Viaje al centro del laboratorio camagüeyano (+Video)

En el 12 cumpleaños de su hija menor, Tahymiris no pudo ir a casa hasta pasada las nueve de la noche. Ese día, como siempre, se había levantado temprano, se despidió de sus hijos y se fue rumbo al trabajo; su niña quería que se quedara, pero también entendía que habían varias “curvas” a las que mamá debía echarle un ojo.

Y es que mamá desde hace unos tres meses pasa menos tiempo en casa; las ojeras le maquillan el rostro y las preocupaciones le roban tiempo. Mamá es Tahymiris Pérez Milán, la doctora especialista en laboratorio clínico que asumió la dirección del laboratorio de biología molecular de Camagüey, donde desde el 30 de diciembre del pasado año se realizan cientos de pruebas de PCR (reacción en cadena de la polimerasa), para el diagnóstico de positivos a la Covid-19.

Desde aquellos primeros días mucho ha cambiado el lugar. Dice Tahymiris que ha crecido, han ganado en experiencia, en certeza y en dedicación. Cuando se preparaban para asumir el trabajo les hablaron de todo, y ellos descubrieron que en el laboratorio la cosa es dura y que solo con total entrega es que se puede salir airoso.

Laboratorio adentro

A Tahymiris le sedujo, desde siempre, la idea de trabajar en un laboratorio moderno y totalmente diferente, pero lo que más le atrajo fue la posibilidad futura de investigar sobre otros virus, bacterias o de hacer estudios sobre enfermedades que atacan a los infantes.

Junto a ella en la unidad agramontina, que se encuentra ubicada en áreas del hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña, laboran 24 técnicos y especialistas en laboratorio. “Casi todos son jóvenes, aseguran, ahora mismo tengo 10 muchachas que son estudiantes de la carrera de bioanálisis clínico y apenas rebasan los 22 años. Pero esa misma juventud es muy útil a la hora de aprender.

“Yo vengo todos los días, sin embargo los técnicos rotan y trabajan por equipos durante 24 horas seguidas y descansan 72. A las siete de la mañana entran las muestras que van a ser procesadas en el día. Se codifican y envían al área de extracción.

“Esa área es sumamente riesgosa, ya que ahí se manipulan las muestras, todavía no se sabe cuál es positiva y el virus está activo. En la parte de la cabina de bioseguridad biológica es donde más riesgo existe, pues allí se le quita la tapa al medio que contiene la muestra, por lo que las medidas son muy extremas”.

Dentro del departamento de extracción las personas parecen hormigas, no detienen sus movimientos y van ataviados con trajes, caretas, espejuelos, nasobucos; tienen que usarlo todo, pues mientras no se inactive la muestra todo es contagioso.

Ya depositados en los bloques, en los 96 agujeros que tiene se van colocando reactivos que permiten extraer el genoma del virus. “Así las muestras ya no son contagiosas, pero sí altamente contaminantes para el laboratorio, por lo que debe ser estricto el cuidado y el cumplimiento con los protocolos establecidos”, explica.

Luego pasan al área donde se realiza el PCR; allí las muestras se colocan en el termociclador y durante una hora y 40 minutos, en tiempo real, se visualiza la replicación del virus y se evalúan los resultados, se computarizan y se envían a La Habana.

“Al laboratorio llegan un promedio diario de 950 o 970 muestras, acota la directora, pero las que se procesan en un día son muchas más, llegamos a mil y sobrepasamos esa cifra, porque hay algunas que se deben repetir. Incluso ahora estamos colaborando con otros territorios como Granma.

“Y en menos de 48 horas, incluso 24, tenemos los resultados. Ciertamente en un inicio enviábamos las muestras al IPK para hacer un confirmatorio con el cual coincidíamos en su totalidad. Ahora trabajamos con otro gen y continuamos obteniendo el 100% de concordancia”.

Experiencia más juventud, mejor colectivo

Marelys Álvarez Álvarez es, junto a la directora, de las primeras que llegó al laboratorio agramontino aún cuando todavía se diseñaba el plan constructivo. Con varias décadas de experiencia profesional en laboratorios de diferentes policlínicos le propusieron a ella y a Mario Cruz Rosabal, su esposo, ir para el que aún se construía.

No lo pensaron dos veces, se lo informaron a la familia y enseguida aceptaron. “Acá tenemos riesgos, explica Marelys, pero si te cuidas, te concentras y empleas los medios de protección no te sucederá nada. Allí se sienten más seguros.

“Este trabajo cansa mucho porque debes tener presente que cada pocillo de los 96 que tiene un bloque es una persona que está esperando una respuesta y nosotros no nos podemos equivocar”.

Quizás por eso Mario asegura que este es de los trabajos que te tiene que gustar, “porque no es algo para salirle al paso, así no sirve”.  Y tanto les gusta lo que hacen que muchos, como este matrimonio, piden contar con más equipos para poder hacer más exámenes en un día.

Dentro del laboratorio eso de “nadie se lo sabe todo se ha convertido en una máxima. Y es que uno de los momentos complejos, a veces, es la lectura de las curvas que indican la positividad del virus. Allí cuando alguien tiene dudas con una lectura enseguida entre todos, empezando por la directora, comienzan a investigar para dar el resultado más certero.

El diálogo constante y la camaradería son elementos que guían a Lenny Guerrero Consuegra a afirmar categóricamente que de allí no se va. Ella es estudiante de quinto año de bioanálisis clínico y agradece una y mil veces la gran oportunidad que tiene junto a sus compañeros de realizar sus prácticas preprofesionales en un centro tan bien equipado.

“Cuando llegamos nos pusimos contentos porque es tremenda oportunidad y con tecnología de punta, comenta. Ya he recepcionado muestras, he trabajado en PCR, he comparado mezclas, he preparado bloques, solo me queda lo más complejo que es la cabina. Y es un trabajo me ha ayudado a crecer porque trabajar con un virus nuevo, es algo increíble”.

Las 24 horas de un turno son sagradas para ellos, nadie duerme y se come cuando se pueda porque la prioridad es echar a andar los equipos y obtener las respuestas. Los nuevos han comprendido eso y ya se les ha inoculado. Ahora, con sección sindical recién conformada, ya se sienten como un colectivo de trabajo, como una familia.