“En esta difícil etapa de la Covid-19 la psicología es fundamental para el deporte”, afirmó el Doctor Julio Arturo Ordoqui, especialista en esa rama, y quien trabaja directamente con la selección nacional de boxeo.
“Las actuales condiciones en que se realiza la preparación deportiva en el alto rendimiento resultan -cuando menos- novedosas. Nunca antes se enfrentó un fenómeno complejo, global e incontrolable debido a una situación sanitaria.
“Los entrenamientos se realizan en condiciones atípicas, con rigurosos protocolos higiénicos, en formatos de confinamiento, con una sensible reducción de competencias preparatorias debido a las limitaciones de movilidad dentro y fuera de Cuba que impone la enfermedad”.
Refirió el experto que la incertidumbre sobre el futuro -a veces inmediato- en el complejo escenario social y epidemiológico, y la moderada ansiedad que deriva de lo anterior, se agudiza por momentos y moviliza algunos niveles de hostilidad asociados al prolongado encierro.
“Es por ello que se debe prestar especial atención a los deportistas, a la reestructuración de sus metas, la temporalidad de las mismas, la autoconfianza y la autovaloración para lograrlas un año después del escenario original de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Deben controlarse variables que se suman a las tareas de la preparación mental, técnicamente hablando, que sigue un curso de control psicológico del entrenamiento, intervenciones psicológicas directas e indirectas (a través de los entrenadores), de carácter colectivo e individual, para elevar el rendimiento psíquico en entrenamientos y competencias”, aclaró.
“Nuestra función es contribuir, desde un enfoque científico y humanista al auto perfeccionamiento del atleta a la realización de sus potencialidades en cualquier ámbito de su rendimiento (físico, técnico, táctico y el psicológico)”.
Ordoqui señaló que la huella de la enfermedad pandemia exige nuevos aprendizajes en los modos de relacionarnos con otras personas, reevaluar la dimensión temporal, elevar la percepción de riesgo y la incidencia de comportamientos seguros.
“Esa tarea no resulta tarea fácil, pues las conductas habituales se regulan en cierta medida por hábitos y estereotipos que deben desarticularse y superarse por medio del análisis consciente y las necesarias estrategias comportamentales, que reduzcan el riesgo de contagio.
“Creerse fuertes e invulnerables ante amenazas de salud puede entrañar peligros, que se identifican y contrarrestan desde charlas pedagógicas, el método cognitivo-conductual, la retroalimentación y los distintos tipos de reforzamiento”, comentó.
“Hemos avanzado en estos aspectos, aunque es un proceso en desarrollo. La preparación psicológica se complejiza y amplía, en la interdependencia entre los procesos mentales que aseguran la preparación deportiva (en condiciones especiales) y la protección de la salud frente a la Covid-19”, aseveró.