Y uno amanece pensando en el hombre de la Edad de Oro, que tanta falta nos hace siempre; por eso pedí prestada esta obra del pintor cubano Ernesto Rancaño para compartirla. Él la nombró «Hoy sobre mi ciudad».
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Y es que Martí debe seguir iluminándonos el camino, enseñándonos que por encima de todo escojamos «la estrella que ilumina y mata», que cuando hay muchos hombres sin decoro hay otros que llevan en sí el decoro de muchos hombres y en esos va la dignidad humana. Para que veamos siempre la luz del sol, más allá de sus manchas y pensemos con todos, en el bien de todos. Para que confiemos cada vez más en los pinos nuevos, y los orientemos, los abracemos y les dejemos también equivocarse.
Martí es de todos y es cada uno de nosotros. Pero no para verlo de pedestal, sino para reencontrarnos cada día en él y para ofrendarle nuestra vida, como a la Patria. Gracias entonces y para siempre, por estar, Maestro.