Otra victoria de la justicia y la razón, y a favor de la dignidad latinoamericana y caribeña se alcanzó este viernes cuando un Tribunal de Sao Paulo dio a conocer que se archivaba la investigación contra el expresidente brasileño Luis Inacio Lula da Silva y su hijo Claudio por supuesto lavado de dinero y tráfico de influencias.
Según dio a conocer Telesur, el juez federal Diego Paes Moreira acató los argumentos de la fiscalía pues en la época en que supuestamente se realizaron los hechos – en 2011 – ya Lula no ocupaba ningún cargo, convirtiéndose así en el séptimo cargo imputado contra el ex mandatario de los cuales resulta absuelto por falta de pruebas.
El propio juez Paes Moreira dijo que los delatores no han indicado ningún acto de corrupción en concreto que pudiera probarse y se incluyera entre los tipificados como delito de influencias, entre ellos firma de contratos o realización de pagos.
Luego de la decisión, los abogados de Lula recordaron que la apertura de esta investigación se debió a delaciones o falsas acusaciones sin materialidad, lo cual demuestra que el ex presidente no tuvo un juicio justo al imponérsele dos sentencias por el caso Lava Jato de Curitiba.
“Siete veces inocente. Las acusaciones de farsa contra Lula son demolidas una a una, día por día. Apenas en “Lava Jato de Curitiba” Lula fue condenado porque no tuvo derecho a un juicio justo y parcial”, señaló uno de sus abogados, Helder Salomao, en su cuenta en Twitter.
Aunque hace más de dos años se espera que el Supremo Tribunal de Federal de Brasil se pronuncie en un juicio referido al Habeas Corpus en el que deberá juzgarse la parcialidad del juez Moro durante su magistratura al condenar a Lula, este aún no tiene una fecha prevista. Esto, unido a las victorias que – tal como dice el abogado Salomao – ha alcanzado el también líder del Partido de los Trabajadores de Brasil por séptima ocasión consecutiva en los tribunales, es una muestra más de la judicialización de la política y la cacería de brujas implantada en países como Brasil al asumir el gobierno un ultraderechista como Jair Bolsonaro, con afán sin límites por desprestigiar y sacar de la vida política de la nación a los líderes de la izquierda.
Pero Lula es dignidad y eso bien lo saben quienes han seguido su trayectoria como político, intelectual, como hombre de bien y excelente ser humanos. Ha resistido prisión, manipulación, injurias, procesos judiciales amañados y nunca ha bajado la cabeza. Ahí está y estará, como ha dicho, siempre al lado de las causas justas de su pueblo y del mundo.