“Soy un deudor de la cultura popular tradicional de nuestro país, de nuestra historia y de la tradición fundadora de nuestros próceres y nuestras voces más preclaras; consciente de que hay que asumirlas como simiente y escudo y que es el diario quehacer el que nos dirá y armará ante los nuevos y cambiantes procesos que el hoy nos provoca y que debemos acometer de manera singular, orgánica, de forma renovada y novedosa, acorde a nuestras convicciones y nuestras necesidades históricas. No postalitas, ni pancartas sino creación humana trascendente, reveladora y que realce al espíritu y la conciencia”.
Así expresó el prestigioso dramaturgo y escritor Gerardo Fulleda León (Santiago de Cuba, 1942), Premio Nacional de Teatro 2014, cuyo cumpleaños 79 celebra este 12 de febrero inmerso en la lectura y la creación literaria en tiempos de recogimiento debido a la proliferación de la pandemia de la Covid-19 en todo el mundo.
Sobre los inicios de la carrera artística de este prolífico creador de las artes escénicas dijo: “Creo que en mí todo comenzó cuando, estando en el quinto grado de la Escuela pública número dos de mi natal Santiago, el maestro Rabí, nieto del general Jesús Rabí de las gestas de nuestra independencia, nos hablaba de Antonio Maceo y su valentía; dejaron entonces de interesarme los oestes, que veía en el cine los domingos o en la TV, de algún vecino, y comencé a jugar con mis amigos, en vez de a los cowboys y los indios, a los mambises y los españoles”.
Seguidamente recordó que “ya en sexto grado, tuve al maestro Camps —un partidario acérrimo del partido Ortodoxo de Eduardo Chibás—, quien nos descubrió a José Martí; y esa fantástica obra que es Abdala, me deslumbró y escribí mis primeros poemas. Uno de ellos fue escogido para un libro que iba a publicarse con los textos que hiciéramos los estudiantes de las escuelas públicas de Santiago, por el Centenario del Apóstol, y ser leídos por sus autores ante su monumento mortuorio en el cementerio de Santa Ifigenia. Pero ocurrió el 10 de Marzo de 1952”.
El también investigador y director teatral, Licenciado en Historia en la Universidad de La Habana, dijo que después del golpe de Estado perpetrado por el sangriento dictador Fulgencio Batista, previo a las elecciones de 1952, “Carlos, el hermano mayor de mi primera noviecita, María, era estudiante de Artes y Oficios y fue asesinado por la dictadura batistiana en Santiago de Cuba. Yo tenía apenas 13 años. El 7 de diciembre de 1960, escribí de un tirón mi primera obra teatral: La muerte diaria, inspirada en aquel hecho. Fue luego publicada por Virgilio Piñera en el suplemento Lunes de Revolución, en la sección A partir de Cero, y tuvo varias puestas en escena por grupos de aficionados del país y me abrió las puertas al Seminario de Dramaturgia del Consejo Nacional de Cultura (CNC).
Fundador y subdirector de la prestigiosa casa editorial El Puente, ya desaparecida, afirmó que la realización de ese curso (1961-1963) “fue la gran experiencia formativa de muchos: José Ramón Brene y Maité Vera, crearon su Santa Camila de la Habana Vieja y Las Yaguas, respectivamente, gracias a la experiencia de aquel experimento; y los más destacados de mi generación: Nicolás Door, Tomás González, José Milián, Mario Balmaseda, René Fernández Santana, Joaquín Cuartas y Eugenio Hernández Espinosa, bebimos de aquella formación que Osvaldo Dragun, Luisa Josefina Hernández, Alejo Carpentier y Roberto Fernández Retamar, entre otros, nos brindaron.
El autor de numerosas piezas teatrales, entre ellas Chago de Guisa (1983-1986), Premio Casa de las Américas (1989), y Cal en las tumbas (1961), tercer premio en el primer Concurso Nacional de Teatro Cubano del CNC (1962), rememoró que “durante largos años mantuve el Seminario de dramaturgia, mientras fui Presidente de la Subsección de dramaturgia de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), que Freddy Artilles y Esther Suárez Durán recrearon como otra manera de mantener un constante crecimiento de nuevas voces de la dramaturgia del patio. Pero creo que era el más beneficiado porque así tenía contacto con nuevas voces en formación de las cuales bebía con asombro y disfrute, de su novísimas y atrayentes ofertas formales y conceptuales. Creo que era yo quien en ese intercambio me enriquecía más con esas nuevas voces y visiones que ellos traían a los talleres”.
Asesor teatral y artístico desde el año 1964 del grupo de teatro Rita Montaner, en el que desde 1988 y hasta el año 2013 fue su director general, Fulleda es Profesor Titular Adjunto del Instituto Superior de Arte (ISA) y hasta 2019 fue presidente de la Sección de Dramaturgia y miembro del Consejo Nacional de la Uneac.
