Alguien afirmó alguna vez que “todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensando”. Y así es. El proceso revolucionario cubano es un ejemplo fehaciente de ello, Desde el mismo triunfo del Primero de Enero de 1959 fueron muchos los restos que se presentaron. Entre ellos, el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el gobierno de los Estados Unidos ha ocupado lugar preferente.
Pero desde muy temprano se pensó en cómo enfrentarlos de manera tal que las afectaciones fueran las menores posibles. Y hoy, con orgullo, puede apreciarse lo realizado en términos de pensamiento y acción oportuna.
He meditado mucho en estos días sobre la conducta mantenida por parte de la sociedad cubana en estos tiempos de Covid-19. Y lo he hecho sobre la base de las alertas que están a la vista de todos, a las cuales quiero referirme, porque de los problemas hay que sacar siempre conclusiones para que el mañana sea mejor y menos complicado.
En Cuba hemos aprendido que las tareas más difíciles se enfrentan entre todos. Así ha sido ante la presencia del coronavirus y la Covid-19. Sin embargo, ha existido un evidente desequilibrio entre la fortaleza de las medidas de atención, el aseguramiento y el papel desempeñado por los trabajadores de la Salud, la Ciencia y de muchos otros sectores y los numerosos hechos de indisciplina que se manifiestan cada día y a cualquier hora.
Las alertas hechas, las multas impuestas y hasta la actuación de los tribunales no han impedido que persistan conductas inadmisibles, como las aglomeraciones, salir de los hogares sin objetivo perentorio alguno, no colocarse el nasobuco, hacer fiestas con marcada periodicidad y permanecer en las aceras, parques y plazas.
Esas actitudes deben ser muy tomadas en cuenta, porque evidencian, además de una irresponsabilidad individual tremenda, una tolerancia que va más allá de lo permisible. La manera de frenarlas no las conozco, pero sí pudieran ser definidas quizás por psicólogos, sociólogos y otros especialistas afines, junto con las autoridades competentes.
Otra alerta ha estado en el acaparamiento de todo tipo, la reventa desmedida y la intención de violar lo establecido en términos de precios. Al ponerles freno hay quienes se alarman. Pero debe tenerse en cuenta que vivimos momentos diferentes. Lamentablemente, los hechos detectados demuestran que convivimos con ellos desde hace tiempo en nuestras zonas de residencia, ante los ojos de la mayoría. Si se comenzó la ofensiva, como hacía falta desde hacía tiempo, hay que seguirla sin tregua, porque con solo bajar un tanto la guardia crecerán los hechos como bola de nieve cuesta abajo.
Pienso además, que debe analizarse con la mayor objetividad posible el sistema comercial existente, en sus ventajas y fortalezas.
Se requieren medidas que regulen lo que debe ser regulado, porque lo poco no tiene, en modo alguno, que ofertarse de manera liberada, porque entonces cae en manos de los coleros y revendedores. De las experiencias hay que sacar lecciones.
Por otra parte, lo concebido y realizado en la Agricultura en los últimos meses debe consolidarse y no quedar solo en una voluntad coyuntural. La realidad es que dispondremos de los productos que seamos capaces de sembrar, atender y cosechar. Las exhortaciones a elevar los rendimientos y a cultivar más áreas no resuelven nada por si solas. Hay que hacer realidad la concepción teórica, como se aprecia en estos momentos en varios territorios del país.
El enfrentamiento es gigantesco y digno del mayor elogio. Cuba es un ejemplo de lo que debe realizarse para preservar la vida de todas las personas ante un agente agresivo de proporciones increíbles. No obstante, están presentes las manchas provocadas por la persistente indolencia e indisciplinas de quienes, al parecer, poco les importa la vida, pues son capaces de amenazarla hasta por unas horas de fiesta.
Mientras pasa la crisis sanitaria debe meditarse, como se hace en las diferentes estructuras gubernamentales, en lo que no anda bien. Nadie sabe a ciencia cierta que deparará el mañana.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.