Cuando se insiste en la profundidad de la encuesta epidemiológica no es por gusto. Su efectividad conlleva a concretar tranquilidad en varios puntos: identificar la fuente de infección de la COVID-19, conocer rápidamente a los contactos directos y los contactos de los contactos de las personas enfermas, cerrar lo más rápido posible la cadena de transmisión.
Para que se tenga una idea de lo que representa un solo caso sin saber la fuente de infección demostrada baste decir que es alguien que puede estar en la comunidad contagiando sin saberlo, y si es asintomático mucho más, que a partir de él se abren nuevos focos que se pueden multiplicar tanto como el tiempo que transcurra sin ser detectado.
De ahí que una y otra vez se reitere la importancia de la pesquisa epidemiológica no solo en los casos ya confirmados, sino además la pesquisa que se realiza sistemáticamente en la comunidad durante los recorridos que realiza el personal de salud.
Y es una primera parte, porque debemos incluir el papel que debe desempeñar la familia en aportar con total honestidad cualquier síntoma, algo tan importante que de ello depende un actuar médico anticipado, para tener un mejor final.
Por ejemplo, en la jornada de este jueves, se acumulan cuatro casos sin fuente de infección demostrada, para un total de 76 durante los últimos quince días, aunque estas estadísticas varían en la medida que se profundiza.
Si hacemos un análisis más amplio del asunto, en la medida que las personas tienen una mayor movilidad, que va desde insertarse en las colas, visitar amigos y no mantener un distanciamiento físico o aislamiento social como las circunstancias exigen, las formas de contagio de convierten en más imprecisas.
Cuando se habla de que en nuestro país la enfermedad está controlada, a pesar de los nuevos brotes surgidos en las últimas semanas, una de las premisas que lo sustenta es el rigor y la exigencia en el cumplimiento de la identificación de la ruta crítica epidemiológica que se asocia a cada enfermo positivo, el aislamiento de todos los involucrados y el tratamiento clínico a tiempo.
Y si hablamos además de los controles de focos y de los eventos de trasmisión locales, se incluye el estudio de toda la población cercana a la residencia de los confirmados, lo que de alguna manera amplía el número de personas pesquisadas mediante pruebas de PCR.
Según la experiencia internacional, nuestro país, pequeño y con recursos muy limitados además del fuerte bloqueo de que resulta objeto, es el único donde, por voluntad del gobierno, se actúa de esta manera lo que nos ubica en mejores condiciones en relación con la región de las Américas.
Otro de los elementos que avala los resultados en el control de la pandemia es el trabajo preventivo y en la comunicación, además del acompañamiento de las ciencias y la organización de los sistemas de salud, díganse los hospitales y la llamada Zona Roja.
Si este esfuerzo es articulado, constante y contempla la actualización de los procedimientos sobre la base de la experiencia cotidiana tanto nacional como de los territorios, se puede entender perfectamente que cortar cualquier cadena de transmisión conjuga disciplina y rigor de las personas, las instituciones y el cumplimiento de todos los protocolos de salud, donde la pesquisa y la encuesta epidemiológia son esenciales.
Identificar cada fuente de infección y cortar la cadena de transmisión es una urgencia de salud, que acompañará siempre a las acciones de prevención frente a la COVID-19. (Demetrio Villaurrutia Zulueta / Radio Rebelde)