El amor por la Medicina se adueñó de Nadia Popa Serrano desde pequeña. Fue su papá, especialista en Neurocirugía, quien la inspiró a la hora de decidir qué estudiar cuando concluyó el duodécimo grado en el preuniversitario Julio Antonio Mella, en la ciudad de Bayamo, provincia de Granma.
Pequeña, más bien callada, hoy ejerce su profesión como médico en un consultorio del Médico de la Familia, en el reparto Martí, en el municipio capitalino, del Cerro. Según cuenta, no había terminado la carrera cuando se trasladó a La Habana, pues su novio, Reinier Espinosa, se mudó para la capital.
“Nos casamos y finalicé los estudios en la Facultad de Ciencias Médicas Dr. Salvador Allende. Ahora estoy en tercer año de la especialidad de Medicina General Integral (MGI)”, apuntó convencida de que escogió el mejor de los caminos.
Con el nasobuco en el rostro, del cual no se separa y la bata blanca que identifica la profesión, manifestó disfrutar mucho su labor, pero en especial, le gusta el trabajo con los infantes. “Hubiera deseado convertirme en cirujana pediátrica, mas no pudo ser y aún no he decidido qué otra especialidad hacer”, comentó.
Destacó que el trabajo con la comunidad requiere consagración, pues no es solo la jornada diaria; a veces muchas personas tocan a la puerta de su apartamento para hacerle una consulta o incluso, cuando en las tardes, saca a sus perritos a dar una vuelta, también la detienen para interrogarla sobre algún padecimiento. Ella, por supuesto, los atiende.
A raíz de la pandemia, Nadia ha estado en varias ocasiones cumpliendo su deber en Centros de Aislamiento. En ese sentido, expresó que la zona roja es de riesgo, pero siempre que se cumplan las medidas de protección al ciento por ciento, no existen problemas.
Junto a su esposo también ha participado en esa tarea que tanto dignifica al personal de salud cubano. Para ellos, las celebraciones no se pueden ajustar a las fechas, pues muchas veces, los cumpleaños o los Días de los Enamorados o de las Madres, coinciden con las guardias, y entonces tienen que hacer el festejo en otro momento.
Como a tantos cubanos, el distanciamiento con su familia, que radica en la ciudad de Bayamo, es una de las barreras que durante la Covid-19 la joven ha tenido que enfrentar. Las llamadas por teléfono, los mensajes de amor, han sido el puente salvador para la añoranza.
En tanto, desde su misión como Médico de Familia sigue aconsejando a sus vecinos de que la máxima protección, el cuidado de los niños, de los ancianos y de todos, en general, es la mejor arma para enfrentar la pandemia.
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Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.