De acuerdo con una declaración publicada por ocho relatores especiales de la ONU, ese es ‘un lugar de arbitrariedades y abusos’, y debería haberse clausurado hace mucho tiempo.
Por ello, instaron a la nueva administración estadounidense, que asumirá el 20 de enero, a cerrar inmediatamente ese centro de detención.
También, solicitaron que se investiguen los abusos de las garantías fundamentales cometidos en esa instalación, señala el sitio oficial de noticias de Naciones Unidas.
Los prisioneros que quedan en la Base Naval de Guantánamo corren el riesgo de morir por el rápido deterioro de su salud debido al envejecimiento y daños físicos y mentales sufridos por crueles e inhumanas condiciones de encarcelamiento, advirtieron los relatores en un comunicado conjunto.
En esa prisión, la tortura y los malos tratos son rampantes y continúan institucionalizados, pues el estado de derecho está suspendido de facto y se niega la justicia, recalcaron.
‘La mera existencia de esta instalación es una vergüenza para Estados Unidos y para la comunidad internacional en su conjunto’.
Ahora, detallaron los relatores de ONU, la pandemia de Covid-19 agrava aún más las vulnerabilidades de salud de esa población carcelaria, cada vez más vieja.
La detención prolongada e indefinida de personas que no han sido condenadas por ningún delito por una autoridad judicial competente e independiente bajo el debido proceso legal, es arbitraria y constituye una forma de trato cruel, inhumano y degradante o, incluso tortura, denunciaron.
Al respecto, pidieron al Gobierno de Estados Unidos que garantice a esas personas detenidas en Guantánamo un debido proceso judicial, respetando sus derechos humanos, o que se las libere o repatríe inmediatamente, respetando el principio de no devolución.
Hace 19 años, se estableció una cárcel en la ilegal Base Naval de Guantánamo y a lo largo de estos 19 años, expertos en derechos humanos de la ONU han exigido de forma sistemática su cierre.
Asimismo, denuncian los abusos y torturas a los cuales se someten a los detenidos que viven en una especie de limbo legal, fuera del alcance del sistema judicial estadounidense.
En 2003, Guantánamo tenía unos 700 prisioneros y actualmente solo quedan 40 detenidos, pero sólo nueve fueron acusados o condenados por algún delito, según cifras de la ONU.