Ahora que en la capital de todos los cubanos se experimenta una semblanza de normalidad, se alistan las mochilas para la pronta reanudación del curso escolar y se aprende a convivir con la COVID-19 —como si durmiéramos con el enemigo— es innegable pensar que este período de emergencia sanitaria por el que hemos transitado ha sido difícil, estresante y plagado de incertidumbres, sobre todo, en los pasados meses de aislamiento.
Por otro lado, muchas personas concordarán que si hubo algún aliciente que nos permitió matar las horas de ocio, mantener una pretensión de comunicación y seguir de cerca el devenir nacional e internacional de la situación epidemiológica fue, sin duda, la conectividad en la red de redes.
Pero más allá de escribirnos por WhatsApp y ver videos en YouTube, Internet se convirtió, sin discusión, en el escenario principal de la cultura artística y literaria en tiempos de transmisiones virales; y las redes sociales se coronaron como los principales espacios de aprendizaje, entretenimiento y consumo cultural.
Por citar algunos paradigmas, desde el inicio del confinamiento Casa de las Américas puso a disposición de la población en formato digital varios ejemplares emblemáticos de su vasta librería con el fin de garantizar el empleo fructífero del tiempo libre; las Romerías de Mayo digitales pasarán a la historia como un evento sin precedentes o se convertirán en una forma más de disfrutar de tales festividades desde la comodidad de tu hogar.
Los concursos infantiles se trasladaron al espacio online, donde los niños fueron convocados a realizar dibujos y, por medio de videos cortos, transportar sus obras maestras hasta los paneles de jueces.
Mayo fue testigo de Tu casa es tu teatro, propuesta online de la edición XIX del evento bayamense Primavera Teatral, mientras que en junio vivimos la poesía con la 48 edición de la jornada nacional de homenaje a Manuel Navarro Luna. Por su parte, la plástica dijo presente con obras como Quien dijo todo está perdido, Cuba viene a ofrecer su corazón, tributo a los ejércitos de batas blancas del artista Luis Alberto Ruiz Saavedra.
La Fiesta del Aliñao, el certamen de creación artística La otra cara del Coronavirus convocado por el periódico La Demajagua, las muchas aulas online que se unieron a los esfuerzos educativos —como es el caso del sitio web del Centro Nacional de Escuelas de Arte— y hasta Payasos a Domicilio se colaron en los móviles. Esta última propuesta, a cargo del grupo Teatro Tuyo, se suma a los esfuerzos por demostrar que a pesar del aislamiento social no habría distanciamientos del público ni se renunciaría a la creatividad.
Disímiles cantantes demostraron su talento en vivo, y en muchas ocasiones la Televisión Cubana se hizo eco de tales transmisiones. Y como el arte es un reflejo de la sociedad, hasta canciones motivó el coronavirus: lo confirman Alexander Abreu y Havana D´Primera, el dúo Buena fe, el humorista Virulo y el músico Emilio Vega, quien dedicó el tema Izar banderas al personal cubano de la salud merecedor de aplausos tan sonoros como el cañonazo.
Concuerdo con el Doctor en Ciencias Médicas Wilkie Delgado, quien en su columna en Cubainformación asevera que “en Cuba la música se ha transmitido con una intencionalidad especial como forma de recreación y bálsamo psicológico y espiritual”.
“La música no cura una pandemia, pero alegra el alma”, así afirma el Departamento de Comunicación Global de las Naciones Unidas y demostraron los disímiles representantes del panorama musical cubano que han apoyado el enfrentamiento al SARS-CoV-2 invitando a deleitarse, desde el hogar, con lo más selecto del repertorio sonoro del país desde iniciativas como Tunturuntu pa’tu casa y los más de 100 conciertos virtuales de Estamos Contigo.
Exposiciones, charlas, cursos… son ejemplos de cuanto se ha realizado. Lo cierto, es que cada expresión artística “ha hecho su aporte al reflejo y transmisión de un mensaje de alerta personal y social”, a decir de Delgado. Por mi parte, agregaría que han contribuido también a entretener al pueblo.
Todo en concordancia con la disposición del Ministerio de Cultura de trabajar “para mantener la vitalidad cultural pese al cierre de instituciones, canalizar el compromiso de los artistas, destacar los aniversarios que marcan el itinerario heroico de la Revolución y mantener el trabajo de las instituciones”, como apuntó el titular del sector, Alpidio Alonso.
Apegarnos a esa convocatoria tan trending de #QuédateEnCasa se nos hizo más llevadero teniendo tantas personas dispuestas a brindarnos su talento cuando más lo necesitábamos por esa vía rápida, cómoda y hasta saludable. La vida no se detuvo aunque así se sintiera… simplemente se adaptó, e igual lo hizo la cultura, con numerosos eventos y sus manifestaciones artísticas. Para muchos de los que trabajamos en los medios el modo online se convirtió en la manera de mantenernos eficientes, productivos o simplemente activos en el plano laboral.
Pero como la única forma validada de sopesar la historia es desde la distancia, y como coexistimos en esta viña las personas de tipo “vaso medio vacío” con las de “vaso medio lleno”, no logro convencerme de cuál será el consenso social —de haber alguno— respecto a este período, digamos, en 2050… ¿Pasará esta etapa a la posteridad con el título De la COVID-19 y otros demonios o nos consolaremos repitiendo que, al menos tuvimos al Bendito Facebook?