América Latina y el Caribe se ratifica como la región más golpeada en el empleo a causa de la crisis generada por la pandemia de la Covid 19. Así lo confirmó el Director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la región, Vinícius Pinheiro, al presentar el nuevo informe global «Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021».
El informe, dado a conocer al iniciarse la 109 Conferencia Internacional del Trabajo que sesiona desde este lunes de forma virtual y acoge a delegados de 187 Estados Miembros de la OIT, precisa que la tasa de desocupación en nuestra región llega ya al 11,1 por ciento este año y que cerca de 28 millones de personas que trabajan, no ganan lo suficiente para mantenerse junto a sus familias por encima de la línea de la pobreza.
Señala además, que América Latina y el Caribe experimentó la caída más fuerte en la cantidad de horas trabajadas durante 2020 (el equivalente a más de 30 millones de empleos por las salidas de la fuerza de trabajo y por la reducción de horas trabajadas) y aunque en los primeros meses de 2021 la región evidencia una recuperación pues el porcentaje de horas de trabajo perdidas bajó de forma significativa de un 30 por ciento en el segundo trimestre de 2020 – el peor momento de la crisis – a un 11 por ciento, sigue siendo la región más afectada en el mundo.
Según Pinheiro, «para enfrentar el futuro debemos tener en cuenta la situación previa a la pandemia, de crecimiento lento con poco empleo, alta informalidad y una fuerte desigualdad, condiciones preexistentes que limitaron la resistencia y la capacidad de respuesta ante una crisis sin precedentes con efectos devastadores”.
El Director Regional de la OIT recordó también que antes de la pandemia, la región venia curándose de una ola de estallidos sociales e inestabilidad política en muchos países y que en estos momentos el diálogo social es más relevante que nunca para construir consensos, definir estrategias efectivas y que sean implementadas con éxito.
En el informe se alerta sobre la posibilidad de que la recuperación del empleo sea lenta en la región, en especial para el empleo formal, lo que repercutirá en el aumento de la informalidad, sobre lo cual Vinicus Pinheiro exhortó a tomar medidas extraordinarias para reconstruir los mercados laborales para que el empleo esté en el centro de la recuperación económica de los países pues el crecimiento económico sin generación de empleo podría aumentar el descontento social y afectar la afectar la estabilidad política.
«Cabe esperar que a partir del segundo semestre de 2021 se inicie una recuperación paulatina y desigual de la economía mundial, impulsada por los avances en la vacunación y el gasto presupuestario a gran escala. La mayor parte de estos efectos positivos seguirán teniendo un alcance geográfico limitado si no se acuerdan medidas internacionales tanto en la distribución de las vacunas como en las ayudas económicas, incluido el alivio de la deuda», señala el documento.
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Cifras elocuentes» box_color=»#be0c15″ title_color=»#ffffff»]
– La tasa de desocupación regional, que fue de 8,0 por ciento en 2019, subió a 10,3 por ciento en 2020, y llegaría a 11,1 por ciento en 2021; es decir, unas 34 millones de personas estarían buscando un puesto de trabajo sin conseguirlo.
– En 2022, se produciría una baja en la tasa a 8,9 por ciento, aunque se advierte que hay un alto grado de incertidumbre que afecta también las estimaciones de datos.
– Unas 23 millones de personas salieron de la fuerza laboral en el peor momento de 2020, en 2021 han regresado unas 17 millones de personas.
– Se prevé que la recuperación se traduzca en la creación neta de 100 millones de puestos de trabajo este año y otros 80 millones en 2022. Sin embargo, el empleo proyectado para 2021 seguirá siendo más bajo que su nivel previo a la crisis.
– La pobreza laboral aumentó en 2020 en 5 millones de personas, pasando de 23 millones a 28 millones, de los cuales casi 9 millones están en condiciones de pobreza extrema.
– Se calcula que en 2020 se perdió el 8,8 por ciento del total de horas de trabajo, equivalente a las horas trabajadas en un año por 255 millones de trabajadores a tiempo completo.
