Cinco Palmas, un lugar perdido en los montes del oriente cubano, pasó a la historia hace seis décadas como ejemplo de la voluntad de vencer, cuando los rigores de la adversidad parecían imponerse.
En el reencuentro de un puñado de hombres maltrechos, que habían padecido una travesía arriesgada, un desembarco azaroso, el ataque sorpresivo del enemigo, el asesinato de una veintena de sus compañeros y la dispersión de otros, no hubo lugar para las palabras desaliento ni fracaso. Por el contrario, se produjo aquel diálogo inolvidable:
—¿Cuántos fusiles traes?— le preguntó Fidel a Raúl.
—Cinco.
—¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!
La expresión, como señalaría años después el propio líder de la Revolución, estaba inspirada en la frase del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, cuando al quedarse con unos pocos combatientes, exclamó: “¡Aún quedamos doce hombres! Bastan para hacer la independencia de Cuba”.
Y es que los reunidos en Cinco Palmas no conformaban un grupo de aventureros, como el adversario se empeñaba en difundir, sino de continuadores conscientes de una epopeya libertaria, que como sus antecesores mambises no se intimidaban por las dificultades.
Fidel había expresado desde el exilio esa decisión inalterable de vencer: “(…) me lleno de fe en que por largo y ancho que sea el camino, el éxito más rotundo culminará nuestra lucha”, y agregó con su admirable optimismo: “Tal vez si el camino fuera fácil no me sentiría tan feliz y animado. ¿En qué podríamos parecernos entonces a los que en otros tiempos hicieron la independencia de Cuba frente a obstáculos cien veces mayores?”.
Ejemplo fehaciente de que esa era la vía correcta a seguir fue que con esos siete fusiles, sumados a otros que los campesinos recolectaron de los compañeros asesinados o que habían sido guardados para recuperarlos más tarde, se obtuvo el primer triunfo del naciente Ejército Rebelde.
Sobre la significación de aquel encuentro, Fidel en el Informe Central al Primer Congreso del PCC, el 17 de diciembre de 1975:
“Con siete armas se inició de nuevo la contienda en la Sierra Maestra y al cabo de dos años el ejército de la tiranía, supuestamente invencible, había sido liquidado y el pueblo victorioso empuñaba los 80 mil fusiles que un día se esgrimieron contra la nación”.
No fue posible plasmar en una imagen fotográfica aquel reencuentro de Fidel y Raúl en Cinco Palmas, pero el lente captó otra aún más significativa: la de ambos, con los brazos alzados en señal de victoria, tomada tres décadas después, en ese mismo escenario, como elocuente ratificación de que el triunfo les corresponde a los que perseveran en la defensa de una causa justa.
Para entonces no solo se había ganado la guerra, sino empezado a construir una sociedad nueva, en abierto desafío al imperio que a la distancia de 90 millas hacía lo imposible por destruirla. Todavía quedaban muy duras pruebas, a las que el pueblo pudo afrontar y continuar adelante guiado por un líder que desde los tiempos oscuros de la prisión declaró: ” Me propongo vencer todos los obstáculos y librar cuantas batallas sean necesarias”. Y lo hizo junto a lo que llamó siempre su mejor tropa, el pueblo.
Es esa la permanente enseñanza de Fidel, como reiteró Raúl: ”que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece en su voluntad de vencer, hace una evaluación correcta de cada situación y no renuncia a sus justos y nobles principios”.
Así ha ocurrido en el año que está a punto de concluir, en que los cubanos se han enfrentado a dificultades que parecían insuperables y han demostrado que con decisión se pueden multiplicar los recursos y seguir avanzando en el camino trazado, sin renunciar a nuestros sueños de justicia y prosperidad.
Del mismo modo en que en aquel lejano diciembre de 1956 la dictadura de Fulgencio Batista quiso aniquilar al contingente que había arribado a la patria para reanudar la obra inconclusa de nuestros primeros libertadores, en estos tiempos el gobierno de Estados Unidos ha hecho todo para asfixiarnos. Pero como expresó el Presidente cubano Miguel Díaz Canel, “Ellos insistieron en matarnos; pero nosotros insistimos en vivir y vencer” Ahí está el legado de Cinco Palmas.
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Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …
PARA MI,MI FAMILIA Y MIS COMPAñEROS DE TRABAJO DE LA U.E.B TERMINAL CALVARIO ,FIDEL CASTRO RUZ SIEMPRE VA A ESTAR VIVO EN NUESTROS PENSAMIENTOS Y CORAZONES POR QUE COMO EL NUNCA VA A VER DOS EN LA HISTORIA DE NUESTRA PATRIA GUERRILLERA Y REVOLUCIONARIA LA CUAL HEMOS PODIDO SACAR ADELANTE GRASIAS A SUS CONSECTOS DE REVOLUCION QUE NOS DEJO A TODOS LOS CUBANOS COMO ENSEñANZAS