Considerada como el núcleo fundamental de la sociedad, y el espacio donde se aprenden los valores que nos guían en el decurso de la vida, la familia es el lugar fundamental para enfrentar y afrontar la cotidianidad, lo que también presupone en nuestros días la pandemia de la COVID-19, que desde el pasado año afecta a la humanidad.
A propósito del Día Internacional de la Familia* —cada 15 de mayo— la experta en temas de género, Mayda Álvarez Suárez, directora del Centro de Estudios de la Mujer y la Familia, comentó algunos elementos a propósito de la fecha, la cual busca concientizar acerca de la importancia del entorno familiar, donde se respeten las reglas y normas de la sociedad.
Las familias no pueden ser vistas solo como unidades de convivencia —señaló la especialista— sino son espacios primordiales del tejido social para enfrentar condiciones como la que hoy vivimos. Estas han demostrado una enorme capacidad, resistencia y creatividad en la solución de los más diversos problemas.
“Ellas han demostrado poseer fortalezas en las más variadas y difíciles condiciones. La Revolución ha implementado políticas, programas y acciones para su protección y desarrollo, tales como la educación y la salud universal y gratuita; la atención y seguridad social; el respeto y protección de los derechos de las personas, la niñez y las mujeres. Todo lo cual está refrendado en la Constitución”.
Sobre la situación actual provocada por la pandemia, precisó que los impactos van a ser diferentes, según los tipos de familia y la situación en que se encontraban antes de que esta apareciera.
“Sin lugar a duda, hay que tener presente que esta epidemia causará efectos devastadores en la economía mundial y, por consiguiente, tendrá consecuencias nocivas tanto en la sociedad como en las familias y, de manera particular, en la vida de las mujeres y las niñas”.
Apuntó que algunas familias se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad que otras, dependiendo de factores como las condiciones materiales de vida, el tipo de inserción a la actividad laboral de sus miembros adultos, el monto de sus ingresos, la ubicación territorial, el tipo de estructura familiar y la presencia de varias personas dependientes en el hogar (fundamentalmente ancianos y niños).
Mencionó de manera particular a las familias monoparentales —especialmente las que están conformadas por las madres solas con sus hijos—, las integradas solamente por adultos mayores o por un adulto mayor que vive solo, en su mayoría, una mujer.
“Desde el punto de vista de su funcionamiento encontramos también familias donde existen problemas sociales, desigualdades, abusos, consumo de alcohol o drogas, los cuales obstaculizan el desarrollo personal, grupal y social”.
En este sentido valoró el papel desempeñado durante todos estos años por la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) que ha brindado siempre atención a las familias vulnerables como parte de su labor social, y durante esta etapa ha asumido varias estrategias para el cuidado de estos grupos.
En la implementación de dichas estrategias —agregó— se han priorizado los vulnerables, entiéndase los adultos mayores, las personas con discapacidades, las madres solas con hijos menores, entre otros.
Consideró la etapa actual como una oportunidad para estrechar los lazos familiares. “Quedarnos en casa ha propiciado mayor cooperación, la preocupación de unos por otros, una comunicación interpersonal más franca, abierta y, sobre todo, constructiva, encaminada a solucionar de manera conjunta las dificultades”.
Sin lugar a duda —continuó— se ha potenciado en la sociedad, y a lo interno de las familias, la creatividad, la gestión personal y colectiva en la solución de los problemas, así como ha aumentado la conciencia en relación con el ahorro de los recursos.
Aclaró que en todos estos espacios no ha sido así. “Existen familias en las cuales las funciones no se comparten, las mujeres se sobrecargan aún más y se generan más tensiones y dificultades en las relaciones”.
Explicó que en la actualidad se conoce que muchas de las personas que piden orientación y ayuda mediante la línea telefónica 103, son mujeres en edad productiva, en la etapa de la adultez media y tardía, cuyo reclamo de ayuda preferentemente es el alivio de los estados emocionales desagradables generados por la ruptura del desempeño del rol productivo y su impacto en la esfera afectivo-motivacional.
“El aislamiento social es otro factor y con ello el estancamiento en el proyecto de vida. En esta condición de sobrecarga se les hace muy difícil encontrar estrategias adecuadas para enfrentar los problemas cotidianos.
“Las mujeres madres, esposas, e hijas, son más vulnerables y tienen una mayor probabilidad de recibir violencia de género. Ya se reportan casos de quienes solicitaron ayuda por estar sometidas a algún tipo de violencia”.
