Saberse vital para la sociedad ha sido la causa de que Amaury Galera Mendoza asegure hoy, luego de más de 25 años de labor, que del sector eléctrico nunca se irá.
Este camagüeyano, en los años 80, se fue al norte de Camagüey por cuestiones familiares y enseguida se aplatanó en la brigada de operadores de las líneas de 220 kilovoltios de Nuevitas, perteneciente a la unidad empresarial de base Camagüey de la Empresa de Construcciones de la Industria Eléctrica (Ecie).
Allí, creció profesionalmente y en la actualidad lidera el equipo, el cual se encarga de garantizar la transmisión de la electricidad que genera la Termoeléctrica 10 de octubre hacia el Sistema Electroenergético Nacional (SEN).
Cuatro veces, vanguardias
Para Amaury, muchos son los orgullos que atesora tras tantas décadas de entrega profesional, pero, entre las más grandes, preserva la condición de vanguardia nacional, obtenida por su empresa, la UEB Ecie Camagüey, ya por cuarta ocasión.
Y es que, como alega Mario Antonio Vera Licea, director de la Ecie, «gracias a los trabajadores es que somos eficientes, que logramos satisfacer, con excelencia, las demandas del SEN y cumplimos el plan de mantenimiento de líneas en cada ciclo, así como las mejoras de las subestaciones».
La Ecie agramontina tiene tres estaciones de trabajo, las cuales se encargan de mantener 896 estructuras de 220 kilovoltios, que redundan en 386 kilómetros de líneas, la segunda del país con mayor cantidad.
Pero, para cumplir con este cometido muchas son las inventivas que se generan en los colectivos. «Nuestros hombres, añade Vera Licea, siempre buscan alternativas y trabajan intensamente, sin importar la actual situación epidemiológica, por eso no tenemos interrupciones ni afectaciones al cliente».
Según recuerda Amaury, hace años no tienen grandes roturas. Y cuando hace poco una cuchilla se trabó, enseguida se buscó una solución. «Las roturas, acota, influyen negativamente en el trabajo, por lo que los innovadores siempre están dispuestos a hacer maravillas.
«Cuando la cuchilla se detuvo no contábamos con el mecanismo necesario para ponerla en marcha, pero, de inmediato, nos dimos a la tarea de recuperar partes de otras viejas y así no dejar de trabajar. Nosotros somos esenciales y si no trabajamos como un reloj, el país no avanza».
Hoy, la Ecie ya ha cumplido con el mantenimiento de los transformadores y de ello viven orgullosos, pero, de lo que más se vanaglorian es de la bandera de vanguardia y de contar con un colectivo de gente sacrificada e incondicional.