Inés Planche Martínez, es una delegada guantanamera de la circunscripción número 43 del consejo popular Pastorita de la ciudad del Guaso, quien también dice «sentir el orgullo y la responsabilidad» de representar a su terruño como diputada al Parlamento cubano.
Ella, desde hace más de un año está al frente de la tropa de mujeres y hombres, «hermanos» como los llama, que todas las mañanas se reúnen en la calle San Lino entre Paseo y el 1 Norte, de la ciudad de Guantánamo, frente al comedor comunitario del Sistema de Atención a la Familia (SAF) «El Girasol».
A ellos el amor y la responsabilidad en el enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19 los ha hermanado de forma casi anónima, para compartir la experiencia común del cumplimiento de la misión que les dio la Patria.
«Desde allí, profesores del Deporte, trabajadores sociales y representantes de las diferentes organizaciones políticas y de masas, parten a diario, para atender a las personas que no deben salir a la calle, por ser más vulnerables al contagio con el nuevo coronavirus, que ya ha cobrado ya tantas vidas.
«A nivel de barrio se chequea cómo se cumplieron las actividades de la jornada anterior, la atención a los ancianitos, y se plantean las tareas del día. En esta zona suman 71 los adultos mayores que reciben diferentes servicios entre ellos: llevarles los productos de la bodega y carnicería a sus domicilios, la mensajería y los medicamentos, las llamadas balitas del gas licuado, y hasta productos que se expenden en las tiendas recaudadoras de divisas.
«Es vital el apoyo que también brindamos a los estudiantes de Medicina y trabajadores de salud, para la realización con calidad de las pesquisas activas, como vía para la detección de algún paciente con síntomas gripales u otro padecimiento, y en las últimas semanas colaborando para llevar a buen término el estudio fase III del candidato vacunal Abdala», señala la delegada.
Al diálogo se suma otra Inés, pero de apellidos Jounec Boubet, de origen jamaiquino, como los de muchos guantanameros, descendientes de emigrados de la vecina isla.
Ella es profesora de la enseñanza especial y la coordinadora del bloque 21 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), quien explica que «las federadas velamos que se presten los servicios con calidad, tenemos incluso dos ancianos solos y las compañeras hacen labores de higienización en sus hogares todas las semanas, y a esto le sumamos como aporte la confección de nasobucos que entregamos en la circunscripción».
El día de esta visita, las dos Inés convidan a este reportero y a Olis, la comunicadora de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Guantánamo, a acompañarlos en su recorrido matutino. Tras varias cuadras, llegamos hasta la vivienda de Moraima Ramírez Martínez, quien vive con su esposo. Ambos reciben las atenciones del comedor comunitario por poseer bajos ingresos económicos.
Moraima, con un rostro expresivo que desborda agradecimiento, nos dice: «Nos sentimos muy bien atendidos, muy bien cuidados, gracias a los muchachos, gracias a esta Cuba por ser tan bella».
Esta es solo una, de las muchas historias de cooperación y amor que en Guantánamo, como en toda la Isla se viven a diario en la batalla cubana contra la COVID-19.
Razón para que Emilio Matos Mosqueda, gobernador de la provincia, resalte «la labor del enfrentamiento popular a la pandemia que marcará un antes y un después en la historia universal».
Como casi todas las provincias cubanas, Guantánamo, la más oriental y montañosa del país, ha estado bien golpeada por la presencia del virus SARS-COV-2, sobre todo en el rebrote iniciado a finales del año pasado y del cual el territorio va saliendo con la aplicación de importantes medidas epidemiológicas y la elevación de la percepción de riesgo en la población.
«Desde el inicio de la pandemia –señala el Gobernador de Guantánamo– se abrieron centros de aislamiento, convertidos en hospitales de campaña. Ha sido imprescindible en el control epidemiológico la participación de los estudiantes de la Universidad de Ciencias Médicas en las pesquisas activas, así como la realización de las pruebas de test de antígeno, a nivel de áreas de salud, y los PCR a personas sospechosas de portar la enfermedad, para el control de foco y definición de fuente de infección».
Matos Mosqueda explica, además, cómo en el Alto Oriente cubano junto al enfrentamiento a la COVID-19 «se marcha y sin pausa en los principales programas que permitan un Guantánamo mejor para todos».
«Sabemos que es mucho lo por hacer para el Guantánamo que queremos y soñamos, razón por la que trabaja todo nuestro pueblo, con el mismo ímpetu con que enfrenta la COVID-19, cumpliendo el pedido de nuestro Presidente Miguel Díaz-Canel cuando nos llamó a “activarnos y pensar diferente, proponer soluciones con valentía, inteligencia y creatividad”».
En este empeño, ha sido decisivo el aporte de los delegados del Poder Popular y de los demás factores de la comunidad en esta batalla por vencer a la COVID-19, con más disciplina, organización y responsabilidad.