Es lastimosa la lista de pacientes que fallecen diariamente a causa de la Covid-19, casi en la totalidad porque las comorbilidades hacen muy complejo el manejo y los tratamientos, por lo que se agravan y es imposible salvarles la vida, pese al esfuerzo de los galenos.
Este es un foco rojo que se mantiene desde que se introdujo el Sars Cov2 en Cuba, solo que al principio, al ser menor la cantidad de enfermos, eran más esporádicos los decesos. En este rebrote, cuando se han roto todos los récords, también se han transmitido más condolencias.
Y es que la irresponsabilidad y la impunidad dan latigazos a los más vulnerables; a veces los ancianos están en las colas, sobre todo porque algunas familias los utilizan por la prioridad en la compra de productos necesarios en el hogar, pero otros están en sus hogares y llega alguien que, sin la debida protección y cumplimiento de las medidas de aislamiento, se convierten en contactos en la transmisión de la Covid-19.
Una enfermedad que como hemos repetido hasta la saciedad, es altamente contagiosa y letal.
Ahora que se ha reducido el arribo de vuelos internacionales, y los viajeros tienen que presentar un PCR negativo para venir a Cuba, las cifras de contagios del exterior han disminuido drásticamente, una señal evidente de que las medidas, bien pensadas y aplicadas, dan frutos a corto plazo.
La cantidad de personas que llegaron a la isla sin síntomas pero enfermos e iban a casas de familiares (donde muchas veces se organizaban fiestas con gran cantidad de personas) desparramó el virus por toda la geografía.
Ahora el trabajo sigue más intenso, hay más exigencias con quienes vienen del exterior (mi vecina lleva cinco días encerrada en su habitación, aunque tiene que usar el mismo baño que el resto de la familia, hoy le hicieron el segundo PCR en Cuba; lo sé porque la doctora tocó a mi puerta confundida con el número del apartamento), y es de esperar que el contagio por contacto con casos positivos disminuya (están ingresados de nuevo los contactos y sospechosos, así como los que llegan al país).
Las cifras de la Covid-19 son espeluznantes; Cuba las publica cada día, y los medios de prensa dan seguimiento al tema insistentemente. La población está informada, y tiene la responsabilidad del cumplimiento de todas las medidas orientadas, tanto en el interior de la vivienda como en el exterior. De su accionar depende en gran medida que bajen las cifras y solo suban las altas médicas y los recuperados.
Enero y febrero estarán en el mal recuerdo de los cubanos: más infectados, más fallecidos; más lactantes, más menores de 18 años, más ancianos que han enfermado. La población con la atención primaria de salud y las organizaciones comunitarias también deben jugar su rol.
La situación es compleja, vuelve a decir Durán. Se siguen adoptando medidas, y la vacuna está por llegar, lo que satisface y crea una esperanza, pero aún hay que tener a la responsabilidad como la mejor aliada. “El hecho de haberla padecido y de estar vacunado, no exonera el cumplimiento del uso del nasobuco, el aislamiento y el lavado frecuente de las manos”, sentenció el galeno.