Eran jóvenes algunos, casi niños otros, pero no pensaron en peligros, ni en miedos que paralizan, se vistieron de adultos, se remangaron la inocencia y fueron a asestarle una gran victoria al enemigo en Playa Girón.
Longino Roca Roca fue uno de los agramontinos que participó en aquellas 72 horas que parecieron una vida entera. Tenía 24 años en aquel abril, pero desde mucho antes se había incorporado al Ejército Rebelde; desde mucho antes había decidido entregar su vida por la causa.
Cuando se supo que por Girón intentaría entrar el enemigo, dice Longino que los reunieron en una unidad en Managua junto con el batallón de tanquistas. Allí esperaron órdenes y partieron hacia la playa, “teníamos que ir para evitar que el enemigo hiciera una base dentro del país.
“Ya en el poblado nos reunimos y veo como Fidel da instrucciones y decide ir montado en un tanque hasta la playa. Le explican que es muy peligroso, pero, como dijo, él debía hacerlo porque era el jefe y como jefe iba a ir al frente.
“Yo como miembro de una de las columnas conformadas por muchachos del Ejército Rebelde iba al lado de los tanques. Llegamos de noche y no se veía nada. Solo cuando amaneció nos percatamos del hueco que había dejado una bomba en aquel pueblito que se había construido hacía poco”.
Cuenta Longino que fueron horas largas, tensas, pero que vio cómo lograron dispersar al enemigo; participó en una de las grandes derrotas al imperialismo yanqui.
Por eso desde casa, ataviado de medallas cargadas de victorias cuenta a las nuevas generaciones sobre aquel espíritu de Girón que todavía habita en él; y afirma, a quien le pregunte, que si “el enemigo intenta hacerlo otra vez recibirá la misma derrota, porque muchos como yo estaremos tranquilos en casa, pero listos para volverlos a vencer”.