Por Enrique Moreno Gimeranez
Conversar con Tubal Páez Hernández resulta una oportunidad única para conocer las experiencias de sucesos de la historia cubana que le tocó vivir. Quien lo escucha atentamente, sabe que tiene ante sí a un revolucionario y a un hombre trabajador, con una vida estrechamente vinculada a la prensa en el país.
Por su profunda sencillez, no nos había comentado antes de aquella llamada telefónica, que tiene el privilegio de ser uno de los fundadores del Partido Comunista de Cuba (PCC), de haber combatido en una de las organizaciones que le dieron origen y de haber asistido a todos los congresos anteriores de la organización. Pero, la oportunidad de atesorar su testimonio sobre tales acontecimientos, no pasó inadvertida para quienes lo escuchaban del otro lado de la línea.
Tales razones justifican la importancia de contar con el testimonio de uno de los fundadores del Poder Popular desde 1976, diputado en cuatro legislaturas del Parlamento cubano, Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y Director de Comunicación Social de la Asamblea Nacional; pero, muy especialmente, del militante comunista, a escasas horas del inicio del 8vo. Congreso del PCC.
– ¿Cuándo ingresó al Partido?
–Puedo responder que lo que después sería Partido fue entrando en mí cuando decidí participar, modestamente, en la lucha contra el desorden moral existente antes de 1959. Milité luego en las Organizaciones Revolucionarias Integradas e ingreso al Partido Unido de la Revolución Socialista en septiembre de 1963, para incorporarme a trabajar en su construcción, en las antiguas regiones Centro Habana y San José de Las Lajas, pertenecientes en esa fecha a la antigua provincia de La Habana.
«Pero el Partido ha estado siempre en construcción permanente, porque es en sí un continuo desarrollo de las ideas y las acciones de mujeres y hombres revolucionarios, unidos en torno a un programa de nación soberana, independiente y socialista.
«Los acontecimientos de Playa Girón tienen una gran importancia en la historia del Partido, porque el 16 de abril se declaró el carácter socialista de la Revolución y los que cayeron y pelearon allí estaban conscientes de ello; por tanto, a los efectos de integrar las filas del Partido Unido de la Revolución Socialista, surgido meses después, se igualarían los méritos alcanzados en la defensa, el trabajo y otros frentes al de los que habían luchado antes del triunfo de enero de 1959.
– ¿Qué ha significado para usted militar en esta organización política?
–Para mí el Partido ha sido, en primer lugar, una escuela de aprendizaje permanente, con la guía y el ejemplo de Fidel, Raúl y otros muchos compañeros; en segundo lugar, la posibilidad de haber pertenecido a una de las organizaciones que le dieron origen, ocupar responsabilidades partidistas, y el privilegio de participar en todos los congresos anteriores, ya sea como periodista, delegado o invitado e, incluso, en este, en los pasos previos en mi núcleo del Partido.
«Cada congreso ha tenido las características de las etapas posteriores al triunfo de la Revolución; pero en mi opinión hay tres que sobresalen: el Primero, calificado por Fidel como uno de los acontecimientos característicos de los grandes procesos políticos; el Cuarto, en momentos difíciles del inicio del periodo especial, y este Octavo, el de la continuidad histórica, de enfrentamiento a la pandemia y de implementación de la Estrategia Económico-Social del país.
«No menciono la política agresiva de Estados Unidos, pues ese factor ha sido el estado permanente de la vida de los cubanos, agredido por seguir la tradición revolucionaria de no claudicar; y por consiguiente, en todos los congresos, objeto de actualización, denuncia y reafirmación del derecho exclusivo de Cuba a definir y defender su futuro.
– ¿Qué recuerda del Primer Congreso?
–El proceso previo, de amplia participación social, que generó un gran interés en todos los sectores del pueblo. Por ejemplo, en aquellos días los combatientes internacionalistas cubanos en Angola habían puesto el nombre de Primer Congreso a una elevación que debían conquistar y esa motivación contribuyó a la toma de ese objetivo.
«En aquella cita, integré el equipo de la cobertura periodística de Granma, y en el cuaderno de notas que conservo, el miércoles 17 de abril de 1975, día de la inauguración, escribí: “Llegando al Carlos Marx en un ómnibus con viceministros de las FAR, Senén Casas comenta a la entrada que no sabe todavía dónde está, le parece estar volando todavía…, le acompañan Julio Casas, Menéndez Tomasevich, Reinerio Jiménez y otros”.
«Adentro, desde la altura del palco de la prensa, vería ingresar a la sala a los delegados. Anoto: “Nicolás Guillén, el primero en sentarse, escribe algo, rodeado de un mar de butacas rojas vacías, le sigue Mirta Aguirre. Rompen su soledad los oficiales de las FAR. “La guerra y la poesía”, buen título para una crónica, pienso, mientras la sala se va llenando”.
«Tras la intervención de Raúl, que saludó a las delegaciones extranjeras invitadas, Fidel Castro presentó el Informe Central, que iniciaría con un recuerdo a hijos de la nación cubana que a lo largo de varias generaciones entregaran su vida por la noble causa de la independencia, la justicia, la dignidad y el progreso de nuestro pueblo. “Sin sus ideas, sus esfuerzos y su sangre no habría sido jamás posible este Congreso”, afirmó.
