“Estaba muy mal de salud, pasé una noche terrible que nunca voy a olvidar. Tuve tres impresionantes episodios de fiebre y si no es por los médicos cubanos, creo que no supero esa etapa”, así recuerda la joven venezolana Lissy Gallardo aquella terrible jornada vivida el 18 de febrero de este año, cuando todos los síntomas indicaban su contagio con la Covid-19.
Y temprano en la mañana del día siguiente acudió al hospital intermedio de campaña instalado, especialmente para atender situaciones de esta naturaleza, en el Poliedro de Caracas, majestuoso y emblemático inmueble que desde el 5 de septiembre del pasado año devino símbolo de esperanza y vida ante la propagación de la pandemia en el Distrito Capital de este país sudamericano.
“Me hicieron el estudio muy rápido y la PCR resultó positiva al nuevo coronavirus”, rememora minutos antes del retorno feliz al hogar y después de muchos días debatiéndose entre la vida y la muerte.
Primero estuvo ingresada en las carpas que ocupan las áreas exteriores de ese centro polifuncional, donde están creadas las condiciones para acoger, y darle seguimiento de manera gratuita a la evolución de los enfermos, quienes en caso de empeoramiento son enviados a los cubículos interiores del recinto.
El traslado necesario y la recuperación
La vida de Lissy estaba muy amenazada y fue preciso su traslado, “cabe destacar que esta enfermedad es muy voraz”, afirma con el aval de su experiencia y recomienda a todos acudir a la asistencia médica al primer indicio del padecimiento.
“A mí me atacó el sistema nervioso central, el digestivo y posteriormente el respiratorio”, relata ahora más calmada, pero con gestos que casi imploran el respeto a los protocolos de bioseguridad establecidos y a la responsabilidad individual para cortar la cadena de propagación y cerrar, de una vez, este alucinante momento que está viviendo la humanidad.
“Le pido a la población venezolana, del mundo, que tenga conciencia de que esta enfermedad no es juego. El virus es voraz y es muy difícil saber en qué momento uno se contagia. Es terrible, acaba con las vidas”, dice y aguanta un sollozo y miles de sensaciones que se agolpan en su pecho.
Los elogios
“Gracias a Dios, enfatiza, toqué con la grandísima suerte de caer en manos maravillosas de un equipo médico espectacular, dedicado a sus pacientes, desde el personal que limpia y desinfecta los cubículos para que estemos mejor, más seguros”.
“Los doctores tienen una calidad humana impresionante. Los enfermeros trabajan día y noche para ayudar a los pacientes. Estoy infinitamente agradecida, porque ha sido un trato maravilloso desde el momento mismo en que ingresé. Yo estaba muy mal de salud”.
Así describe la labor que desarrollan en esa instalación sanitaria los integrantes de la X brigada del Contingente Ernesto Che Guevara, perteneciente a la Misión Médica Cubana, quienes gestionan los tratamientos y el cuidado de los pacientes en los cubículos interiores con el apoyo de colectivos del ala juvenil del Partido Socialista Unido de Venezuela que asumen las tareas complementarias.