Por Yaima Puig Meneses / Presidencia de Cuba
Ustedes han sido “una digna representación del sistema de Salud cubano, del pueblo cubano, de la mujer cubana”, reconoció poco antes de las ocho de la mañana de este lunes el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, al acudir al encuentro de los más de 400 colaboradores de la brigada médica “Henry Reeve”, que durante unos tres meses contribuyeron a enfrentar a la COVID-19 en México.
En nombre del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, General de Ejército Raúl Castro Ruz; del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; del Gobierno y pueblo cubanos, el Primer Ministro transmitió a todos un fuerte abrazo y el más genuino agradecimiento por la encomiable labor realizada en esa nación.
Al resaltar la tremenda hazaña de nuestros colaboradores en la hermana tierra mexicana, Marrero Cruz comentó acerca de los 68 servicios que brindaron en nueve hospitales, en los cuales atendieron a 54 mil pacientes, la gran mayoría enfermos con la COVID-19. Nos enorgullece que su labor fuera decisiva también para contribuir a salvar 2 169 vidas y devolver felicidad a esas familias, valoró.
“No esperábamos otra cosa de ustedes”, porque cuando se unen la solidaridad, la humanidad y la profesionalidad que distingue a nuestros especialistas, sin lugar a dudas los resultados serán siempre satisfactorios, como los que han obtenido, les confió.
Esta brigada, diversa por la gran variedad de especialidades médicas que agrupó y donde estuvieron representadas todas las provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud –manifestó- llevó consigo un gran reto y sus experiencias serán también enriquecedoras para nuestros protocolos de enfrentamiento al nuevo coronavirus.
Con ellos compartió el Primer Ministro sobre el accionar de la nación durante estos complejos meses de enfrentamiento a la epidemia, en los cuales los enemigos de la Revolución cubana no han cejado en su empeño de asfixiarnos económicamente y han intentado empañar sin éxito “la obra solidaria que realizan nuestros profesionales de la Salud en otras partes del mundo”.
Les habló también acerca de cómo Cuba, sin descuidar en ningún momento el combate a la enfermedad durante estos casi cinco meses, igualmente ha diseñado una Estrategia económico-social que nos permitirá estar en mejores condiciones de asumir la etapa de recuperación de la COVID-19 y hacer frente al estremecedor impacto que en la economía mundial ha ocasionado la pandemia.
Seguidamente, el Salón de Protocolo de Cubanacán de la capital cubana se volvió eco de enriquecedoras experiencias médicas y diversas anécdotas con las que nuestros colaboradores evocaron los estremecedores días que compartieron en el país azteca. A una docena de ellos concedió la palabra el ministro de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, junto a quien también se encontraban el viceprimer ministro Roberto Morales Ojeda; el canciller Bruno Rodríguez Parrilla; y otras autoridades del Partido y el Gobierno.
Con la sencillez de quienes han hecho una gran obra pero sienten que tal manera de actuar es simplemente “cumplir con el sagrado deber de salvar vidas”, se escuchó hablar entonces de ajuste de protocolos sanitarios; de entrega; de solidaridad; de humanismo; de Fidel y su legado siempre presente; del respeto ganado entre colegas; del crecimiento personal y profesional que para la mayoría de ellos significó el desafío de enfrentar en tierras lejanas a la COVID-19.
Como un puntal en esas acciones definió el especialista en Medicina General Integral, Elsys de la Cruz Brínguez, la relevancia del trabajo del médico de la familia en los servicios hospitalarios y la experiencia que acumulan nuestros galenos. En escenarios como estos el trabajo de promoción y prevención en la comunidad resulta vital para lograr que las personas se cuiden y tengan percepción de riesgo –comentó- y al llegar a México no encontramos mucho de eso en las calles.
Tampoco faltó, en voz del licenciado en Enfermería Eddy Pelayo Quevedo, el reconocimiento de todos a las mujeres que dignamente integraron la Brigada; porque ustedes, les dijo, “se crecieron, fueron Marianas, y sin ustedes no hubiera sido posible todo lo que hemos hecho”.
Así, entre nervios, alegrías y grandes compromisos, nuestros colaboradores contaron sobre los muchos retos que implica para el trabajo de un médico de la familia estar en una sala de emergencias destinada a pacientes positivos a la COVID-19; la necesaria y decisiva integración en los servicios de terapia intensiva; la introducción de los cuidados de enfermería en el paciente grave; el papel del epidemiólogo en el control de las medidas de bioseguridad; y las complejidades que entraña la atención pediátrica en estos tiempos de pandemia.
Esta ha sido una experiencia única e inolvidable, reconoció con voz entrecortada la doctora Dayvi García Campaña, especialista en Terapia Intensiva pediátrica. “Nos enorgullece haber logrado poner en alto el nombre de Cuba y de la medicina cubana.”
Y orgullosa está, indiscutiblemente, Cuba entera de todos ellos, de su valía y profesionalidad, de la manera en que partieron, casi tres meses atrás, cargando a cuestas como único equipaje su vocación médica.