Se le confirió la Distinción por la Cultura Nacional, 1994 y la Medalla Alejo Carpentier, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba, en el año 2001. La Medalla Conmemorativa 50 Aniversario de la UNEAC ,2012. Entre otros muchos premios ostenta, además, la Distinción Calibán, por llevar el arte popular a su nivel más alto; la placa Avellaneda (ambas en 2002); la Medalla José Maria Heredia (2004), la Distinción por la Cultura Nacional (1994) y la Medalla Alejo Carpentier, otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba (2001). También posee la Medalla Conmemorativa Aniversario 50 de la Uneac (2012).
Entre sus obras dramáticas se destacan La muerte diaria (1959), Cal en las tumbas (1961), tercer premio en el primer Concurso Nacional de Teatro Cubano del CNC (1962); Aquel verano (1962), mención en el mismo concurso; Plácido (1967-1975), Premio Concurso Teatro Estudio (1982), llevado al cine —con el mismo título— por el realizador Sergio Giral a través del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos; Ruandi (1977), Mención Concurso La Edad de Oro (1978), Premio Uneac al mejor texto, (1985), Premio Rubén Martínez Villena (1986); La querida de Enramada (1981), Mención Concurso Uneac (1982); y Provinciana (1984), Premio Concurso La Edad de Oro (1985), Premio La Rosa Blanca (1990).
Su amplio repertorio incluye asimismo Chago de Guisa (1983-1986), Premio Casa de las Américas (1989); Remiendos-El otro Javier (1993),Premio Terry de Dramaturgia, Festival del Monologo de Cienfuegos (2007); Lengua de Coco (1994); Remolino en las Aguas (1996); Betún (1997); El ave del paraíso (1998); Voy por cigarros (2005); El patio de los azahares (2011); Y La pasión desobediente (2014); algunos de ellos llevados a la televisión y la radio.
De sus puestas en escena como director se recuerdan: Llévame a la pelota, de Ignacio Gutiérrez (1972); Los profanadores, de su autoría (1979); Zoológico de cristal, de Tennesse Williams, (1981); El peine y el espejo, de Abelardo Estorino (1982); La piedra de Eliot, de Elaine Centeno (1993); Noches de satén regio, de José Gabriel Núñez (1996); Réquiem por Yarini, de Carlos Felipe (1999); Falsa alarma, de Virgilio Piñera (2001); El Concierto, de Ulises Rodríguez Febles (2004); Voy por cigarros (2009 y repuesta en 2016); y Noria, de Roberto M. D. Yeras (2012).
“La dramaturgia es algo que siempre está en una exploración de nuevas voces y visiones, de nuevas maneras y expresiones para reflejar los conflictos de la realidad que es cambiante y transformable. La fragmentación, la osadía y la inteligencia creadora están siempre en búsqueda de una expresión personal para crear: Un espacio imaginario para la interpretación reflexiva y lúdicra de lo sensible de la realidad”, puntualizó el reconocido teatrista cuya obra ha sido representada en Suecia, Venezuela, Colombia, Santo Domingo, Honduras, Suiza, Alemania, Italia, España, Francia y Estados Unidos. Y se estudian en Universidades de Suiza, Jamaica, Inglaterra, Brasil, España y los Estados Unidos.
También se ha desempeñado como jurado en diversos concursos como el Casa de las Américas, Uneac, La Edad de Oro y el Premio Nacional de Dramaturgia Virgilio Piñera y otros. Ha hecho la dramaturgia de más de 90 obras teatrales y dos películas. Ha impartido seminarios de dramaturgia y actuación en la Asociación Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes (ASSITEJ) de Cuba, así como en la Compañía Rita Montaner. Igualmente impartió cursos de verano en las universidades de La Habana, Tucumán, Zúrich y otras instituciones.
El también editor de numerosos libros, algunos de ellos de su propia autoría, ha participado en eventos teatrales en Ghana, Gotemburgo, Locarno, Miami, Londres, Moscú, Kingston, Santo Domingo, y San Cristóbal. Ha publicado poemas, obras de teatro y crítica literaria y teatral en Lunes de Revolución, El Corno Emplumado, Prensa Libre, Gaceta de Cuba, Revista Uneac, Tablas, Revolución y Cultura, Resonancias, Cine Cubano, En julio como en enero, Conjunto, Afro-Hispanic. Review, Baquiana, Revista del Caribe, de la University of South Florida. Posee una amplia bibliografía pasiva en revistas y periódicos nacionales y extranjeros.
Sobre el fundador de la Cátedra de Dramaturgia Rolando Ferrer, adscrita al Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la Uneac, la prestigiosa investigadora y crítica Inés M. Martiatu Terry ha dicho: “Fulleda es uno de esos artistas que se inscriben en lo que se ha llamado Cultura Popular. Parte su discurso de una contracultura ignorada e interiorizada por el discurso hegemónico, pero que viene reclamando sus fueros. El es de los que siguiendo la tradición de un Nicolás Guillén, un Fernando Ortiz o un Alejo Carpentier entre otros, ha ayudado a devolver, preservar, rescatar y reafirmar la legitimidad de las expresiones de la vida espiritual del pueblo”.
Saludos a Fulleda y respeto para du obra