En múltiples ocasiones he escuchado, a no pocos dirigentes administrativos de base la expresión “si no fuera por los innovadores esta fábrica no estaría funcionando”, válida obviamente para una maquinaria, equipo o instrumento de trabajo, por muy anticuado que este sea.
Lo más probable es que por mucho tiempo será así, pues el bloqueo imperialista al que estamos sometidos desde hace seis décadas se recrudece cada día más. Innovar, inventar, crear y buscar soluciones en medio de todo tipo de carencias, ha sido, es y será la actitud de nuestro pueblo ante la cotidiana adversidad.
Durante más de 60 años han sido infinitas las muestras de ese ingenio creador en función de la economía y la defensa de la nación. En la primera exposición, denominada Del Trabajo Creador, inaugurada el 29 de marzo de 1963, se exhibieron en 25 pabellones las innovaciones e inventivas más significativas puestas en práctica por los trabajadores para impedir el colapso económico del país, ante el éxodo de la mayoría de los profesionales y técnicos hacia los Estados Unidos.
Las demás que se han realizado han evidenciado no solo la diversidad de formas y matices de esa creatividad, sino que han mostrado una clase trabajadora y una asociación de innovadores y racionalizadores, parte integrante del Sistema de Ciencia, mucho más organizada, preparada, experimentada y comprometida en convertir el talento en el recurso económico que se nos limita.
No ha existido etapa de la edificación de nuestro sistema social socialista en la que los trabajadores y el pueblo no hayan superado cualquier adversidad.
Los sectores que han experimentado los mayores ahorros de recursos por la aplicación de innovaciones y racionalizaciones el pasado año fueron energía y minas; alimentaria y pesca; agropecuarios, forestales y tabacaleros; azucareros; construcción, e industrias.
El reiterado llamado de la dirección del país a multiplicar la innovación y el desarrollo de la actividad científica en función de la economía compromete particularmente a nuestra Asociación y demanda una mayor organización y planificación de la actividad creativa, de manera tal, que volquemos ese ingenio y los escasos recursos con que contemos hacia aquellas cuestiones que limitan la eficiencia de los procesos productivos.
La actual lucha contra la COVID-19, bajo la dirección del Partido y del Gobierno, no solo ha dado una contundente respuesta a la pandemia dentro y fuera de Cuba; ha continuado elevando el altruismo del pueblo y ha multiplicado la capacidad creativa de este, con lo que se ha demostrado la verdadera dimensión de nuestro Sistema de Ciencia y sus logros reconocidos mundialmente, en medio de todo tipo de obstáculos y carencias.
La disposición de los aniristas a no dejarse vencer por el recrudecido bloqueo impuesto por Estados Unidos —que intentó entorpecer los esfuerzos del país para combatir la pandemia negándole el acceso a insumos imprescindibles— nos permitió avanzar sostenidamente en esta batalla a favor de la salud y la vida.
Que no se pare una industria, fábrica, equipo, medio o instrumento de trabajo que demande de la creatividad de los innovadores, seguirá siendo la principal motivación que nos guie en el empeño por desarrollar la economía y la defensa del país.
La oportunidad y fortaleza que representa contar con una asociación que agrupe y coordine la iniciativa creadora de cientos de miles de trabajadores, es una garantía que debemos aprovechar y en particular con el apoyo concreto a la Anir en cada colectivo laboral por parte de las administraciones, para canalizar el talento y los conocimientos de los innovadores y racionalizadores en función de resolver los problemas de la producción y los servicios.
*Presidente Nacional de la Anir.
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Ya este comentario lo adosé al artículo de Jose l. Martínez, pero es útil su reiteración al pie de su artículo, Presidente:
Considero que la actividad innovadora y como institución la ANIR fueron perdiendo terreno y prácticamente en picada. Si Ud entrevista a viejos aniristas, quizás sin micrófono y grabadora para no intimidarlos, le hablarán con orgullo de tiempos anteriores, con enojo de las soluciones engavetadas y con incertidumbre de los tiempos actuales. La conjunción de las problemáticas agravadas desde el periodo especial, la dualidad monetaria, una legislación propia desatemperada, preferencia de muchos directivos por la pieza nueva (jugar al seguro) antes de una «solución» criolla al problema, trabas burocráticas acrecentadas, han logrado desalentarlos. Innovar, perder el tiempo en crear soluciones, gestionar un recurso u otro, incluso de basureros o de equipos de baja técnica o por obsolescencia, no solo no es alentado, ocurre el desestímulo en toda línea.