Recuerdan que aquel 27 de enero de 1945 fue especialmente frío. Eran casi las tres de la tarde cuando una avanzadilla de la 332º división de infantería del Ejército Rojo se topaba con una enorme verja donde, en lo alto, se podía leer Arbeit Macht Frei (el trabajo os hará libres).
La liberación del campo de concentración de Auschwitz el 27 de enero de 1945 por las tropas soviéticas puso fin a una de las experiencias más terribles que el ser humano tuvo que sufrir.
Este horrible lugar ganó el deshonroso título de ser el sitio más notorio de una red de campos y guetos destinados a la desaparición de los judíos de Europa, ya que allí más de un millón de 1.1 millones de personas fueron asesinadas.
Pero no fue el único campamento creado para la eliminación primero de los judíos en Europa y luego de todos los que no pertenecieran a la “raza aria”.
En su aniversario 76 líderes mundiales y sobrevivientes del holocausto conmemoran la liberación de Auschwitz que este 27 de enero y por primera vez en la historia, las ceremonias de remembranza se realizaron de forma virtual, debido a la pandemia.
Y es que el holocausto debe recordarse como hecho histórico, pero además, como advertencia del crecimiento del antisemitismo y otras expresiones de odio en el mundo.
En la red de campos y guetos destinados a la desaparición de los judíos de Europa murieron unos 6 millones de judíos europeos y millones de otras personas fueron asesinadas por los alemanes nazis y sus colaboradores.
Cuentan los sobrevivientes
Casi ocho décadas después muchos de los niños que sobrevivieron a la masacre cuentan historias que no deben olvidarse.
Tova Friedman, nacida en Polonia, tenía solo 6 años de edad cuando se escondió entre cadáveres en Auschwitz en medio del caos de los últimos días del campo de exterminio.
Había recibido instrucciones de su madre de que se quedara completamente quieta en una cama, junto al cuerpo de una joven que acababa de morir.
Las fuerzas alemanas se preparaban para huir de la escena de su genocidio e iban de cama en cama disparando a cualquiera que aún estuviera vivo, Friedman apenas respiró bajo una manta y logró salvarse.
Días después, el 27 de enero de 1945, se encontraba entre los miles de prisioneros que sobrevivieron cuando las tropas soviéticas (y lo reitero porque hay quienes tratan de ocultar este hecho y le dan el crédito a los aliados), liberaron el campo en la Polonia ocupada por los nazis.
Ahora, con 82 años de edad, tiene como objetivo «dar advertencia» sobre el aumento del antisemitismo y otros tipos de odio en el mundo, de lo contrario «podría suceder otra tragedia», asegura.
Con solo 11 años, el belga Simón Gronowski saltó del tren que lo llevaba al campo de concentración de Auschwitz. Viajaba junto a otros judíos en el Vigésimo Convoy, el único tren del que gracias a la Resistencia pudieron escapar quienes eran deportados a una muerte segura.
“Salté del tren porque me lo pidió mi madre”, recuerda. “Si ella me hubiese dicho que me quedara, lo hubiese hecho, y hubiese muerto con ella en la cámara de gas”, lamenta Gronowski.
Después del trauma de haber perdido a su familia, Simón guardó silencio durante 60 años sobre todo lo ocurrido durante la invasión nazi y la deportación. Pero en 2002, alentado por sus allegados, decidió contar su historia en el libro, El niño del vigésimo convoy.
Son solo dos de las historias de los que pudieron sobrevivir al genocidio.
COVID-19 logró acabar con sobrevivientes
Un total de 5 mil 300 sobrevivientes del Holocausto dieron positivo a la COVID-19 en Israel, mientras la pandemia se cobró la vida de 900 de ellos en 2020, según mostraron las estadísticas publicadas por la Autoridad de Derechos de los Sobrevivientes del Holocausto (ADSH) del país.
El primer israelí muerto por el virus, Aryeh Even de Jerusalén, de 88 años, falleció el 21 de marzo. Era un judío húngaro superviviente cuyo padre murió en el campo de exterminio de Mauthausen. Aryeh sobrevivió a los nazis escondiéndose en un sótano con su madre y hermanos y emigró a Israel en 1949.
En el aniversario el Papa Francisco reflexionó sobre el holocausto y advirtió:
«Recordar también significa tener cuidado porque estas cosas pueden volver a ocurrir, empezando por propuestas ideológicas que quieren salvar a un pueblo y acaban destruyéndolo y a la humanidad. Cuidado con el inicio de este camino de muerte, exterminio y brutalidad», sentenció.
Una encuesta de la Fundación Körber de Alemania reflejó que más de la mitad de los estudiantes entre 14 y 16 años no saben qué es Auschwitz. En EE.UU., un sondeo de la Conferencia sobre Reclamaciones de Material Judío contra Alemania reveló que el 63% desconoce la existencia del Holocausto.
Muchos estudiosos y políticos llaman la atención del camino incierto que está tomando la humanidad y a los riesgos que la COVID-19 y sus consecuencias económicas y sociales pueden conducirnos.
Para muchos existe la posibilidad real de crear un escenario internacional que permita el peligro de una nueva confrontación militar que involucre a las grandes potencias del planeta que, además, poseen el arma nuclear en cantidad suficientes para destruir el planeta varias veces.
No solo es recordar, sino lograr que las nuevas generaciones sepan cómo se llegó a la barbarie nazi y sus planes de dominar el mundo. Algunos de los asaltantes al Capitolio de Washington, el 6 de enero llevaban mensajes antisemitas como «Camp Auschwitz» y «6MWE», que significa que «6 millones no fue suficiente»