En el inventario de viajes de Jorge Luis Quiñones Aguilar figuran destinos complejos como Paquistán, Haití y Sierra Leona. En los dos primeros estuvo para ayudar a limpiar los “escombros de dolor” que dejaron los tristemente célebres terremotos de los años 2005 y 2010, respectivamente. Mientras que en el continente africano se dedicó a arrebatarle muertos al ébola.
Con ese tremendo currículo profesional y humano no es de extrañar que el médico holguinero se encuentre ahora en uno de los escenarios sanitarios más difíciles que puede tener la humanidad: Italia. Hacia esa tierra europea, uno de los países más afectados por la COVID-19, el especialista en II Grado en Medicina General Integral se dirigió sin pestañar, con la disposición y la confianza de los soldados curtidos en la guerra.
Al llegar el 22 de marzo a la localidad de Crema, en la región de Lombardía, la Italia que lo recibió no fue la radiante de la Torre de Pisa, del Coliseo Romano o de la Fontana di Trevi. Fue, desgraciadamente, una Italia ojerosa, invadida por la enfermedad y la muerte. Y así lo hace constar en sus palabras: “Fue terrible llegar a una ciudad tan hermosa y encontrar una desolación total, salvo por las sirenas y luces de las ambulancias. Eso nos dio mucha tristeza y en parte anunció lo que viviríamos acá”.
Y aunque compleja, esa realidad no amilana a quien hoy es uno de los mayores orgullos de Holguín. La práctica de afrontar circunstancias sanitarias en extremo complicadas y, sobre todo, su voluntad de ayudar al prójimo lo mantienen en pie de guerra, desplazando el miedo. Sin embargo, no deja de insistir en que los cubanos tomemos la debida precaución, usemos nasobucos y nos resguardemos en casa.
Para él y los demás miembros de la brigada médica, apostada en un hospital de campaña, significa mucho el agradecimiento vivido y constante del pueblo italiano, que no deja de propinarles cariños a todas horas. También es horcón espiritual el apoyo que desde Cuba les ofrecen sus familiares y el pueblo, que a las nueve de la noche estalla en aplausos que llegan hasta ellos como impulsados por ondas de amor.
Sobre la rutina de trabajo Jorge Luis detalla que laboran “turnos rotativos alternando con los descansos necesarios. Hay turnos de seis horas por el día y 12 horas en la noche. El uso continuo del equipo de protección personal agota. Pero recibir pacientes positivos al coronavirus y ver cómo se van recuperando hasta poder enviarlos a sus casas nos reconforta bastante, y nos hace ver la importancia de lo que estamos haciendo acá”.
Como Jorge Luis es de las personas que encuentra su felicidad proporcionándole bienestar al prójimo, no dudó ni un segundo cuando, mientras se encontraba en La Habana en un curso de capacitación, mencionaron su nombre entre los seleccionados para combatir al nuevo coronavirus.
Señala que “tuvieron en cuenta la experiencia del ébola. Estábamos en el teatro y cuando leyeron la lista y escuché mi nombre, mi reacción fue inmediata. ¡Otra vez en la línea de batalla y a poner en alto el nombre de Holguín y de Cuba!
Así, mirando de frente al peligro y sin bajar la guardia está nuestro doctor hace ya más de un mes. Afirma que, “aunque han bajado los casos en Italia, eso nos tiene muy alertas. Pues al irse levantando poco a poco la cuarentena puede haber rebrotes”.
No obstante, al hablar con Jorge Luis mediante el chat de Facebook uno puede comprobar, sin conocerlo, que se está frente a un hombre en extremo optimista y competente, que sabrá lidiar con lo imposible y salir victorioso.