La segunda jornada de flexibilización para niños, adolescentes y adultos mayores de la cuarentena social y voluntaria decretada por el presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, para cortar la cadena de propagación del SARS-CoV-2 es otra muestra de la eficacia con que ha combatido la pandemia.
Ilustra, también, la manera en que ha sorteado los numerosos obstáculos que generan la guerra económica y mediática, los ataques terroristas e intentos de magnicidio, orquestados por la oposición interna aupada por la actual Administración estadounidense y la oligarquía de países vecinos empeñados en destruir la Revolución Bolivariana.
“Vamos a ir probando, mejorando la cuarentena, salir a caminar, con seguridad, tapabocas, guantes, a respirar aire fresco”, sugirió Maduro Moros, quien convocó al Ministerio del Poder Popular para la Cultura (MPPC) a llevar a las comunidades ofertas atractivas y recordó la necesidad de cumplir las medidas sanitarias implementadas en la actual contingencia.
Y en la localidad Carlos Raúl Villanueva, de la parroquia Coche, Distrito Capital, la jovencita cubana Yanila Rodríguez Gómez reencarnó a la payasita Saltarina e hizo brincar de alegría a muchachos y adultos acompañantes, con juegos, bailes, adivinanzas, trabalenguas, canciones…
En fluido intercambio con el público, infantes y sus representantes, sugirió el uso del nasobuco, el lavado de las manos, el distanciamiento social que contribuyen a aprehender desde esas edades los protocolos de seguridad.
Los 35 misioneros cubanos están activados en función de esta tarea y se desdoblan y hacen actividades de animación, adaptaciones de pequeñas obras literarias y cuentos populares, narración oral…, “son acciones con un enfoque cultural portador de mensajes”, asegura Orisel Chacón Hernández, jefa de la Misión Cultura Corazón Adentro, que apoya los despliegues en toda la nación, excepto el estado de Nueva Esparta, por la complejidad de su situación epidemiológica.
Algunos de los colaboradores tienen facilidades para el clown y actúan como payasos, magos, gracias a la preparación que les da su formación de instructores de arte y ponen esos conocimientos en función de animar las comunidades; y “han estado, también, asesorando el diseño de otras opciones recreativas con esos mismos propósitos”, remarca Orisel.
“Nuestros compañeros son instructores de teatro con experiencia práctica del trabajo comunitario en Cuba y acá”, afirmó y consideró esta condición como una fortaleza para acometer la tarea en las condiciones actuales, y brindar opciones a las familias venezolanas muy cerca de casa y que puedan decidir por una recreación sana, ordenada para que sus niños tengan la posibilidad de distraerse después de tantos días de confinamiento.
Esta es una manera de reiniciar el trabajo que la pandemia truncó en las comunidades, “pero poniendo especial cuidado, enfatiza, en que se cumplan las indicaciones de las autoridades de salud y que bajo esos principios los vecinos vuelvan a reencontrarse, a hacer vida de comunidad”.
Significó que “eso también tiene un sentido de unión, porque juntos estamos enfrentando esta cuarentena y esta flexibilización, y su articulación desde el MPPC y su fundación, que nos representa, garantiza el orden, la disciplina y el cumplimiento de las medidas sanitarias”.
En estos esfuerzos de flexibilización responsable de la cuarentena durante los sábados y domingos, se encuentran unidos los colaboradores cubanos con promotores, animadores y cultores venezolanos articulados en un programa que la familia agradece.