La Revolución cubana siempre defenderá que haya un espacio para el libro. En un provechoso encuentro con intelectuales, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ratificó esa certeza, y recordó que no se trata de una promesa suya, sino de algo que Fidel enunció desde muy temprano en la etapa revolucionaria, y que supo convertir en realidad.
Desde el Palacio de la Revolución el tema de la agenda en la reunión —que ya resulta habitual con nuestros intelectuales, y que estuvo presidida por el Jefe de Estado y por el viceprimer ministro, Roberto Morales Ojeda—versó sobre el estado de atención al cumplimiento de los acuerdos y planteamientos de los escritores en el IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
El Presidente de la organización, Luis Morlote Rivas, recordó que la Uneac, la cual aglutina a más de 9 000 creadores en todo el país, tiene como razón de ser la defensa de nuestra cultura que es esencia de la nación. El encuentro, que en su pórtico abordó logros como el diálogo sistemático entre el Instituto Cubano del Libro y la Asociación de Escritores, devino en oportuno análisis sobre la importancia de defender la literatura y la lectura de textos imprescindibles.
Es indudable el esfuerzo desplegado en estos tiempos de pandemia para defender la actividad literaria. En tal empeño, como se dijo en el encuentro, se han unido escritores, promotores, editores, diseñadores y otros profesionales.
Entre otros momentos meritorios tuvo lugar la 29 Feria Internacional del Libro, con éxito y masividad, del 13 al 23 de febrero del 2020: Cuba fue el único país del mundo que entonces hizo un evento como ese, de forma presencial, donde confluyeron 346 representantes de 42 países. Por primera vez, además, se realizó la transmisión del evento por Streaming Cuba, con amplia visibilidad en las redes sociales.
La nación no se detuvo ante la COVID-19 y participó en cuatro Ferias Internacionales del Libro y otros eventos realizados de forma virtual. Fueron creados nuevos y atractivos espacios virtuales; durante el verano se diseñó la campaña promocional de lecturas; y el Observatorio Cubano del Libro y la Literatura multiplicó sus esfuerzos en las redes sociales.
En el transcurso del encuentro fueron enumeradas diversas acciones emprendidas en estos tiempos difíciles; entre otras; la incorporación al Plan Editorial de obras cumbres de la literatura universal, o que se esté trabajando en la elaboración del Catálogo Nacional de Obras y Autores. Esa introducción dio paso a una reflexión colectiva sobre múltiples variables que gravitan en un tema estratégico como el de la buena literatura y su recepción.
El prestigioso escritor y etnólogo cubano Miguel Barnet trajo a colación el papel que corresponde a una crítica literaria, profunda, que la Cuba actual necesita. ¿Qué se escribe hoy? ¿Qué leen nuestros jóvenes?, ¿Qué quiere leer el cubano en estos tiempos? ¿Acaso hemos sabido contar nuestra historia en la literatura?, preguntó.
«Es la calidad la que nos alejará de la chatarra», enfatizó Barnet al referirse al rigor de cuanto se escribe, e igualmente convocó a que la ciencia literaria, los expertos de la lengua materna ayuden en esa suerte de filtro que decante las buenas creaciones de aquellas que no lo son.
La poetisa Nancy Morejón también habló sobre la necesaria presencia de la crítica literaria, sobre temas cardinales como los derechos de autor, la urgencia de las buenas traducciones, o el pago adecuado a las colaboraciones de quienes escriben. Otros intelectuales volvieron sobre esos tópicos, y también sobre la necesidad de una fuerte agencia literaria que represente a los escritores cubanos, así como la importancia de divulgar con eficacia la literatura que nace en la Isla. Igualmente se hizo referencia al universo de posibilidades que se abre para la lectura a partir del mundo virtual.
Lo más profundo, lo que alentó un diapasón de magníficas reflexiones tuvo que ver con la educación en los mejores gustos, y con la trascendencia de que los cubanos, especialmente los más jóvenes, sientan atracción por la lectura. El historiador Ernesto Limia Díaz destacó la necesidad de que el país aproveche todas las oportunidades que entraña el mundo digital, e invitó a trabajar para que cada libro tenga su expresión física, y también la electrónica.
Limia resaltó el valor estratégico que hay en la alianza entre la intelectualidad literaria y el universo de la enseñanza. Es ese el mejor modo, explicó, de impartir la Historia patria con todos sus matices y precisiones. Y a modo de ejemplo opinó que textos como «Ese sol del mundo moral», del maestro Cintio Vitier, o «Los silencios quebrados de San Lorenzo», de Rafael Acosta de Arriba, no pueden estar ausentes de los planes del sistema de enseñanza.
La literatura es un país, se dijo; y es pertinente, en la lucha contra la ignorancia y en la Era de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, no olvidar qué libros llevan, por ser obras cumbres, tiradas de gran envergadura, y cuáles requieren tiradas menores y destinatarios más específicos.
El narrador, ensayista y profesor Francisco López Sacha, habló sobre la estratégica necesidad de una Biblioteca Básica de la Literatura cubana y universal, que constituya referencia permanente y que sea promovida de la mejor manera. Comentó sobre la urgencia de saber cuál es el estado actual de la literatura cubana, al tiempo de trabajar en las líneas de acción para defenderla. «Es una tarea de todo el país, para saber en qué lugar estamos», dijo López Sacha, quien alertó sobre el peligro, ya sufrido en otras latitudes, de que ese valioso patrimonio se atomice y se pierda.
A pesar del esfuerzo desplegado todavía queda mucho por andar y por crear, como meditaba el poeta y editor Alex Pausides, quien razonó que en la guerra de símbolos que se nos hace está incluido el propósito de desintegrar el patrimonio literario. Con los recursos disponibles, y con el talento de nuestra gente, hay que romper inercias y mover la imaginación, exhortó.
Hacia el final de la sesión de trabajo el Presidente Díaz-Canel expresó que los niveles de insatisfacción existentes deben llevar a trabajar con mayor intensidad. No pasó por alto que la literatura afianza, es identidad, entraña saberes, y no es por gusto que las personas tienen determinados libros que son de cabecera, porque con ellos han aprendido a hacer mejor las cosas, han crecido espiritualmente. Por eso el dignatario defendió la idea de la biblioteca familiar, la cual reúna lo mejor de nuestra literatura y guíe en el hogar sobre cuáles pueden ser las mejores opciones de lectura.
La meta, destacó el mandatario, es sembrar la pasión por leer, y hasta por la posibilidad de escribir correctamente aunque todos no desarrollemos el oficio de escritor. En tal sentido señaló la fuerza que hay en la innovación, incluso para el ámbito de la literatura: ¿De qué modo gestionamos, dijo, la posibilidad de que ella forme parte de la vida de las personas?
Articulación de todas nuestras fuerzas es el camino, meditó Díaz-Canel Bermúdez, quien recordó que la perversidad del enemigo, su obsesión por destruir a la Revolución, no desaparecerá; de modo que la batalla es, enfatizó, cómo hacemos mejor y más atractivamente cada propuesta nuestra. (Tomado de Presidencia)