Este domingo concluyó una de las más singulares ediciones de la Feria Internacional Cubadisco. Por el impacto de la pandemia de la COVID-19 las habituales acciones presenciales debieron “mudarse” a los espacios virtuales de Internet o a la programación del canal Clave de la Televisión Cubana. Pero se cumplió un programa intenso, bien articulado, con galas, conciertos, exhibición de documentales y materiales promocionales, presentaciones de discos y —algo importante en la concepción de esta cita— sesiones teóricas, en las que artistas, musicólogos y productores debatieron sobre los desafíos de la industria discográfica cubana y su rol en el entramado cultural de la nación.
Retos sobran. Persisten problemas asociados a la comercialización (a partir de las singularidades del mercado cubano y su proyección en el panorama internacional); los avances en la tecnología plantean actualizaciones; hay que atender jerarquías y proteger expresiones puntuales del acervo nacional… Pero en Cuba se hace muy buena música porque hay excelentes músicos y una extraordinaria tradición. Ese es el tesoro mayor. Y es, también, el sustento de la discografía nacional. No es que la música tenga que ponerse a la altura de una industria. Es que esa industria tiene que estar a la altura de esa música. Sobre todo si se tiene en cuenta que las políticas culturales, sin ignorar la incidencia del mercado, apuestan por la promoción de lo mejor, de lo más auténtico, de lo que consolida una identidad y aporta al concierto universal.
Hay que ser eficientes y competitivos (y los grandes premios del circuito internacional a producciones discográficas cubanas muestran mucho potencial), pero también hay que ser coherentes.
Los premios de esta edición ya son de dominio público. Fue difícil escogerlos, porque en los dos años que se han tomado en cuenta (los años, en buena medida, de la pandemia) no se dejó de hacer buena música. Y buenos discos. Como afirman los organizadores: el mero hecho de ser nominado ya es un gran reconocimiento. Pero un premio siempre será subjetivo, por más merecido que nos parezca. Cubadisco, en todo caso, aspira a algo más: ser la gran vitrina de la música en un país donde ese arte es esencia de nacionalidad. Una reciente etiqueta en las redes los resume: #CubaEsMúsica