“Todos los días frente al enemigo y vencimos la batalla”, con esa satisfacción en lo más hondo de sus sentimientos, humanos y profesionales, regresó a la querida Patria el doctor Enrique Millán Leyva, después de tres meses de enfrentamiento a la COVID-19 en tierra venezolana.
A Venezuela llegó el pasado 11 de septiembre como parte de las seis brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve, que acudieron para reforzar la labor de los más de 22 mil colaboradores de Cuba que juntos a sus hermanos de la nación sudamericana defienden la salud y la vida frente a la pandemia.
Millán es especialista de segundo grado en Medicina Intensiva y Medicina Interna, e hizo un alto en su quehacer habitual en el Hospital general docente Ernesto Che Guevara, de Las Tunas, para brindar su apoyo solidario.
“Ya había estado seis años aquí en Venezuela, recuerda, pero en esta ocasión fue diferente la misión, porque ahora vinimos en un momento en el que había un alto porcentaje de pacientes infestados por COVID-19, con un elevado índice de mortalidad y logramos reducirlo, del total de ingresados seis perdieron la vida, un hecho lamentable, pero muy por debajo de los pronósticos de letalidad.”
¿En qué consistió la labor?
“Primeramente trabajamos en el reordenamiento del flujograma, el establecimiento de los protocolos de bioseguridad, la capacitación del personal en asuntos relacionados con el enfrentamiento a la COVID-19 y en el uso de los medios de protección.
“Luego asumimos la atención directa a 398 pacientes, en los Centros de Diagnóstico Integral (CDI) con enfermos venezolanos graves, ventilados; y, yo estuve al frente del colectivo médico en pases de visitas en el Hospital del Instituto Venezolano del Seguro Social Dr. Juan Daza Pereira, en Barquisimeto, Estado de Lara.
“Durante tres meses, todos los días estuve dentro de la zona roja, donde hicimos procederes de ventilación invasiva y no invasiva, cateterismo, y reanimación de pacientes en paro respiratorio que son los momentos cuando uno más se expone y los más peligrosos por el grado de aerosolización que se produce y entonces hay más riesgos de contaminación.”
Sin embargo ninguno de los brigadistas enfermó, ¿a qué le atribuye esos resultados?
“A la observación estricta de todas las medidas de bioseguridad implementadas por las direcciones de la Oficina de Atención a las Misiones Sociales de Cuba en Venezuela y de la Misión Médica Cubana, incluido el uso de los medios de protección, que son asuntos vitales para contrarrestar el contagio.”
Entonces, ¿es posible contener la propagación?
“Claro que sí, lo demuestran día a día nuestros trabajadores de la Salud que están en primera línea, algo que es aplicable a toda la población. Si se respetan los protocolos de bioseguridad disminuye el riesgo de contaminación, que para las personas comunes consiste en el uso correcto del nasobuco, el distanciamiento social, el lavado frecuente de las manos… y otras orientaciones harto conocidas.”
¿Satisfecho?
“Claro que sí y mucho, porque he cumplido ese compromiso que tenía con mi papá, Enrique Millán Acosta, un ser muy humilde, pero una conciencia revolucionaria a toda prueba que nos inculcó a la familia; con Fidel, con Chávez, con Raúl y nuestro presidente Miguel Díaz-Canel.”
Y así como un héroe que no reclama premios, con el corazón henchido de alegría y la disposición de seguir dando batalla por la salud y la vida donde se reclame su presencia retornó a Cuba, su querida Patria, el doctor Enrique Millán Leyva.
De su altruismo, entrega y buena voluntad pueden dar fe, además, la gente más vulnerable del Estado venezolano de Yaracuy que acudió a los CDI Independencia y San Felipe 1 y 2; sus colegas de la Unidad de Apoyo Vital de la Misión Médica Cubana aquí, donde cumplió su primera misión en esta nación sudamericana.
También pobladores de Angola, Nicaragua y Belice, países en los que atendió con la misma vocación, porque así son los miembros del Ejército de Batas Blancas, que el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, fundó y puso al servicio de los necesitados del mundo.
Que orgullo ser tu sobrina, eres grande entre los grandes, médico excepcional de pobrada maestría y amor por lo que haces. Eres paradigma de la medicina cubana, y un hijo digno de tu padre, ese hombre de quien aprendimos de dignidad, honor, entrega y fidelidad a Fidel y la revolución. Desde donde está mi abuelo, te aseguro está muy orgulloso de ti. Te amo
Muchas Felicidades doctor el hombre de honor y vergüenza merece que se le reconozca sus meritos. vienvenido a la Patria.
Bravo millo seguiremos haciendo páginas de gloria para Cuba