La pandemia nos ha mostrado una vez más —aseguró la experta— el daño que provocan los estereotipos de género.
“La Revolución transformó concepciones, representaciones y valoraciones sobre la masculinidad y la feminidad. Sin embargo, siglos de existencia de un sistema patriarcal en el mundo y también en nuestra sociedad continúan marcando algunas de nuestras ideas y modos de comportamiento».
“Desde una cueva prehistórica, seguimos pensando que son las mujeres las únicas responsables de la familia, con los correspondientes daños para su salud física y psíquica; que sobre ellas se puede ejercer violencia con impunidad, como un derecho de la masculinidad, que es un asunto privado en el que nadie puede intervenir».
“Por otra parte, es incierto e injusto pensar que los hombres no son buenos para cuidar a sus hijos e hijas, y realizar tareas domésticas, así como que los bebés no necesitan también de su cercanía. ¡Qué bueno que en estos tiempos muchos de ellos han demostrado que sí saben y pueden cuidar a sus pequeños, a sus familias y a los demás, y que no son menos varoniles porque lloren o demuestren sus emociones y su amor!»
“Estamos en un momento en que la participación de toda la familia, incluyendo por supuesto a los hombres, en las tareas domésticas y de cuidado, resulta fundamental y debe incrementarse. Los padres pueden aprovechar este tiempo —y de hecho lo han hecho— para jugar con los niños, darles de comer, bañarlos, ayudarlos con las teleclases, entre otras actividades. Así descubrirán lo que se pierden como seres humanos cuando no lo hacen”.
Consideró que hoy, en condiciones de pandemia, la función de cuidar y proteger a los miembros de la familia adquiere una mayor importancia y requiere de más tiempo y dedicación, y agregó que en los casos de quienes laboran mediante el teletrabajo o el trabajo a distancia, conciliar tales actividades dentro del hogar requiere aún de mayor esfuerzo.
*La fecha se establece a partir de los años 80, sin embargo, es en 1994 cuando es proclamada como oficial gracias a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde entonces se conmemora para resaltar el valor de la familia a nivel mundial.
[box title=»Según estudios, características de la familia cubana » box_color=»#f5bbb5″ title_color=»#291b1b»]
La familia cubana se caracteriza por haber sufrido profundas transformaciones a lo largo de estos años, tanto en su estructura y composición como en su funcionamiento. Entre sus principales características se encuentran:
- Importante disminución del número promedio de personas en cada núcleo particular (el censo de 2012 fijaba este último en 2,84, cifra inferior en relación con el censo 2002, cuando se contabilizó en 3,16 personas promedio por hogar);
- Cambios en la estructura y composición de los hogares, registrándose aún un predominio de familias nucleares (52, 5%) pero incrementándose otro tipo de núcleos como los “unipersonales” (18,7%) Existen además otros tipos como los extensos (26,5%) y compuestos (2,3%). Se reconoce también la existencia de familias reconstituidas a partir de una nueva pareja e hijos de la anterior, familias constituidas por una pareja del mismo sexo y otras.
- Los cambios en general en la condición y posición de la mujer en la familia han permitido la acentuación de su participación en el mejoramiento de las condiciones de vida familiar y en la educación de sus hijos e hijas
- Aumento de las rupturas conyugales, incremento de los divorcios y separaciones;
- Aumento de familias formadas a partir de uniones consensuales o de hecho.
- Ha aumentado significativamente el número de mujeres que se declaran jefas de hogar, aun estando casadas o unidas. En el censo de 1953 el 14% de los jefes de hogar fueron mujeres, para 1981 esta cifra se duplicó (28%) y en el 2002 ascendió al 40,6 %. Ya en el año 2012 se constató que, del total de personas que ejercían la jefatura del hogar, el 44,9% eran mujeres (ONEI, 2015).
- Incremento de los hogares monoparentales: 23,2% del total de hogares y 40,4% del total con hijos.
- Aumento de las familias con miembros de edad avanzada (4 de cada 10 hogares). Cambios en la condición y posición de los adultos mayores en la vida familiar producto del envejecimiento poblacional y como consecuencia la existencia hoy de familias compuestas por tres y hasta cuatro generaciones;
- Ampliación de las redes de relaciones familiares con: la familia de origen, para los hijos e hijas con sus padres o madres biológicas no convivientes y su nueva familia; con los parientes emigrados y otros vínculos familiares que pudieran ser mencionados.
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