Elda de la Caridad Quiñones Gómez no es una reconocida atleta, pero entre los del sector, su nombre no pasa inadvertido. Y es que ella se entregó a ese fascinante mundo con la misma pasión que los deportistas de alto rendimiento. Llegó casi niña y se despidió siendo abuela.
Fue en los primeros años de la década del 60 del pasado siglo que, por sus resultados en el atletismo, ingresó en la EIDE Ormani Arenado, en Pinar del Río. “Practicaba velocidad, en la categoría de 60 metros planos. En los Juegos Escolares Nacionales cogimos tercer lugar en el relevo 4×60 metros planos”.
Al concluir la secundaria básica, optó por estudiar magisterio en la Escuela Superior de Educación Física “Manuel Fajardo”, en la Habana, hasta que se graduó, en diciembre de 1967. “Me inspiré en mi profesor Moisés Hechezabal, quien siempre fue ejemplo de disciplina y constancia”, expresó.
De su etapa como alumna en el Fajardo, rememora que en ocasiones iban a ver al Comandante en Jefe Fidel Castro cuando jugaba baloncesto en el Coliseo de la Ciudad Deportista, algo que resulta inolvidable.
“Cuando me gradué, a los 17 años, retorné a Bahía Honda, y empecé a dar clases en la Secundaria Básica Mártires de Guajaibón. Estuvieron un año pagándome un estipendio, porque aún no tenía edad para laborar. Me gustaba enseñar a los estudiantes, entrenarlos para que desarrollarán sus habilidades y capacidades físicas; el deporte humaniza, forja el carácter y fuerza para para la vida. En esa etapa, logré llevar a varios alumnos a los Juegos Escolares”.
Posteriormente comenzaría a ocupar cargos de dirección en los diferentes niveles, hasta convertirse en metodóloga nacional del INDER. Según contó, durante sus 52 años en el Instituto Nacional de Deportes,
Uno de los momentos más importantes de su vida fue la estancia en la República Bolivariana de Venezuela, donde cumplió misión entre el 2000 y 2002 y la sorprendió el golpe militar al gobierno del Comandante Hugo Chávez. “Estaba en el estado de Mérida, todo se puso muy complejo. A los 54 compañeros que permanecíamos allí nos agruparon en un gimnasio. Fue emocionante. Los niños y los estudiantes nos protegieron; rodearon aquel lugar y nos llevaban desayuno, almuerzo y comida. Decían: ‘con los cubanos, nadie se mete’. Cuando Chávez volvió a la presidencia, nos abrazamos todos. Allí dejamos grandes amistades. Hace algún tiempo, una venezolana, de nombre María, me envió las fotos de la hija que cumplió 15 años.
En el 2009 también cumplió misión en Panamá. “Fui ubicada en el barrio San Cristóbal. Tenía alumnos de una zona peligrosa, adolescentes que ingerían droga; les decían los niños de la noche. Fuimos haciendo trabajo educativo con ellos y las familias y hubo cambios de actitud”.
Estar en ese organismo le ha dado la posibilidad de conocer a figuras relevantes del deporte cubano. No olvida la sencillez de Teófilo Stevenson; la modestia de Alberto Juantorena, Ana Fidelia Quirot y Javier Sotomayor, quienes no olvidan su origen y son leales a la Revolución.
Elda habla con orgullo de sus maravillosos años en el INDER, organismo del cual se jubiló en el 2018. “En ese entonces tenía 67 años, quería dedicar algo de tiempo a mi nieta, a la familia. No obstante, les dije que pueden contar conmigo para lo que sea. Me hicieron una despedida con todos los directores provinciales del Deporte. Fueron 52 años de trabajo ininterrumpido en el sector, estoy agradecida de todos mis compañeros”, confesó.
Desde la ventana de su casa puede distinguir el que fue su centro laboral por tantos años, el corazón le late con fuerza, parte de su vida quedó en esa institución.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.