Para la joven espirituana Meidy Arias Martínez, el aplauso de las nueve de la noche representa un calmante ante tantas incertidumbres y el más eficaz para conciliar el sueño ya en la madrugada. Es el abrazo que la arropa en su aislamiento domiciliario. Durante esos minutos, se siente más ligera y se despoja de ese miedo que la acompaña desde el pasado 24 de marzo cuando fue ingresada en el Hospital Faustino Pérez de Sancti Spíritus como sospechosa a la COVID-19 y confirmada como positiva tres días después.
Ya de alta hospitalaria, pero aún cumpliendo el período de cuarentena en su casa, camina por los techos de tres viviendas colindantes para vivir de cerquita el acompañamiento de su barrio. “Me parece que no hay un lugar en el país donde la hora del aplauso se haga más lindo que aquí. Ponen una sirena y todo el mundo sale a aplaudir. Yo cruzo la reja del portal y paso por encima de tres azoteas y para mirar. Algunas noches me gritan: un aplauso para la guerrera del barrio, para la sobreviviente. Eso me llena de energía”, expresa -aún con la voz pesarosa- la joven de 29 años.
Para ella el cariño de sus vecinos de la barriada de Colón en la zona sur de la ciudad de Sancti Spíritus, ya fue inmenso, pues atendieron sobremanera a su hija de seis años y a su hermana de 18, quien la cuidaba cuando el resto de la familia permanecía en un centro de aislamiento.
Desde la altura de una azotea, también Meidy choca las palmas de las manos por todos ellos, y por el personal de salud y de apoyo, que propició de regreso a casa. Por todo aquel que la auscultó, le tomó la presión, le indicó el tratamiento, le puso la inyección o le alcanzó la comida. Pero sobre todo, va dirigido al enfermero Rubén, del Hospital Militar Manuel Piti Fajardo de Santa Clara.
“Tal vez yo haya sido una paciente más y él no recuerda mi nombre, pero su trato me cambió la vida. Al conocer el diagnóstico, temí por la niña, dormíamos en la misma cama; por mi mamá recién operada y por mis compañeros de trabajo. Los primeros días en el hospital fueron traumáticos. Había muchos enfermos y algunos tosían muy fuerte. Me puse unos audífonos y escuchaba música bastante alta pero la tos sobrepasaba el volumen. Lo peor fue experimentar que pudieran tener miedo de mí. Pero el enfermero Rubén me hizo ver la enfermedad desde otro punto de vista. Desde la distancia y tomando sus medidas, ofrecía explicaciones y nos daba ánimo a todos”, expresa la joven.
Meidy aún no encuentra una explicación certera para su fuente de contagio, por lo que recomienda extremar los cuidados. “Comencé con dolor de garganta. Trabajo en la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro y algunos de mis compañeros son familiares de Omar, un muchacho de La Sierpe que ya había sido confirmado. Por eso acudí al médico, pero nunca imaginé que el resultado fuese positivo”, rememora.
“Espero que todo vuelva a la normalidad pronto. Ansío darle un beso a mi niña, cargarla, dormir con ella. Extraño levantarme temprano e irme para la parada donde espero la guagua para ir a trabajar. Aunque antes protestaba por madrugar, hoy añoro estar en esa esquina”, asegura, Meidy quien tiene planes que la COVID- 19 le obligó posponer, pero muchos otros que la motivó a emprender.