Intervención del Jefe de la delegación cubana, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República de Cuba, en la Cumbre Virtual del Movimiento de Países No Alineados “Unidos contra la COVID-19”.
4 de mayo de 2020.
Excelencias:
Estimado Presidente Ilham Aliyev;
Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;
Agradezco a Azerbaiyán, Presidente del Movimiento de Países No Alineados, por convocar esta reunión para intercambiar sobre los esfuerzos urgentes y necesarios que nos permitan enfrentar la COVID-19.
Aprovecho la ocasión para felicitar a Uganda, que asumirá la Presidencia del Movimiento a partir del año 2022. Al asegurarle todo el apoyo de Cuba, le deseamos éxitos en su gestión.
Debo denunciar, por su gravedad, el ataque terrorista con fusil de asalto y más de 30 impactos de bala sufridos por nuestra Embajada en Washington el pasado 30 de abril y reclamar al gobierno de Estados Unidos una investigación exhaustiva y rápida, sanciones severas y las medidas y garantías de seguridad de nuestras misiones diplomáticas en su territorio, tal como está obligado por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961.
Excelencias:
El Movimiento de Países No Alineados ha demostrado su pertinencia en la actual situación. Así lo corroboran los Comunicados adoptados en apoyo a la Organización Mundial de la Salud y sobre la COVID-19, en los que se promueven la unidad global, la solidaridad y la cooperación internacional; llaman a apartar las diferencias políticas y a eliminar las medidas coercitivas unilaterales que violan el Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas y limitan la capacidad de los Estados para enfrentar eficazmente la pandemia.
Reconocemos el papel de la Presidencia azerí del Movimiento de Países No Alineados en la materialización de estas iniciativas.
La COVID-19 ha demostrado ser un reto global. No distingue fronteras, ideologías o niveles de desarrollo. De ahí que la respuesta también debe ser global y mancomunada, superando las diferencias políticas.
No es posible predecir con exactitud la dimensión de sus consecuencias. La alta cifra de infectados y las cuantiosas pérdidas humanas muestran su devastador impacto en un mundo cada vez más interconectado que, sin embargo, no ha sido capaz de enaltecer esta interconexión de manera solidaria y hoy paga el precio de su incapacidad para corregir los graves desequilibrios sociales. Digámoslo con honestidad: si hubiéramos globalizado la solidaridad como se globalizó el mercado, la historia sería otra.
Falta solidaridad y cooperación. Esos son valores que no pueden ser sustituidos por la búsqueda de las ganancias, motivación casi exclusiva de quienes, rindiendo culto al mercado, se olvidan del valor de la vida humana.
Cuando se repasan los hechos que han puesto en vilo a la humanidad en los últimos cuatro meses, es indispensable mencionar los costosos errores de las políticas neoliberales, que llevaron a la reducción de la gestión y las capacidades de los Estados, a excesivas privatizaciones y al olvido de las mayorías.
Esta pandemia ha demostrado la fragilidad de un mundo fracturado y excluyente. Ni los más afortunados y poderosos podrían sobrevivir en ausencia quienes con su trabajo crean y sostienen las riquezas.
Las múltiples crisis que está generando avizoran demoledores y perdurables efectos para la economía y todas las esferas de la sociedad.
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La pandemia agudiza los acuciantes problemas de un planeta plagado de profundas desigualdades, en el que 600 millones de personas viven en extrema pobreza y donde casi la mitad de la población no tiene acceso a servicios básicos de salud, en cuya gestión se impone el mercado por encima del noble propósito de salvar vidas.
Mientras, el gasto militar global supera los 1,9 millones de millones de dólares, de los cuales más del 38%, 732 000 millones, corresponden en el año 2020 a los Estados Unidos de Norteamérica.
Comparto el siguiente pensamiento del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, y cito: “en vez de invertir tanto en el desarrollo de armas cada vez más sofisticadas, los que tienen los recursos para ello debieran promover las investigaciones médicas y poner al servicio de la humanidad los frutos de la ciencia, creando instrumentos de salud y de vida y no de muerte”.
Aboguemos, junto al Secretario General de las Naciones Unidas, por el fin de las guerras, incluidas las no convencionales, para salvaguardar el derecho a la paz.
Rechazamos las recientes y graves amenazas militares del gobierno de Estados Unidos contra la hermana República Bolivariana de Venezuela.