«La lectura continuaría el día siguiente, y recuerdo también los encuentros muy animados de los delegados y el Comandante en Jefe durante un receso en plena calle; como sucede, a unos metros, con Raúl que bromea con otros compañeros. En mis anotaciones, volví a Guillén, quien intervino después en el debate sobre el Informe de Fidel, y lo resumió así: “Después de tanto mar, ya sabemos por ti, donde está el puerto”.
«La trascendencia de ese congreso fue muy grande, porque se cerraba el periodo de las más radicales y profundas transformaciones políticas y sociales en la vida del país, y señalaba el camino a la institucionalidad; pues uno de sus acuerdos condujo a la primera Constitución socialista, a la nueva división político-administrativa y a la creación de los órganos del Poder Popular.
«Finalizadas las sesiones, con los demás colegas de la cobertura periodística, llegamos a nuestro lugar en la parte alta de la Plaza de la Revolución, un espectáculo extraordinario nos sorprendió: la explanada era un mar desbordado de pueblo, al cual Fidel le habló del Congreso y le sometió a su aprobación los acuerdos.
– ¿Y del IV Congreso?
–Ha sido el único fuera de La Habana, y se reunió en octubre de 1991 en Santiago de Cuba, con el teatro Heredia como sede; el primero en hablar fue Esteban Lazo Hernández, a la sazón el Primer Secretario del Partido en esa provincia y quien dio la bienvenida a los delegados de todo el país.
«Fue un congreso atípico, en correspondencia con el cúmulo de tareas del proceso de rectificación, ya en marcha, y sobre todo de la preparación del país para pasar al periodo especial, que se avecinaba como resultado de la desaparición del campo socialista europeo y la desintegración de la Unión Soviética, y las decisiones clave para la Patria, la Revolución y el Socialismo.
«Entre los delegados de aquella cita hubo una significativa representación del sector de las ciencias y la biotecnología, que ya había logrado, entre otros avances exitosos, la primera vacuna antimeningocócica tipo B en el mundo, la Estreptoquinasa, el Factor de Crecimiento Epidérmico y la producción de interferones.
«La Resolución sobre el Perfeccionamiento de los órganos del Poder Popular llevaría a la reforma constitucional de 1992 y la nueva Ley Electoral, que profundizarían la democracia y la confianza en el pueblo en momentos muy difíciles y de mucha incertidumbre.
«No puedo olvidar en la sala de sesiones a Silvio Rodríguez cuanto cantó “El necio”, ni a Fidel pidiéndole que la volviera a interpretar, ni los encuentros de los participantes con los santiagueros en barrios de la ciudad, donde percibí un entusiasmo alegre y combativo.
«Me impresionó el espíritu guerrero de un territorio que había luchado mucho en la guerra contra Batista y más de un siglo antes por la independencia de Cuba, simbolizado en la figura de Antonio Maceo, como exponente de la intransigencia en cuestiones de principios, ante cuyo monumento en la principal plaza santiaguera, el Comandante en Jefe hizo la clausura del Congreso:
“Ante esta multitud de valientes, ante esta multitud de patriotas, ante esta multitud de hombres y mujeres extraordinarios ─expresó─, cambio en la tarde de hoy por una vez las consignas, que no cambiarán, porque seguirán siendo las mismas; pero hoy, especialmente hoy, no digo ¡Socialismo o Muerte!, porque habrá socialismo a cualquier precio; y no digo ¡Patria o Muerte!, porque seremos capaces de arrancarles la vida a aquellos que quisieran arrebatarnos la patria”.
«Fueron esos congresos los que más impactaron en mi memoria.
–Sus expectativas a pocas horas del inicio del 8vo. Congreso del PCC…
–Los acuerdos que tomará, de acuerdo a la agenda y los documentos, elaborados y analizados previamente, guiarán el trabajo político posterior, en base al papel del Partido en la sociedad, refrendado en la Constitución por la gran mayoría del pueblo, lo cual ratifica la trascendencia de esta cita.
«Como siempre, la etapa que concluye estará impregnada del análisis de las experiencias, de distinto signo, y será reflejo también de la firmeza y claridad del futuro a seguir en el trabajo político e ideológico en las nuevas circunstancias, tanto en lo interno como en el escenario internacional.
«Si el primero, como dije, tuvo la impronta de la institucionalidad del país, este octavo expresa el resultado de la generación histórica, que gestó la Revolución Cubana, en cuyo discurrir de incesante y duro batallar se formaron los nuevos dirigentes, listos para asumir los más altos cargos de la dirección del país.
«Los enemigos de las ideas que dan base a nuestro sistema social, siempre han cifrado sus esperanzas de torcer el camino escogido por Cuba. Este congreso es reflejo de los actuales revolucionarios cubanos, más experimentados, formados y preparados que los vencedores en Girón y en desafíos posteriores durante más de 60 años. Ellos no les fallarán a la Patria ni al mundo, y el imperialismo seguirá soñando».