El precedente más honroso y más legítimo del glorioso Partido que hoy dirige la Revolución, expresó el Comandante en Jefe, fue aquella organización fundada por José Martí el 10 de abril de 1892, nacida, como señaló el Apóstol, de la obra de 12 años, callada e incesante.
La fecha de su fundación fue el tributo al aniversario de un hito de la primera lid independentista: la Constitución de Guáimaro. Y es que el Partido Revolucionario Cubano (PRC) surgió como consecuencia del análisis profundo de una gesta que Martí consideró siempre inconclusa, y de la búsqueda de la vía y los métodos idóneos para llevar a cabo una nueva que debía ser “breve y directa como el rayo”, y ayudar a la liberación de Puerto Rico, las dos últimas posesiones españolas en América.
Días después de fundarse el Partido, el Maestro expuso ideas que tienen absoluta vigencia: “La unidad de pensamiento que de ningún modo quiere decir la servidumbre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo programa político”. Y agregó: “Si inspiramos hoy fe es porque hacemos todo lo que decimos. Nuestro poder nuevo y fuerte está en nuestra inesperada unión, nos quitaríamos voluntariamente el poder si le quitásemos a nuestro pensamiento la unidad”.
La creación de una organización de frente único de los revolucionarios, con una sólida base en los más humildes y dirigida a preparar una insurrección, era algo inédito en la historia de las batallas independentistas del continente. Ello demostró el genio y la originalidad de Martí, quien conocedor de los partidos de su tiempo comprobó que no podían ser un ejemplo para impulsar la liberación de su patria y concibió uno diferente en su naturaleza y estructura.
Profundo conocedor de las complejidades y las amenazas de la época que le tocó vivir, el Maestro le otorgó a la organización una misión que trascendía el empeño emancipador. En las Bases del PRC se mencionaba el propósito de fundar “la nueva República indispensable al equilibrio americano”, y quedó más claramente expresada en el artículo publicado en Patria titulado El tercer año del Partido Revolucionario Cubano, donde planteaba que la independencia de Cuba y de Puerto Rico no era solo “el medio único de asegurar el bienestar decoroso del hombre libre en el trabajo justo de los habitantes de ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la independencia amenazada de la América libre y la dignidad de la república norteamericana”. Y alertaba: “¡Los flojos, respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes”.
Empeño tan colosal no pudo conseguirse. En ausencia de Martí los peligros que él quiso conjurar se hicieron realidad. No obstante el PRC encontró como sucesor histórico al primer Partido Comunista de Cuba, en el que Lenin se unió a Martí en la acción de Baliño y Mella. Décadas más tarde la prédica martiana inspiró el asalto al cuartel Moncada, encabezado por Fidel Castro Ruz, y como bien señaló el historiador Sergio Guerra, La historia me absolverá recogió la herencia del Manifiesto de Montecristi para llevar adelante la definitiva independencia.
La victoria de enero de 1959 hizo realidad aquella idea expresada por Martí a Baliño: “La Revolución no es la que vamos a iniciar en las maniguas, sino la que vamos a desarrollar en la República”.
En la vorágine transformadora, las tres fuerzas que habían tenido el principal protagonismo en la última guerra de liberación siguieron el legado unitario de Martí para dar nacimiento a un Partido único que en 1965 adoptó el nombre de Comunista, comprometido con la esencia independentista, latinoamericana y antimperialista del Partido Revolucionario Cubano.
Bajo la guía de Fidel, el Partido encabezó la construcción de la República con todos y para el bien de todos que soñó el Apóstol, y convirtió a la pequeña y acosada Cuba en un ejemplo de resistencia unida ante la hostilidad del imperio, y en un gigante solidario capaz de compartir su brazo combatiente y sus conquistas sociales con otros pueblos del mundo. La actual dirección de la organización de vanguardia continúa decidida a lo que bien puede calificarse como la tarea de grandes de los cubanos en estos tiempos: construir la sociedad próspera y sostenible a la que aspiramos, pese al genocida bloqueo impuesto por los Estados Unidos.
En vísperas del VIII Congreso del Partido, cuando se arrecian las campañas contra Cuba en un vano intento por derrocar el socialismo en la tierra de Martí, valen las palabras del Delegado del Partido Revolucionario Cubano dirigidas a todos los clubes que lo integraban: “¿Qué importaría un puñado de gusanos ante tanta sublimidad y abnegación, ante el martirio sonriente de los que están dispuestos a morir por los mismos que nos deshonren?: es tanto el azul del cielo que no lo puede empañar una nube”.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …
Se que tuvo mucha importancia la fundación del partido revolucionario cubano que fue un partido de la unión ,pero en mi opinión tuvo más importancia la creación de nuestra primera constitución que la fundación del partido ,porq nuestra primera constitución creo las bases de nuestras futuras constituciones ,osea las leyes de leyes