Cuando se dio a conocer el proyecto provocó expectativas en toda Europa, permitió a Estados Unidos incrementar su política de sanciones contra sus creadores y las empresas internacionales que lo llevan a cabo, y convirtió el tema en uno de los tantos asuntos que forman parte de la actual geopolítica internacional.
Se trata del Nord Stream 2, un gasoducto que duplicará las capacidades de entrega de gas ruso del Nord Stream 1, operativo desde el 2012, y garantizará el suministro a Europa occidental a través del mar Báltico, cuya puesta en marcha prevista para el 2020 sufrió atrasos por la pandemia y las sanciones.
En el proyecto participan, además del gigante ruso Gazprom, cinco grupos europeos: el francés Engie, los alemanes Uniper y Wintershall, el austriaco OMV y el angloholandés Shell, con un presupuesto total de 9 mil 500 millones de euros.
El todavía presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a extremos para defender los intereses económicos de sus colegas magnates de la energía en esa nación y en el año 2018 acusó a la canciller Angela Merkel de “ser prisionera de Rusia”, ya que Alemania sería más dependiente de los recursos energéticos rusos.
Antes de iniciarse los trabajos y que ahora están a punto de unir al territorio ruso con varias naciones europeas, la Federación Rusa mantiene la advertencia de que el rechazo estadounidense “era una política de contención contra su país y que los planes de construcción no cambiarían”.
Gas ruso o estadounidense
El proyecto tiene como objetivo la puesta en marcha de un gasoducto que transportará hasta 55 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año desde Rusia a Alemania, pasando por las aguas territoriales o las zonas económicas exclusivas de Dinamarca, Finlandia, Alemania, la propia Rusia y Suecia.
Se oponen al nuevo gasoducto, cuya construcción está a punto de finalizar, Estados Unidos, que busca vender a Europa el gas natural licuado (GNL) y varios Estados europeos, entre ellos Polonia, Letonia, Lituania y Ucrania. Para frenarlo se han aplicado sanciones a las empresas constructoras.
Trump afirmó, en la reunión de la Otan celebrada en el 2018, que “Alemania está completamente controlada por Rusia”. Gastamos miles de millones de dólares para proteger a Alemania contra Rusia (por ende) no sería apropiado que Alemania pague miles de millones de dólares a Rusia”, aseveró.
Las críticas de Estados Unidos surgen porque esa nación aumentó significativamente su volumen de producción de gas natural gracias a las tecnologías de fracturación hidráulica desde principios de la década de los 2000 y ve a Europa como un mercado importante para sus exportaciones de GNL.
Muy cerca de la meta
La compañía rusa Gazprom perdió casi el 50 % de sus ingresos debido a la pandemia de coronavirus COVID-19 y, sin embargo, continúa buscando soluciones para completar el proyecto debido a que está muy cerca de ser concluido.
El miembro del Consejo de la Federación de Rusia, Sergey Tsekov, recientemente declaró: “Si se piensa que es posible cancelar el Nord Stream 2 solo porque es el deseo de alguien o se sigue a los EE. UU. y creen que no pasará nada, están muy equivocados”.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, expresó al respecto: “El Nord Stream 2 no debe politizarse. Este es un proyecto comercial en interés tanto de Rusia como de la Unión Europea (UE), especialmente de Alemania”.
Llega el invierno, sigue la pandemia, las proyecciones para el nuevo año no son nada halagüeñas y a pesar de sanciones, amenazas y conspiraciones para frenar el proyecto, todo indica que buena parte de los europeos recibirá el tan necesario gas para protegerse del crudo invierno. En fin, resultó un proyecto imparable.