Reafirmamos nuestra solidaridad con el pueblo y el Gobierno de Nicaragua y rechazamos las medidas que atentan contra su derecho al bienestar, la seguridad y la paz.
Los intentos de reimponer el pasado neocolonial a Nuestra América, declarando públicamente la vigencia de la Doctrina Monroe, contravienen la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
En este complejo escenario, Estados Unidos ataca el multilateralismo y descalifica injustamente el papel de las organizaciones internacionales, en particular a la Organización Mundial de la Salud.
Excelencias:
En la XVIII Cumbre de Bakú, en octubre de 2019, convocamos a fortalecer el Movimiento ante los desafíos internacionales, convencidos de que solo la unidad podría salvarnos. Corresponde al Movimiento de Países No Alineados liderar las acciones para la eliminación de la impagable deuda externa que cargan nuestros países y para el levantamiento de las medidas coercitivas unilaterales a las que algunos de nosotros estamos sometidos, que junto a los efectos socioeconómicos de la COVID-19, amenazan el desarrollo sostenible de los pueblos.
Debemos enfrentar el egoísmo y estar conscientes de que la ayuda proveniente del Norte industrializado será escasa, por eso debemos complementarnos, compartir lo que tenemos, apoyarnos mutuamente y aprender de experiencias exitosas. Una opción útil podría ser retomar en el futuro los encuentros anuales de Ministros de Salud del Movimiento de Países No Alineados, en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud.
Cuba está dispuesta a compartir sus experiencias con los países del Movimiento, a los que nos unen lazos históricos de amistad.
Para Cuba el desafío ha sido descomunal. Meses antes de que se desatara la pandemia de la COVID-19, ya enfrentábamos un brutal recrudecimiento de la política de bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, dirigida a estrangular totalmente nuestro comercio, el acceso a los combustibles y las divisas.
Con enormes esfuerzos y sacrificios hemos logrado sostener en esas condiciones el sistema de Salud Pública universal, gratuito y de profesionales consagrados y de alta calificación, reconocidos mundialmente a pesar de las groseras y difamatorias campañas de descrédito de poderosos adversarios.
En medio de ese contexto asfixiante de guerra económica, aparecieron las primeras señales de alerta sobre la posibilidad de que la COVID-19 se transformara en pandemia y eso elevó la magnitud de los retos.
Inmediatamente se elaboró un plan de medidas, sustentadas en nuestras fuerzas fundamentales: un Estado organizado, responsable de velar por la salud de sus ciudadanos y una sociedad con elevado grado de participación en la adopción de decisiones y en la solución de sus problemas.
La obra de años dedicando recursos a desarrollar y fortalecer la salud y las ciencias ha sido puesta a prueba y la evolución de la pandemia en Cuba en los dos últimos meses está demostrando cuánto pueden impactar las políticas de inversión social en el enfrentamiento a los mayores y más inesperados desafíos.
A pesar de las inmensas restricciones que nos impone el prolongado bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos, que convierten en un gran reto cotidiano el mantenimiento del sistema de salud pública y, en particular, el enfrentamiento a esta pandemia, hemos garantizado el derecho a la salud del pueblo cubano, con la participación de toda la sociedad.
El desarrollo científico nos ha permitido el tratamiento exitoso de disímiles enfermedades transmisibles, tanto en el país como en otras naciones. En esta ocasión, la industria farmacéutica ha intensificado la producción de medicamentos de probada eficacia en la prevención y enfrentamiento a la COVID-19, que hemos compartido con otros países.
En respuesta a solicitudes recibidas, 25 nuevas brigadas de profesionales cubanos de la salud se han incorporado en el último mes a los esfuerzos de 23 países para combatir la pandemia, sumándose a las que ya prestaban servicios en 59 Estados, muchos de ellos miembros del Movimiento de Países No Alineados.
Cuba no abandonará su vocación solidaria, aunque el gobierno de los Estados Unidos, por razones políticas, continúe atacando y obstaculice la cooperación internacional que nuestro país brinda, lo que pone en riesgo el acceso de decenas de millones de personas a los servicios de salud.
Excelencias:
Es nuestra responsabilidad aunar voluntades y esfuerzos para enfrentar este inmenso reto.
Impulsemos la cooperación y la solidaridad internacionales. El empeño de todos será decisivo
Hagámoslo por el derecho a la salud, la paz y el desarrollo de nuestros pueblos, con estricto apego a los principios fundacionales del Movimiento.
¡Hagámoslo por la vida!
Muchas gracias