Recordar la llegada de los restos del Che, así como los de miembros del Destacamento de Refuerzo, al Memorial en el Conjunto Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara, en octubre de 1997, aún conmueve. Estaba Cuba y Santa Clara estremecida, callada, insomne, día inolvidable por luctuoso, triste y emotivo.
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Santa Clara toda lo esperó con sentimientos encontrados, que iban desde la sorpresa por tenerlo, hasta el sentimiento de saberlo de vuelta después de 30 años de ausencia; presencia y vigencia se entrelazaban para desbordarse en amor por un hijo, por un símbolo, por alguien que se convirtió en legado universal. Por un nombre que engendra lo mejor del ser humano: Che.
Desde días antes se le había rendido tributo en la capital cubana, el que terminó en un trayecto hasta la ciudad de Santa Clara donde el pueblo acompañó al cortejo fúnebre hasta su llegada a la Biblioteca Provincial José Martí, en particular a la sala Caturla de esa institución.
Cuando arribó el cortejo fúnebre al parque Leoncio Vidal, solo se rememora el silencio, hasta las aves que anidan en la Plaza Mayor de la ciudad dejaron de cantar. El pueblo consternado y en medio de un mutismo profundo que se convirtió en grito; lloró, se estremeció, abrazó las banderas, y cantó en un susurro imperceptible la melodía de Carlos Puebla que nos ha acompañado desde el día desconsolado de su partida a la eternidad.
En las manos de los que se reunieron, que fueron todos y de todas partes, hubo flores, cartas, poemas… en las manos de los presentes estaba la historia que inspiró, esa que es la esperanza de América y del mundo.
El 17 de octubre el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz ―en la ceremonia de inhumación de los restos del Che, en el Memorial del Conjunto Escultórico que lleva su nombre en la ciudad que libertó y lo acogió como un hijo― nos dejó ver lo que realmente significaba su llegada: expresó que estábamos allí no para despedirlo, sino para recibirlo e incorporarlo a la batalla de cada día con su Destacamento de Refuerzo, y hacerlo nuestro ¡Hasta la victoria siempre!