Adelantarse a los tiempos en el tratamiento, la vigilancia permanente a cualquier manifestación clínica y el flujo de información son las claves para el éxito del protocolo de atención dispuesto en Cuba ante la COVID-19, afirmó hoy el doctor Ricardo Pereda González, especialista en Medicina Intensiva.
Desde el programa televisivo Mesa Redonda, el también coordinador del Grupo de Expertos del Ministerio de Salud Pública, explicó que la COVID-19 es una enfermedad que no permite perder un solo minuto y que para ello se dispone de un protocolo bien establecido, que ya va por su tercera versión.
La guía de atención, aseguró Pereda González, ha tomado los elementos más importantes recomendados por los organismos internacionales y de las experiencias vistas en otros países con validez científica demostrada, pues se trata de una enfermedad nueva para el mundo.
Entre los elementos más novedosos significados por el experto, destaca el uso en la mayor de las Antillas del plasma de los pacientes recuperados para ponérselo a los que han presentado una evolución no favorable, respetando todas las medidas de cuidado.
De igual forma, para los protocolos se tienen en cuenta las recomendaciones ofrecidas por la ciencia y la experiencia, de ahí que, por ejemplo, se ha decidido usar esteroides en cuanto aparezca un agravamiento del cuadro clínico.
En el tratamiento descrito por el médico también destaca el empleo de los anticuerpos monoclonales, que apoya el efecto antinflamatorio.
Insistió en que siempre se analizan las investigaciones y que se emplea solo lo que tiene fundamento, y que cada medicamento tiene su momento, pues el mismo interferón, cuya validez es reconocida por la Organización Mundial de la Salud, solo puede ser utilizado hasta una etapa específica, luego se remplaza con otro fármaco para evitar que tenga un efecto adverso.
El especialista en Medicina Intensiva dijo que en la atención se han incorporado tratamientos como la ventilación mecánica boca abajo, y que elementos importantes en el protocolo son el empleo de los antivirales y los antibióticos en un momento determinado.
No obstante, recordó que todos los tratamientos no pueden ser iguales, y que hay que definir en qué momento usar cada uno.
Refirió que para la atención de los pacientes se han dispuesto equipos de expertos que trabajan durante 24 horas, que cada caso se discute de manera colectiva y que se trata de adoptar la mejor decisión -por lo general, tomada en muy poco tiempo- para garantizar la vida del paciente.
En la atención al paciente con riesgo no se descuida ningún detalle, se cumple con la adecuada alimentación, se sigue minuto a minuto y se actúa en consecuencia ante cualquier manifestación; es la inmediatez la que garantiza los buenos resultados, precisó.
Recordó para hacer frente a la COVID-19 se creó una comisión de expertos a nivel nacional, donde se manejan informaciones que llegan hasta las provincias y se intercambia todo el tiempo con el personal que actúa en la primera línea de combate, entiendo la importancia de los flujos de conocimientos como arma vital ante la pandemia.
Además, señaló que la prevención es una piedra angular en los resultados, y que se han ido incorporando niveles de vigilancia cada vez más estrecha, frente a una enfermedad que precisa del conocimiento, de compartir, de reafirmar cuestiones propuestas y de cumplir todas las medidas requeridas.
Mayoría de población pediátrica cubana con COVID-19 es asintomática
Más del 70 por ciento de los pacientes pediátricos positivos a la COVID-19 en Cuba desarrollan la enfermedad de manera asintomática, lo que llama la atención sobre la necesidad de cuidarlos porque si bien no son muy afectados inciden mucho en la propagación de la enfermedad, dijo hoy la doctora Lisset López Gonzáles, Jefa del Grupo Nacional de Pediatría.
Hasta ayer se han diagnosticado con la enfermedad 124 pacientes en la edad pediátrica (hasta los 18 años), lo que representa solo 0,04 por ciento del total de la población en este rango de edad en el país (más de dos millones 400 mil personas), pero al mismo tiempo significa el 11 por ciento del total de enfermos de COVID-19 en Cuba (mil 087), dijo López González.
La especialista significó que si bien los niños y adolescentes no tienen tanta afectación biológica, sí son impactados socialmente porque no van a las escuelas, no pueden salir a socializar y además conviven con personas que son vulnerables y a las cuales pueden transmitirles el SARS CoV2.
López González señaló que en el caso cubano los niños pequeños no se enferman, ni los pacientes de riesgo, pero los adolescentes sí y la familia tiene la responsabilidad de cumplir con lo que está establecido respecto al aislamiento social y las medidas de higiene.
Aclaró que aunque en el país la letalidad es ínfima, para la familia que le ponga nombre a ese número representa mucho y es muy triste, y que en el caso de Cuba cinco pacientes han tenido que recibir oxígeno-terapia y un ventilación mecánica, esta ultima una niña de nueve meses que actualmente evoluciona dentro de la gravedad.
