Desde que se confirma el embarazo, el padre comienza los preparativos, aunque serán las mujeres de la familia, generalmente las abuelas, quienes aportarán su experticia para balancear el alcohol y el dulce de la preparación. Indispensable es la damajuana, un botellón de diez litros de capacidad donde almacenar al protagonista del futuro jolgorio que deja en agonía a cualquier tradición anglosajona -léase babyshowers-.
Por supuesto, nos referimos a esa bebida, tradicional y autóctona del oriente cubano, que se elabora para celebrar el nacimiento de los hijos -pero sobre todo las niñas- y que, luego del alumbramiento, se entierra otra garrafa del mismo licor para ser degustado cuando el vástago cumpla 15 o 18 años e, incluso, hay quien guarda otra para la boda: el aliñao.
Según el MSc. Domingo Cuza Pedrera, quien asegura que es especialmente popular en las ciudades de Bayamo, Holguín y Las Tunas y que pronunciarlo «aliñado» suena demasiado sofisticado para una bebida tradicional, para prepararlo primero debe elaborarse «un jarabe de azúcar blanca o marrón, al que se le agregan los higos y las hojas de higo, y luego se cocina durante unos minutos. Las frutas se cocinan de forma independiente, porque cada una requiere un tiempo de cocción distinto. Una vez cocidas, se vierten en la damajuana y se agrega el alcohol de acuerdo a las cantidades deseadas».
Aunque posteriormente se enriqueció con frutas como la piña, las uvas pasas, las grosellas, las cerezas, entre otras -que absorben el alcohol y a la vez que se añejan quedan “borrachas-; si hay alguna que no puede faltar es la ciruela, puesto que el origen del aliñao se remonta al llamado ciruelón o ciruelas borrachas, una bebida cuya mención escrita más lejana data de 1857 y que, por sus accesiblilidad y suculencia, se convirtió rápidamente en un símbolo de la ciudad de Bayamo ostentado y disfrutado luego por las familias del oriente nacional.
Por otro lado, la Ecured sitúa su génesis en el agualoja, una bebida elaborada por los esclavos a partir de la hervidura de canela, anís y hojas de higo con azúcar de pilón o raspadura de caña, caldo al que se le agregaba aguardiente cuando se enfriaba.
«A la mencionada bebida, los esclavos de la familia Milanés, de Bayamo, comenzaron a agregar dulces de frutas en almíbar en pequeños trozos y ciruelas pasas deshidratadas o en dulces de los restos de las comidas ofrecidas a los amos. Esto se convirtió en la agualoja aliñada, o sea aliñao, que con el transcurso del tiempo y con algunas modificaciones pasó a ser la bebida tradicional ante el nacimiento de un bebé».
Sin embargo, contrario a lo que promulga la enciclopedia cubana, el también director de la Oficina de Información Turística (INFOTUR) de Granma, advierte que no deben emplearse frutas pulposas como el mango o la guayaba, porque pueden enturbiarlo y fermentarlo. Precisa, igualmente, que no puede considerarse aliñao si carece de pedazos de caña que enriquezcan su textura y sabor.
Sin dudas, tanto la receta -hay quien prefiere no enterrarlo, sino solo dejarlo reposar en un lugar fresco, seco y oscuro- como las raíces de este licor se desdibujan en el tiempo, y por eso podemos encontrar tantas versiones de su surgimiento como formas de prepararlo.
Lo que sí constituye un hecho es que en Granma se comenzó a producir de manera industrial y a ser comercializado, y además cuenta con su propia celebración: «La Fiesta del Aliñao», un jolgorio cultural creado por el cantautor Raúl Torres dónde se amalgaman el muralismo, los eventos teóricos y las descargas trovadorescas en instituciones, teatros y parques granmenses.
Cuando los parientes y vecinos acuden a conocer al recién nacido, brindan con este delicioso líquido que deviene muestra de agradecimiento, alegría, cortesía y hasta condimento de esas reuniones sociales donde se brinda por la salud del bebé y se mezclan la costumbre y la historia con la preservación y potenciación del rico patrimonio cultural y gastronómico de nuestros ancestros y de nuestra patria, transmitido de generación en generación. Entonces…¿te animas a probarlo?
Consulte anteriores SABORES aquí
Ir completando un pomo con dulces de varias frutas mientras crece nuestro bebé en el vientre es otra forma de darle la bienvenida al mundo. Yo lo hice cuando esperaba el nacimiento de mi bella hija. Mi mamá lo hizo al esperarme a mí y luego conservó dos botellas para mis quince. Es una hermosa tradición que no debe perderse.
Esta bebida muy tipica de la regíon oriental, que se prepara para ocaciones, muy bien podria ser comercializada en nuestras redes gastronomicas. Se trata de un producto muy cubano que si se prepara con calidad puede complacer a muchos paladares.
Sus tradicionales trositos de frutas en su interior son sello que lo distinge de otras bebidas. Buena suerte y que se masifique su produción ya sea en medianas, pequeñas o grandes industrias.
Esto es un acto muy lindo pues yo lo hice cuando traje a mi niña al mundo hace 32 años, el que no lo ha experimentado, lo desconoce.