La prensa tiene como sostén laboriosas y fieles hormigas que a fuerza de oficio, talento y paciencia sortean dificultades y persisten. Algunas hicieron de Trabajadores su casa temporal; otras anidaron de forma permanente. De estas últimas, Juan Dufflar Amel es pionero.
Ochenta y seis recién cumplidos. Ocurrente, rimador y dicharachero. Apasionado del periodismo, de la familia, de Cuba. Orgulloso además de sus ancestros, de los abuelos con quienes aprehendió la simpatía hacia los pueblos árabes y también del hummus, el falafel, el cuscús, el cordero asado y otras “delicias del paladar” que insiste en compartir.
El recuento de las primeras cinco décadas de Trabajadores sería imposible sin su mirada.
¿Cómo te incorporas al periódico?
En septiembre de 1973, graduado de Licenciatura de Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana, el entonces segundo jefe de Divulgación de la CTC, Rafael Blanco, me propuso trabajar en su equipo. Es así como integro el grupo de compañeros, queridos todos, que resultaríamos fundadores de Trabajadores.
¿De qué forma describirías su nacimiento? ¿Qué personas y lugares recuerdas?
El nacimiento fue en condiciones materiales muy precarias. La redacción estaba en un reducido local del entonces Departamento de Divulgación de la CTC donde no había asignación de papel, ni transporte, ni grabadoras, ni equipos fotográficos… solo ganas de trabajar.
En su primera etapa el periódico se denominó Los Trabajadores, fue un boletín quincenal editado por Osvaldo Melo y Carmen Zaldívar. La impresión se hacía en los talleres de la propia organización, en la calle Zulueta. El primer número circuló el 6 de junio de 1970. Yo comencé a publicar en 1972.
En la Resolución del histórico XIII Congreso de la CTC —celebrado en noviembre de 1973 y clausurado por Fidel— se materializó aquel anhelo del inolvidable Lázaro Peña de que la central cubana contara con un periódico propio para reflejar la vida de los trabajadores y sus sindicatos.
En los primeros años ocupábamos las ruinas del antiguo periódico El Mundo, en la calle Virtudes, en Centro Habana. Ese edificio había sido incendiado por la contrarrevolución en 1969. Con lo que pudimos rescatar del siniestro comenzamos a trabajar, por suerte se salvaron los hoy obsoletos linotipos en los que se “levantaban” las planas en plomo fundido. Allí no había comedor ni cafetería y los autos que usábamos para el trabajo reporteril eran Ladas particulares que habían entregado a algunos periodistas.
En 1986 se inauguró el poligráfico Granma y desde entonces ocupamos al cuarto piso del bloque de las editoriales, nuestra sede definitiva.
El director fundador fue Jaime Gravalosa Armenteros, abnegado periodista, especializado en temas sindicales, que estuvo con nosotros hasta 1977. Le sucedió José M. Ortiz Ortiz hasta 1981, cuando entró Magali García Moré, primera mujer directora de periódico en Cuba, quien le imprimió una tónica al trabajo con mucha dinámica.
Luego nos dirigieron José Luis Canela Ciurana en dos momentos (1986-1992 y 1995-2011); Frank Agüero Gómez (1992-1995) y Alberto Núñez Betancourt, quien llegó en el 2011 y permanece aún.
A lo largo de estos años he laborado con muchos colegas. Recuerdo con especial cariño a Roberto Agudo, Renato Recio, Luis Sexto, Nancy Robinson Calvet, Antonieta César… A fotógrafos como Joaquín Hernández, el papá de Joaquinito, hoy jefe de ese departamento; Luis Lazo, Jorge Páez, Daniel Fonte… y a diseñadores como Manuel Fernández Malagón y Sandrino.
¿Cómo se decidían los temas a publicar?
El equipo de dirección era muy reducido y los temas se coordinaban con la CTC, sus sindicatos y el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido. Los consejos editoriales eran semanales y en ellos se proyectaban las ediciones venideras. Los jefes de equipo informaban y organizaban las coberturas con sus redactores/reporteros. Como la nómina era escasa, muchos escribíamos tanto temas nacionales como internacionales, culturales o históricos, siempre haciendo énfasis en el perfil sindical.
¿A las páginas de Internacionales, cómo llegas? ¿Qué valoración tienes sobre la cobertura que se le brinda al perfil sindical?
Conocedor Blanco de mi interés en los temas internacionales, me asignó la responsabilidad de esa redacción junto a Héctor Viera. Tuve a mi cargo la jefatura del equipo por más de 20 años, en los que defendí el estricto apego a la realidad del escenario mundial.
Siempre fui partidario de una mayor presencia de Trabajadores en coberturas internacionales, las cuales han estado limitadas en alguna medida por la asignación de recursos, pero los disponibles no daban para más, tal como se hizo en otros medios de comunicación del país.
¿Qué hitos marcarías en los 50 años de historia?
En sus 50 años de existencia Trabajadores acumuló una labor meritoria en las coberturas a extraordinarios acontecimientos de carácter nacional e internacional. Todo ello es parte de su acervo. Son tantos y tan importantes que no es posible enumerarlos en una entrevista. No obstante, me atrevo a mencionar eventos trascendentes como los congresos del PCC, la CTC y de la Federación Sindical Mundial ―organización de la cual Cuba es miembro fundador― y a la que pude dar seguimiento desde que surgió el periódico, oportunidad que me permitió entrevistar a muchos de sus directivos.