Agregó que la experiencia cubana incorpora a los protocolos la inserción de intensivistas en equipos de trabajo desde tiempos muy tempranos lo que ha dado resultado favorable puesto que el 10 por ciento de los pacientes ha tenido neumonía y la evaluación precoz ha permitido que ninguno haya tenido que pasar a la fase superior de gravedad.
Explicó que las manifestaciones clínicas de la COVID-19 en los pacientes en edad pediátrica en Cuba han sido muy floridas desde las comunes tos y fiebre hasta otitis media, cuadros de diarrea, rash e incluso un cuadro neurológico inespecífico.
Agregó que ante esa realidad se establecido una estrategia para los servicios pediátricos, desde el primer nivel de atención para clasificar a los pacientes para minimizar la subjetividad en la clínica y clasificar tempranamente a los posibles sospechosos.
La Jefa del Grupo Nacional de Pediatría aclaró que respecto a los esquemas de vacunación continúan porque hay que seguir protegiendo a la población pediátrica de otras infecciones, solo se pospone la segunda etapa de la campaña de la antipolio.
Llamó a la población a confiar en las fortalezas del sistema de salud cubano que puede hacer su propia historia en el tratamiento de esta enfermedad, concluyó la especialista.
En el IPK se batalla porque desde la primera semana los pacientes venzan la COVID-19
En el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, epicentro del país en el tratamiento de pacientes con la COVID-19, se batalla a diario por que la inmensa mayoría mejore en la primera de las dos etapas de la enfermedad, pese a que allí muchos ingresan con fuertes factores de riesgo, aseguró hoy el Doctor en Ciencias Daniel González Rubio, especialista de Medicina Interna del IPK.
Al intervenir en la Mesa Redonda Informativa, que una vez más destacó el papel de la salud y la ciencia cubanas en el combate contra la epidemia, el doctor González Rubio señaló que su personal lucha por evitar que los pacientes lleguen a un estado crítico en medio de la gravedad, para lo cual se aplica el protocolo establecido.
Todos los días aparecen estudios sobre diferentes aspectos de la enfermedad y tenemos la obligación de analizarlos, pero con mesura y con la evidencia científica que los avala, dijo además de abundar que siempre que se habla de la COVID-19 se mencionan los casos asintomáticos, aquellos individuos que
sin manifestar algún síntoma pueden trasmitirla a otras personas.
Señaló que la enfermedad se puede sintetizar en dos etapas, en la primera de las cuales queda la mayoría de los contagiados, y en esa semana la infección respiratoria alta va acompañada de fiebre, pero a diferencia de otras patologías como la influenza no resulta tan aparatosa y el virus es algo más seco.
González Rubio subrayó que un 15 o 20% pueden desarrollar la segunda etapa, en la que la infección alcanza los pulmones, se produce la neumonía viral y el paciente presenta una infección bacteriana, lo cual puede conducir a la insuficiencia respiratoria aguda; por tanto, lo ideal es que no se llegue a la segunda etapa.
El experto puntualizó que el protocolo de actuación en esa prestigiosa institución, como en toda Cuba, está sustentado en la experiencia internacional pero también en la de nuestros médicos y científicos.
Precisó que el protocolo cubano incluye tres de los cuatro medicamentos que se emplean a nivel mundial, el cuarto aún no es seguro su uso en seres humanos, aclaró, para explicar que aquel se aplica de acuerdo con la clasificación del enfermo, es decir, si es asintomático, sospechoso o caso confirmado.
Manifestó que esta triada se trata con tres medicamentos que tienen efectos antivirales: el lopinavir, el interferón (muy demandado a nivel mundial) y la cloroquina, que se utilizada por su efecto inmunomodulador.
El especialista informó que pese a que un gran número de personas han ingresado en el hospital del IPK con fuertes factores de riesgo no han llegado siquiera a la categoría de graves gracias a la precocidad de nuestro protocolo, pues nos hemos adelantado al virus identificando a los pacientes; y el tratamiento es colegiado, ningún caso lo trata un solo médico, acotó.
Dijo que el combate contra la COVID-19 devino un reto sin precedentes en el Instituto Pedro Kourí, donde se trabaja sin descanso aunque también han tenido que tocar varias puertas, pedir apoyo a otros centros asistenciales e instituciones y la interrelación ha sido positiva.
El experto destacó la actitud solidaria de campesinos y cooperativistas que han hecho donaciones de alimentos, y el altruismo de las llamadas tripulaciones, grupos de trabajo en los que se han organizado médicos, especialistas, técnicos y personal de servicios, quienes a la hora de ser relevados para su merecido descanso han solicitado continuar trabajando.
Son historias bellas que se están escribiendo además de la ciencia que estamos haciendo, y esto va a quedar más allá después que ganemos esta guerra, porque la vamos a ganar, concluyó el Doctor en Ciencias Daniel González Rubio.