Jesús Díaz Ballines mira a su alrededor, se reclina en la vieja silla de la oficina y cierra los ojos tratando de hilvanar los recuerdos. Llegó a la Famrit (Fabrica de accesorios, medios y repuestos para la industria del tabaco), con 19 años, y solo salió de ahí en 1984, cuando fue a cumplir misión internacionalista a Angola.
Permaneció 24 meses en Zumbe, como asesor para la Lucha Contra Bandidos. No participó en combates directamente, pero sobrevivió al paludismo, el cual le dio siete veces. “La primera vez yo venía de vacaciones y tuve que interrumpirlas, pensé que me moría, pero resistí”, expresó.
Comprobar la pobreza existente en ese país, y en particular la miseria en la que vivían los niños, lo laceró. “En ese entonces, mi hija mayor tenía un año, y solo pensaba en ella cada vez que veía un pequeño, con el vientre inflamado por los parásitos o con hambre, me partía el alma. Vine queriendo más a Cuba y apreciando todo lo que teníamos aquí.
“Cuando regresé, retorné a mi fábrica. Ya voy a cumplir 60 años y la mayor parte de éstos los he echado aquí. He sido de todo: tornero, jefe de calidad, secretario de la sección sindical, del comité de base de la UJC, del núcleo del Partido; ahora me desempeño como analista de producción. Me dicen que soy el político, porque trato siempre de explicar a mis compañeros cualquier asunto o de mediar en alguna situación”, alega mientras sonríe.
Se vuelve a reclinar en la silla, que a veces pienso le resulta pequeña. Alto, con canas y una calvicie que revela la edad, se emociona cuando afirma que ahí se formó y se hizo hombre, aprendiendo de mecánicos muy talentosos. “Es como mi casa. He tenido propuestas de trabajos más remunerados, pero no me he ido, porque mis compañeros han estado conmigo en los buenos y malos momentos”.
Innovador reconocido, afirma que son muchos los problemas resueltos no solo para la industria del tabaco, sino para otras fábricas y hasta hospitales. En su decir, la Famrit, ubicada en Centro Habana, es una mina de oro, que puede aportar mucho a la economía. “Es la columna vertebral de la industria del cigarro y el tabaco. Hacemos el 85 por ciento de las piezas de repuesto de las fábricas del cigarro del país, aseguró.
“Antes, todas las piezas que venían de extranjero pasaban por aquí y nosotros evaluábamos si podíamos hacerla. Si era posible, importaban las materias primas y las confeccionábamos. Pero eso se diluyó y hasta el día de hoy no lo han resuelto. Hay piezas que aquí salen en centavos y en el extranjero cuestan unos cuantos euros”, apuntó.
Para él es preciso una mirada más profunda a la Famrit, que hoy por suerte trabaja en la renovación de la vetusta instalación. “El capital humano está envejecido. A los jóvenes no les resultan atractivos los salarios. Ahora dicen que van a mejorar. Ojalá así sea, porque un especialista nuestro lleva tiempo formarlo. Elaboramos piezas que requieren exactitud”, manifestó.
Ballines no puede evitar la pasión que siente por su taller, lo defiende como a su familia. “Esta mina de oro aún tiene mucho que aportar, sentenció.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.