El recién formado Gobierno de coalición ultraderechista pactado luego de tres fallidos intentos de elecciones legislativas entre el primer ministro Benjamín Netanyahu, líder del Partido Likud y el del Partido Azul y Blanco, exgeneral Benny Gantz, que dirigió la guerra en Gaza en el 2014, acaba presentar sus carta credenciales o de naturaleza, al aprobar que el Ejecutivo podrá continuar la colonización y extender la soberanía israelí sobre los asentamientos judíos en los territorios de la ocupada Cisjordania.
La ilegal determinación sionista no es solo un reiterado escarnio a resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, su Asamblea General y al derecho internacional, sino que reafirma la falta total de voluntad política de Tel Aviv a solucionar el grave conflicto israelo-palestino, al que asesta otro golpe mortal.
A su vez, es la confirmación de su total alineamiento con el Acuerdo del Siglo, engendrado por el presidente de Estados Unidos Donald Trump y demás halcones del Pentágono, que representa una seria amenaza para la paz, seguridad y estabilidad del Oriente Medio.
En cuanto a la alianza entre lobos acordada por los cabecillas judíos se prevé que será un paliativo a la crisis institucional interna y un respiro condicional a Netanyahu, al permitirle continuar otros 18 meses en sus funciones de premier, tras lo cual será sustituido por Gantz, quien ahora ejerce provisionalmente la presidencia del Kneset (Parlamento) y ocupa el argo de viceprimer ministro.
Comentaristas y medios de prensa internacionales consideran que “ el estancamiento político derivado de la polarización de la sociedad israelí —entre sectores laicos y religiosos, nacionalistas y partidarios de la paz con los palestinos— se ha disuelto en medio de la grave crisis generada por la pandemia del corona virus, que si bien no ha tenido un gran impacto sanitario en el Estado de Israel, sí ha provocado el desplome de la economía y disparado la tasa de paro hasta el 26% en un país acostumbrado al pleno empleo”.
Estadísticas oficiales establecen que hasta el momento la epidemia del Covid-19 ha causado más de 13 mil 500 infectados y unas 180 muertes..
Sin lugar a dudas, el acuerdo alcanzado entre las fuerzas políticas de Tel Aviv en pugna, generará más riesgos y peligros para la población palestina tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania, muy superiores a los que padecen 6 mil de sus presos políticos, hacinados sin causa alguna en las cárceles israelíes, carentes de protección sanitaria alguna ante el Covid-19, e inmersos en un ilegal limbo jurídico.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmmud Abbas, el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Saeb Erekat, y todas las organizaciones políticas y sociales palestinas han rechazado de inmediato la pretensión sionista de anexarse sus territorios, porque recrudecerán los enfrentamientos y las nefastas consecuencias para lograr negociaciones de paz y la constitución de un Estado Palestino independiente con Jerusalén este como capital y dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967, inicio de la llamada Guerra de los Seis Días.
La continuidad por otro año y medio como Jefe del Estado israelí, posibilita a Netanyahu, proseguir la política de exterminio y la limpieza étnica aplicada contra el pueblo palestino, mientras disfruta de una determinada impunidad en el cargo, pendiente del proceso iniciado por la fiscalia general, que le acusa por delitos de fraude, abuso de poder y soborno durante el período anterior de su Administración.
A tal ambigüedad, se unen las manifestaciones de miles de ciudadanos israelíes en repudió a un nuevo Gobierno de Benjamín Netanyahu, que consideran su gestión nociva al mejoramiento de la economía, a las condiciones de vida populares y la pervivencia en política exterior de un clima de guerra con Siria, Líbano, Iraq e Irán.