– Los ingresos del trabajo a nivel mundial, que no abarcan las transferencias y las prestaciones públicas, representaron en 2020: 3,7 billones de dólares de los Estados Unidos (8,3 por ciento) menos de lo que habrían sido sin la pandemia.
– Otros 108 millones de trabajadores son ahora extremada o moderadamente pobres – en relación al 2019 -; es decir, ellos y los miembros de sus familias tienen que vivir con menos de 3,20 dólares al día en términos de paridad de poder adquisitivo.
– Muchos trabajadores que estaban inactivos se incorporarán a la fuerza de trabajo, pero no podrán encontrar empleo, dando lugar a un aumento sostenido y pronunciado del desempleo, que pasará de 187 millones en 2019 a 220 millones en 2020, 220 millones en 2021 y 205 millones en 2022.
– Antes de la crisis de la COVID-19, la tasa de desempleo prevista para 2022 fue del 5,7 por ciento, una cifra que se registró por última vez en 2013.
Estimaciones recogidas en el Informe (a pesar del alto grado de incertidumbre existente).
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Lo que se avecina
El nuevo informe de la OIT que por estos días se discute como parte de la 109 Conferencia Internacional del Trabajo, especifica también que muchas empresas, sobre todo micro y pequeñas empresas, ya han quebrado o se enfrentan a un futuro muy incierto, dadas las consecuencias negativas para su productividad futura y su capacidad de conservar a los trabajadores y que el problema es más acuciante en los sectores de actividad económica más perjudicados por la crisis: servicios de alojamiento y restauración, comercio mayorista y minorista, construcción e industria manufacturera.
De igual forma, refiere las afectaciones a los trabajadores informales quienes se han visto afectados de forma desproporcionada pues «el impacto irregular de la crisis interactúa con el nivel de competencias laborales, lo cual agrava las desigualdades sociales por otra vía más».
La crisis amenaza también con poner en peligro los avances alcanzados en materia de igualdad de género, ya que las mujeres han sufrido muchas más pérdidas de empleo, a la vez que ha aumentado su tiempo de trabajo no remunerado; mientras los jóvenes han sido afectados en un momento crucial de sus vidas, interrumpiendo su transición de la escuela o dela universidad al trabajo. «La COVID-19 ha puesto aún más de relieve la vulnerabilidad de los trabajadores migrantes», asegura.
Se impone entonces – según el estudio de la OIT – adoptar una agenda política integral y concertada y centrada en las personas para:
- Promover un crecimiento económico generalizado y la creación de empleo productivo mediante la inversión en sectores que puedan ser fuente de puestos de trabajo decentes y que favorezcan una transición justa, la igualdad de género y unos mercados laborales dinámicos;
- Apoyar los ingresos de los hogares y las transiciones en el mercado de trabajo, en particular para las personas más perjudicadas por la crisis, por medio de políticas activas del mercado de trabajo, servicios públicos de empleo y servicios de asistencia de alta calidad prestados por el sector público;
- Reforzar las bases institucionales de un crecimiento económico y un desarrollo inclusivos, sostenibles y resilientes, mejorando los sistemas de protección social, promoviendo la formalización y garantizando que todos los trabajadores, independientemente de su situación contractual, gocen de los derechos de libertad sindical y de negociación colectiva, disfruten de unas condiciones de trabajo seguras y saludables, y perciban unos salarios mínimos adecuados y;
- Participar en el diálogo social para elaborar estrategias de recuperación centradas en las personas, así como su aplicación efectiva, fruto del diálogo y la negociación entre los gobiernos y las organizaciones de empleadores y de trabajadores.
El Director Regional de la OIT, Vinicius Pinheiro, lo definiría como cuatro pilares para la recuperación del empleo tras la pandemia: estimular la economía y el empleo; apoyar a empresas, los empleos y los ingresos; proteger a los trabajadores en lugar de trabajo; y buscar soluciones mediante el diálogo social.