Un viejo y sabio refrán nos recomienda aquello de “vísteme despacio, que voy de prisa”. La moraleja tiene mucho que ver con la importancia de poner atención a los detalles en los momentos de mayor necesidad o apuro, para no equivocarnos.
Y esa es precisamente la filosofía de lo que conviene en la actual circunstancia del enfrentamiento a la epidemia del nuevo coronavirus, donde las noticias alentadoras y la disminución progresiva de los casos positivos diagnosticados que se había estado alcanzando, han traído también el riesgo de un apresuramiento en la desmovilización de la gente.
Esto no deja de ser un estado psicológico comprensible. Más de dos meses y medio de distanciamiento social, necesidades económicas y afectivas insatisfechas, cierta dosis lógica de ansiedad por recuperar nuestras labores y prácticas habituales, producen ese desasosiego que caracterizan a los finales.
Sin embargo, es precisamente en los cierres de las crisis donde más atención hay que poner. Mucho más en una coyuntura como la de esta situación epidemiológica tan compleja, donde un virus esquivo y altamente contagioso puede darnos todavía sorpresas muy desagradables, como ha sucedido en La Habana en los últimos días.
Además, este llamado al empujón definitivo contra la Covid-19 hay que interpretarlo también como un compromiso colectivo e individual con ese trabajo de tantas personas e instituciones que llevan semanas y semanas de dar su mayor esfuerzo porque todo salga bien.
Incluso cuando avancemos hacia menos casos y el SARS-Cov-2 parezca bajo control, todavía será necesario mantener un grupo importante de medidas para la prevención de cualquier repunte o rebrote de la enfermedad que genera.
Así que de algún modo, durante mucho tiempo no podremos desmovilizarnos ni dejar de prestar atención a este grave problema de salud. Por lo cual aquello de vestirnos lentamente resumirá en una metáfora todas las precauciones que debemos seguir observando en lo adelante.
Sin quitar por eso la trascendencia a la idea de la rapidez en la búsqueda de soluciones y en la implementación con disciplina y rigor de todas las medidas previsibles para la entrada en las siguientes fases de este enfrentamiento, que casi seguramente darán prioridad a difíciles tareas en función de la recuperación económica.
Pero ni siquiera es muy recomendable ponernos a especular sobre los plazos o ritmos que requerirá esa recuperación, porque eso dependerá en gran medida de la contundencia de ese remate final contra la pandemia en el país.
Los resultados alentadores que hasta el momento Cuba consiguió en este proceso ya nos mostraron incluso que las curvas y los pronósticos pueden sufrir variaciones favorables cuando hay un trabajo consciente y riguroso. Pero también ya tenemos suficientes evidencias de que son posibles los retrocesos cuando ocurren indisciplinas y violaciones de los procedimientos sanitarios indicados
No podemos entonces hacer menos ahora, cuando parecería ya más próxima la superación de la etapa más peligrosa de la Covid-19. No nos desesperemos. Vayamos despacio, que hay mucha prisa.
Puede leer anteriores Con Filo