Conscientes de que la única forma de acabar con la COVID-19 es la de mantener la disciplina y cumplir con las medidas higiénico-sanitarias, los vecinos del reparto Martí, en el municipio capitalino del Cerro, asumen la vida cotidiana. A diferencia de otros tiempos, no hay muchas personas en las calles, y falta la algarabía de los niños.
Es en los comercios donde más se agrupan. En todos se han dispuesto las normas establecidas en los protocolos: lo mismo en el mercado, la farmacia o el punto de venta de productos agrícolas, poco a poco, las colas han tomado su nivel, aunque no siempre como se desea.
En el Sistema de Atención a la Familia (SAF) los trabajadores se esmeran en la preparación de los alimentos para personas vulnerables, en su mayoría ancianos que viven solos. Trabajadores recién incorporados a esta noble tarea agradecen la oportunidad de servir a la comunidad.
En la mañana, en el barrio hormiguean los estudiantes de medicina, realizando la labor de pesquisaje, fundamental para el enfrentamiento oportuno a la epidemia. Junto a esto, la labor imprescindible de los Médicos de la Familia.
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