Fue un momento de grandes emociones, de alegría, abrazos, lágrimas: los participantes en las acciones del 26 de julio de 1953 que habían sido condenados a prisión, abandonaban la cárcel mediante una amnistía. Una foto recogió entre otros conmovedores encuentros, el de Haydeé Santamaría y Melba Hernández con Fidel, donde la imagen logró captar la tristeza ante el recuerdo de los caídos.
Se habían abierto las rejas del Reclusorio Nacional para Hombres de Isla de Pinos, llamado Presidio Modelo, pero no se trataba de un gesto de generosidad del régimen de Fulgencio Batista, sino de una decisión que la presión popular le había arrancado al tirano.
El hecho ocurrido hace 65 años tenía sórdidos antecedentes. Ante la proximidad de las elecciones, el tirano había querido darle a su gobierno un tono de legalidad democrática y concibió una amplia amnistía que excluía a Fidel y sus compañeros de lucha. Ello generó una protesta popular iniciada por los familiares de los jóvenes que se convirtió en un poderoso movimiento nacional con repercusión en los medios de difusión masiva.
En su empeño por restarle importancia al clamor en favor de la excarcelación de los participantes en los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, Batista declaró a la prensa que no existía opinión pública en su favor. Este cínico planteamiento hecho nada menos que en Santiago de Cuba, territorio donde se había librado la heroica acción del Moncada, provocó allí como respuesta la más grande movilización a favor de esa causa que se había realizado hasta el momento.
Fidel denunció que no aceptarían la libertad a cambio de concesiones. “Después de veinte meses nos sentimos firmes y enteros como el primer día. No queremos amnistía al precio de la deshonra”.
Finalmente llegó el tan esperado día de la libertad, sin condicionamientos. Era 15 de mayo de 1955. El pueblo le había abierto a su vanguardia las rejas de la cárcel.
Al valorar el significado de este acontecimiento, el historiador Mario Mencía resaltó que sirvió para atacar y debilitar a la tiranía en un marco legalmente permitido que esta no pudo eludir; incentivó la actividad política contra el régimen de amplios sectores ya que apeló a sentimientos positivos y justos; promovió un gran despliegue publicitario que atrajo el interés sobre los revolucionarios, y lo más importante: significó un viraje de la situación política del país a favor de la vanguardia revolucionaria.
Pero sobre Fidel se cernía todavía el peligro. Durante la reclusión se habían fraguado contra él planes de asesinato y en la víspera de su excarcelación el periódico La Calle denunció que querían eliminarlo físicamente.
Ese mismo día Fidel ofreció una conferencia de prensa en el hotel Isla de Pinos, de la calle Martí en Nueva Gerona. Al finalizar, entregó a los medios un Manifiesto al pueblo de Cuba, donde definió: “Nosotros sabremos cumplir con el deber que demanda la patria. Nuestra libertad no será de fiesta o descanso, sino de lucha y deber, de batallar sin tregua desde el primer día, de quehacer ardoroso por una patria sin despotismo ni miseria, cuyo mejor destino nada ni nadie podrá cambiar. El país se yergue formidablemente contra los que lo maltratan, se ve surgir una fe nueva, un despertar inusitado en la conciencia nacional. Pretender ahogarla es provocar una catástrofe sin precedentes cuyos funestos resultados caerán sobre las cabezas de los culpables. Los déspotas pasan, los pueblos perduran”.
Y subrayaba: “Si en nosotros está puesta una parte de esa fe, no defraudaremos a la nación”.
La Generación del Centenario y su líder abordaron el buque El Pinero para trasladarse a La Habana. Durante la travesía a Batabanó se decidió el nombre de la organización: Movimiento Revolucionario 26 de Julio.
Al amanecer del siguiente día centenares de personas se habían agolpado en la estación de ferrocarriles de La Habana en espera de la llegada del tren de Batabanó. Aun no se había detenido del todo cuando la muchedumbre se lanzó hacia él, sacaron a Fidel por la ventanilla y lo pasearon en hombros. Madres de mártires del asalto al Moncada desplegaron la enseña nacional y de la multitud surgieron vibrantes las notas del Himno Nacional.
La FEU, encabezada por su aguerrido presidente José Antonio Echeverría, convocó para el 20 de mayo una concentración en la escalinata universitaria con la consigna Por la Patria de Martí para recibir a los excarcelados. Pero la fuerza policial del batistato impidió la celebración del acto.
No sería la única de las arbitrariedades del régimen para evitar el contacto de Fidel con su pueblo. Se le impidió hablar en la radio y comparecer en la televisión. Y ante semejante situación Fidel expresó: “Ya estoy haciendo la maleta para marcharme de Cuba, aunque hasta el dinero del pasaporte he tenido que pedirlo prestado, porque no se va ningún millonario sino un cubano que todo lo ha dado y lo dará por Cuba”.
Y recalcaba: “Cerradas al pueblo todas las puertas para la lucha cívica no queda más solución que la del 68 y el 95”.
A punto de partir redactó unas declaraciones de despedida que ninguna publicación quiso difundir: “Como martiano, pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no de pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. Residiré en un lugar del Caribe. De viajes como estos no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”.
Era el 7 de julio de 1955. Se daba el primer paso hacia el exilio mexicano y con él los preparativos para un nuevo asalto armado por la libertad que sería definitivo.
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Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …
Por aquellos días quien se iba a imaginar que ese joven Fidel lograra la mayoría de sus sueños y viviera con ellos, hacer una Revolución por los humildes y para los humildes, luchar contra el imperialismo, no tener miedo, denunciarlo en todos los foros, sobrevivir a más de seiscientos atentados. Ya no están la mayoría de los que lo acompañan en esas fotos, pero todos los que lo siguieron e hicieron la Revolución junto a él forman parte de la historia de lucha y de victorias de nuestro pueblo. Su salida de la Isla de la Juventud constituyó la continuación del 10m de octubre de 1868.
la revolucion no cumplio ninguna de las promesas que hizo, hoy cuba padece de mucho mas que antes de 1959, ni leche tiene para que el que quiera se tome un vaso. verguenza!
Nuestro comandante siempre presente.