Día del Trabajador Jurídico: El pueblo en el estrado

Día del Trabajador Jurídico: El pueblo en el estrado

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¿Torcer tabacos o im­partir justicia desde un tribunal? ¿El overol de operario de maquinarias o la toga reglamentaria para las vistas judiciales? Estas preguntas pudie­ran hacérseles, respectivamente, a Susana Conde Castro y Emilio Bor­jas Serrano si no fuera porque tras intercambiar con ellos se hace evi­dente que les han profesado mucho amor a sus tareas como obreros y a las que adquirieron al ser elegidos, años atrás, como jueces legos de la provincia de Holguín.

Susana, trabajadora del sector tabacalero, y Emilio, jubilado del sector de la construcción, sienten inmenso orgullo por impartir justicia en nombre del pueblo. Foto: Lianne Fonseca Diéguez
Susana, trabajadora del sector tabacalero, y Emilio, jubilado del sector de la construcción, sienten inmenso orgullo por impartir justicia en nombre del pueblo. Foto: Lianne Fonseca Diéguez

En la responsabilidad y pasión que cada uno ha desplegado en am­bas misiones, al igual que otros 759 holguineros, se aprecia la esencia popular y democrática del sistema judicial cubano, que a través de los jueces legos se nutre de una amplia sabiduría social y profesional de gran relevancia a la hora de impar­tir justicia.

De ello da fe Susana Con­de, quien tras más de dos décadas vinculada al Tribunal Provincial Popular de Holguín, afirma que a ella y a sus iguales “se nos escucha siempre a la hora de deliberar un caso. Y cuando emito un criterio se me respeta, porque tenemos los mismos deberes y derechos que un juez profesional.

“Hace 25 años que en mi centro de trabajo, la UEB Feliú Leyva no. 1, donde soy torcedora de tabaco, me eligieron para ser juez lego. Y desde entonces es un gran orgullo. Siem­pre lo he manifestado y lo seguiré haciendo dondequiera que me pare. Para mí el tribunal es mi segundo centro de trabajo. Así lo siento”.

Esta holguinera por adopción, pues nació en Las Tunas, narra que cuando en su plena juventud la escogieron para ser juez lego no tenía toda la idea de lo que ello im­plicaba. “La experiencia se va ob­teniendo poco a poco. Los jueces profesionales nos ayudan mucho. Me seleccionaron y apenas tenía 25 años. Me explicaron, pero hasta que no se llega a la base no se sabe el valor que tiene un juez lego, que es quien le da el carácter popular al tribunal”.

Si bien los jueces legos no están amparados por ningún título en la rama del derecho, ejercen sus fun­ciones en representación del pueblo. En ellos germina un interés genui­no por el conocimiento jurídico que, unido a la experiencia vital obte­nida en distintos ámbitos sociales y laborales, constituye un valioso aporte en la toma de decisiones de un tribunal.

Así lo corrobora Emilio Borjas, por largos años operario A de ma­quinarias-herramientas en la UEB Soluciones Mecánicas de la Cons­trucción Holguín, y aunque ya ju­bilado, no ha dejado de ejercer sus funciones como juez lego del Tribu­nal Municipal Popular de Holguín, sobre todo porque, además de haber sido elegido por seis mandatos con­secutivos, sabe muy bien lo mucho que su tarea “significa socialmente para esta Revolución”.

Tras argumentar que la diná­mica de trabajo de un juez lego se intensifica durante un mes al año, subraya algo muy importante: mientras los jueces profesionales se mantienen mucho tiempo concen­trados en sus puestos de trabajo, los legos “tenemos otras vivencias de nuestros centros laborales y pode­mos dar otros puntos de vista a la hora de realizar un juicio”.

También advierte que “es un honor ser juez lego, por eso he pues­to todo mi empeño para que en cada vista judicial haya un resulta­do positivo. Hay que ser justos, im­parciales y prepararnos, tanto con el Código Penal como con el libro de Procedimiento”, dice.

“Cuando salgo de la sala des­pués de un juicio y nos toca de­liberar, ya voy con una idea de la sanción que se le debe imponer a la persona en cuestión, porque ya he valorado sus condiciones y otros elementos. Además de ese conoci­miento, es elemental que el com­portamiento de un juez lego sea ejemplar, que tenga los valores mo­rales y sociales para hacer un juicio con transparencia”.

Así, con la humildad del pue­blo y su sentido de justicia sobre los hombros, continúan Susana y Emi­lio sus contribuciones al sistema ju­dicial, que como muchos otros obre­ros, estudiantes y profesionales, guiados por el criterio martiano de que solo obedeciendo estrictamente la justicia se honra a la patria.

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