajes útiles, formas de colaboración interpersonales y grupales para nutrir esas redes sociales con mayores posibilidades de cooperación que nos permita, incluso en el pequeño radio de nuestra comunidad de internautas, facilitarnos la vida, y no entorpecerla o contagiarla de negatividades y conflictos.
Si las usamos con inteligencia y bondad, mucho más en estos tiempos difíciles en que tanto humanismo y desprendimiento hacen falta, las redes sociales no tienen por qué ser, como una vez les dije en broma, enredos sociales.
con la ley en la mano me queje al sindicato ,administracion ,recursos humanos ,MTSS,GEPE y a la prensa trabajadores y caso omiso .No creo que sea asi