También reportamos varios eventos de las centrales sindicales de las desaparecidas Unión Soviética y la República Democrática Alemana, la visita a Cuba de líderes mundiales de todos los continentes, así como las misiones internacionalistas en las hermanas repúblicas de Angola, Etiopía, Nicaragua, entre otras.
Durante la presencia militar de Cuba en Angola se hizo un suplemento de Trabajadores en Verde Olivo en el que recuerdo firmas como las del periodista Renato Recio, el diseñador Malagón, y el fotógrafo Joaquín Hernández Mena.
Desde el punto de vista visual, Trabajadores ha vivido cambios, el más trascendente quizás fue la conversión del formato de planas grandes al tabloide que conocemos hoy, lo cual reforzó una necesaria síntesis periodística y el destaque que merecen los recursos gráficos.
¿El periodismo y Trabajadores, qué han significado para ti?
Fidel Castro Ruz y la Revolución cubana dieron un rumbo verdadero a mi ejercicio del periodismo y Trabajadores lo consolidó.
Hay una frase que siempre aparecía en la portada del reaccionario Diario de la Marina (su director era José Ignacio Rivero) que decía: “El periodismo es en lo externo una profesión y en lo interno un sacerdocio”. Es una de las pocas verdades publicadas en ese periódico, a la cual agregaría, si se ejerce con pasión revolucionaria, abnegación, desinterés, honestidad, apego a la verdad y teniendo como guía el legado ético de Fidel, líder histórico de la Revolución cubana.
La Unión de Periodistas de Cuba, Upec, puede estar orgullosa de la aplicación de esos principios por gran parte de su membresía.
¿Qué coberturas recuerdas con mayor orgullo y placer? ¿Cuál quisieras olvidar?
Muchas fueron las coberturas. Recuerdo de manera especial el verano de 1978, cuando el entonces muy joven José Alejandro Rodríguez y yo viajamos invitados por la agencia Novosti. Visitamos distintos centros industriales y sindicales soviéticos. De la URSS, Pepe continuó hacia Mongolia, y yo, a Vietnam, hermosa nación que recorrí de norte a sur, principalmente las ciudades de Hanói y Ho Chi Minh.
En abril de 1998 fui el representante de Trabajadores en la delegación de la Upec, presidida por Tubal Páez, para participar en un evento internacional antimperialista organizado por Libia, también visitamos la República de Túnez.
No podría olvidar la misión internacionalista que cumplí en 1985 como corresponsal de guerra en Nicaragua, y la oportunidad de integrar la delegación de periodistas que acompañó el último viaje del nuestro Comandante en Jefe a países del Oriente Medio, el cual tuvo lugar en mayo del 2001. Esa experiencia fue muy útil en el análisis que en la Mesa Redonda hacíamos de esa región junto a colegas como Randy Alonso, Eduardo Dimas Fernández, Elson Concepción, Juana Carrasco, Leonel Nodal y otros.
¿Coberturas que quisiera olvidar?
Solo las que ya no pude realizar.
Provienes de una familia de origen sirio. Has estado vinculado a las directivas de la Unión Árabe de Cuba, en la cual ocupas hoy su secretaría general, y de la Federación de Entidades Árabes de América (Fearab América) eres un gran conocedor de lo que sucede en la zona del golfo Arábico Pérsico. Sobre esas naciones existen prejuicios potenciados por la supuesta guerra contra el terrorismo que liderea Estados Unidos y otras potencias mundiales. ¿Cómo describirías a los pueblos árabe y persa?
El mundo árabe-persa no es una identidad homogénea. Existen entre sí diferencias fundamentales de carácter económico, político, social, étnicas y religiosas, exacerbadas por la intervención militar, económica y política de potencias foráneas, coloniales y neocoloniales, que ponen obstáculos a la unidad regional.
Palestina es la primera causa del mundo árabe, pero la conjura israelo-estadounidense se opone a reconocer los legítimos derechos de un Estado, independiente y soberano. Hoy la injerencia militar y política de las potencias mundiales en Irak, Libia, Siria, Líbano y Yemen, aliadas a algunas monarquías del golfo, mantienen la región bajo las tensiones de un posible conflicto bélico de impredecibles consecuencias.
La mayor parte de tu carrera profesional ha estado entregada a evaluar los diferentes procesos políticos que ha vivido el mundo en los últimos 50 años. Algunos miran al futuro con escepticismo y otros con esperanza, ¿cómo lo imaginas?
Estoy convencido de que el género humano no desaparecerá de la faz de la Tierra por una hecatombe nuclear. Me viene a la mente aquella frase de Albert Einstein: “No sé con qué armas se combatirá la Tercera Guerra Mundial, pero la Cuarta se peleará con palos y piedras”. No obstante, soy optimista, sé que nuestra civilización sabrá preservarse de esa última conflagración mundial.
Regresando al periodismo y Cuba ¿qué prensa necesita nuestro país hoy? ¿Qué consejos darías a las nuevas generaciones de periodistas?
Qué periodismo necesita Cuba es una pregunta que nos acompaña desde hace mucho tiempo. Se ha debatido al respecto y creo que se ha avanzado en el camino de perfeccionar lo que hacemos. Mi sugerencia es ajustarse estrictamente a la verdad y aplicar con rigor las armas de la ciencia, la informática y las técnicas metodológicas modernas para la investigación y la comunicación. Pero eso no basta, hay que imprimirle alma, corazón y vida a una profesión que está al servicio de la Revolución cubana y de su pueblo.
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Bella historia de vida. FELICIDADES