Incontables voces se alzan en uno y otro confín del planeta. Intelectuales, artistas, personalidades políticas, líderes sociales, jefes de Estado y de Gobierno, ministros, altos funcionarios de organismos internacionales, Premios Nobel de la Paz y muchísimas otras figuras del mundo contemporáneo, unidos por un solo objetivo: piden el Premio Nobel de la Paz para los médicos cubanos, por sus elevados méritos académicos, científicos y profesionales en defensa de la humanidad.
El pueblo de Cuba durante toda su historia ha tenido manifestaciones de solidaridad con numerosas naciones del mundo, demostradas desde los inicios del triunfo revolucionario, legados del pensamiento latinoamericanista de José Martí, Ernesto Che Guevara y Fidel Castro Ruz, quien dio continuidad a estas ideas que han sido la expresión del principio internacionalista de la Mayor de las Antillas.
Fidel Castro sembró en muchos países del orbe la semilla de la colaboración médica cubana. De su ingenio creador y altruista nacieron muchos proyectos humanitarios.
En 1960, una brigada médica llegó a Valdivia en Chile para ayudar tras el terremoto que estremeciera a ese país latinoamericano. Cuba no tenía muchos doctores en ese momento, pero aun así envió un contingente de médicos y ocho toneladas de ayuda. Sería esta la primera experiencia internacionalista.
Esta misión de la Revolución cubana continuó en 1963, en Argelia: 50 doctores fueron a apoyar a los pocos médicos que permanecieron en el país africano después de la partida de los franceses.
“Estoy seguro de que no faltarán voluntarios (…). Hoy podemos enviar solo 50, pero dentro de 8 o 10 años, quién sabe cuántos, y estaremos ayudando a nuestros hermanos (…) porque la Revolución tiene el derecho de recoger los frutos que ha sembrado”, expresó entonces Fidel.
En ese año las batas blancas empezaron a inundar lugares remotos, a llegar prontísimo a zonas devastadas por desastres naturales, a sanar el cuerpo y el alma de muchos.
Y comenzaron a contarse entonces las vivencias de los pueblos en la piel de aquellos doctores que llegaban a donde nunca se había visto un galeno, a compartir los dolores ajenos como suyos, a sanar sin reparar en las pobrezas de los bolsillos.
Miles de niños de Chernóbil han recibido tratamiento gratuito en el hospital de Tarará, sobre la base de un programa lanzado poco después del desastre nuclear de 1986.
La asistencia médica gratuita a los países más pobres de África y América Latina, involucrados en la transición postcolonial, ha continuado por décadas, tanto a los sistemas de salud como en respuesta a muchas tragedias y emergencias, con el objetivo declarado de “saldar la deuda con la humanidad”.
La Escuela Latinoamericana de Medicina (Elam), otra idea de Fidel, nació en La Habana a fines de los noventa, para graduar a jóvenes en diferentes especialidades. Hasta ahora decenas de miles de los continentes de África, América y Asia (incluidos algunos estadounidenses), ejercen su profesión de curar y salvar vidas en sus países de origen.
En 1998, se enviaron 100 médicos y enfermeras para ayudar en Haití, Guatemala y Honduras, países golpeados por los huracanes Mitch y George.
Ese mismo año se lanzó el Programa Integral de Salud (PIS) que consiste en el envío de brigadas médicas hacia lugares remotos, de difícil acceso, donde no había presencia de médicos nacionales.
Solo en los primeros 10 años de colaboración en el PIS, en 42 países se realizaron más de 457 millones de consultas médicas, de estas atendidos en terreno 174 millones 732 mil 736 pacientes, 954 mil 919 partos realizados, 2 millones 832 mil 973 intervenciones quirúrgicas y más de 2 millones de vidas salvadas.
En el curso del nuevo milenio Cuba se ha hecho más rica en personal sanitario (las cifras hablan de 76 mil médicos, 15 mil dentistas y 89 mil enfermeras).
