Desde que el 21 de marzo de 2020 Cuba reportara el primer paciente pediátrico positivo a la COVID-19 hasta el 31 de enero de 2021, el país acumula 2 882 menores de edad diagnosticados con el SARS-CoV-2, y solo en el primer mes del año la cifra alcanzó alrededor de los 1 600 infantes, lo que representa más pacientes enfermos en ese mes que en todo el 2020.
También se reportó el 49 por ciento del total de lactantes, de ellos el 40 por ciento tiene tres meses o menos; mientras que La Habana, Guantánamo y Santiago de Cuba fueron las provincias de mayor incidencia.
Hasta el cierre del domingo 31 de enero, 586 casos se encontraban activos y el 82,8 por ciento del total de los niños y adolescentes diagnosticados estaban recuperados y en proceso de insertarse en las consultas de convalecientes en la Atención Primaria de Salud.
En la nación no se ha reportado ningún fallecido en edad pediátrica, resultado que se debe, en gran medida, al robusto protocolo de actuación con una atención médica personalizada acorde a las necesidades de cada infante.
El personal de la salud realiza un trabajo minucioso para prevenir lesiones secundarias relacionadas con las infecciones, a través de la vigilancia estricta ante los signos de alarma y la aplicación precoz del tratamiento, porque la finalidad es minimizar las secuelas biológicas y psicológicas.
Los especialistas coinciden en que ha disminuido la percepción de riesgo en la población, al diagnosticarse lactantes, pacientes con comorbilidades y patologías crónicas positivos a la enfermedad.
La doctora Lissette del Rosario López, jefa del Grupo Nacional de Pediatría del Ministerio de Salud Pública insiste: “La niñez está concebida para crecer en sanidad física y biológica y por eso todos tenemos la misión de cuidarla, extremar las medidas de seguridad y vivir con la certeza de que vamos a lograrlo, pero es una tarea de todos”. (Tomado de salud.msp.gob.cu)