El impulso y desarrollo de la Revolución Bolivariana en Venezuela se convirtió en un factor externo que propició la aparición de la modalidad de Programas Especiales, este fue Barrio Adentro el 16 de abril del año 2003.
La denominada Misión Milagro ofreció atención ocular, en numerosos países, a 4 millones de personas desde el 2004. El 22 de julio del 2005 se extendió a 15 países del Caribe y el 15 de septiembre del mismo año a 12 países de América Latina.
Otro importante suceso fue la creación del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve el 25 de agosto del 2005 por iniciativa de Fidel Castro Ruz.
Este contingente se creó a raíz de otro desastre natural, el huracán Katrina, que afectó a los territorios estadounidenses de Louisiana, Mississippi y Alabama, y constituyó un nuevo enfoque de la Medicina de Desastres, aunque a partir de 1960 ya Cuba brindaba esta ayuda ante catástrofes naturales a través de brigadas emergentes.
En octubre del 2005, 700 miembros de la Brigada de Guatemala trataron a las víctimas de la tormenta de nieve Stan, peor que Mitch.
Tras el terremoto en Cachemira, Paquistán, con saldo de unos 100 mil muertos, más de 2 mil 500 médicos y enfermeras de Cuba escalaron las montañas de esa zona, y en la nieve erigieron 30 hospitales de campaña, para ayudar a casi 2 millones de personas. Allí permanecieron por ocho meses.
En el 2006, instalaron 20 hospitales de campaña en una gran área de Bolivia, destruida por las inundaciones.
En Indonesia, a finales de mayo del 2006, un terremoto catastrófico golpeó la isla de Java; seis días después, la brigada ya estaba brindando apoyo en el lugar del desastre. En pocos meses se visitaron 100 comunidades, casi 100 mil personas; y 2 mil operaciones quirúrgicas se llevaron a cabo en hospitales de campaña.
En el 2010 Haití fue aniquilado por un terremoto, 200 mil muertos, y luego cólera. A los médicos cubanos ya presentes se unieron otros de la Brigada Henry Reeve. Trabajaron en condiciones extremas para contener el cólera, y tuvieron éxito. Después de 20 años, 600 cubanos todavía laboran en la vecina isla; en su haber casi 600 mil operaciones, y otras 72 mil oculares.
En el 2013 comienza en Brasil el exitoso programa Más Médicos, que poco tiempo después fue boicoteado por la insensatez del presidente electo Jair Bolsonaro.
A solicitud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y tras una capacitación específica en La Habana, 256 profesionales de la salud fueron a combatir el brote de ébola en África Occidental, específicamente en Sierra Leona, Liberia y Guinea.
Al comienzo de la silenciosa primavera del 2020, Cuba una vez más hace sentir sus principios internacionalistas y hoy tiene 46 brigadas participando en la campaña mundial contra la pandemia de la COVID-19, así como las demás brigadas que ya ejercían sus servicios humanitarios en casi todo el mundo.
Es solo el más reciente acto de un internacionalismo cubano en salud ejercido durante 60 años en América Latina, África y Asia, que actualmente cuenta con más de 30 mil trabajadores (médicos, enfermeras, técnicos) en 67 países.
Existen sobradas razones para otorgar el Premio Nobel de la Paz al ejército pacífico de batas blancas de la isla caribeña. Sus integrantes han salvado millones de vidas en zonas de África, América Latina, el Caribe, y por primera vez en Europa occidental.
Esta grandiosa obra humanitaria no puede ocultarse, ni manipularse, ni tergiversarse, porque a pesar del infame bloqueo impuesto por Estados Unidos, que dura ya casi 60 años, Cuba solidaria continúa enviando sus soldados de paz invencibles a todos los rincones del mundo en la batalla por vencer la COVID-19; y brindar salud, uno de los derechos humanos más sagrados.
(María Inés Álvarez Garay es Colaboradora y profesora de la Brigada Médica Cubana en Gambia)