La geografía y el paisaje de Turín, ciudad capital de Piamonte en el norte de Italia, ubicada en la planicie de una colina delimitada por varios ríos, impactó al doctor Miguel Acebo Rodríguez, neumólogo villaclareño, quien forma parte de la brigada Henry Reeve que arribó a ese país europeo, azotado de manera brutal por la pandemia, para combatir la Covid-19.
Para Miguelito, el neumólogo, Los Alpes se alzaron ante su vista como mundo desconocido, los paseos arbolados, las plazas, los edificios barrocos y antiguos cafés cerrados de la ciudad, que fue antiguo centro Celta, por insólitos y originales, han despertado un interés particular en el especialista, a pesar de que él conoce otros parajes más allá de los cubanos, porque prestó colaboración durante varios años en la República Bolivariana de Venezuela como Médico General Integral.
“Pero, lo que más me conmovió fue el recibimiento, la esperanza que transmitimos, la confianza que tienen en nosotros, el afecto y el respeto que nos prodigan. Somos muy bien valorados, eso es muy reconfortante. También las muestras de admiración que nos transmiten desde las redes sociales por parte de los cubanos y muchos otros en el mundo, alientan sobre manera”, afirmó.
“Turín está desierto, nadie se ve en las calles. La población se ha disciplinado, eso es muy favorable para combatir esta enfermedad en las condicione actuales. Según han explicado los colegas italianos en estos momentos la situación epidemiológica se considera de estabilidad crítica”, precisó.
Está tan cerca de la muerte que asusta su ecuanimidad. Con admiración lo escucho y veo gracias a las nuevas tecnologías. Su rostro sigue siendo noble y cándido. Su voz pausada y cálida.
Durante la conversación, recordamos aquellos días en que estudiaba en la Escuela Vocacional Ernesto Guevara. No recuerda mi santo y seña, me llama por mi apodo, lo hace con reservas, hasta que le digo que siga hablando con soltura. Creo que conversar con una amiga cubana que lo vio crecer lo puso eufórico, porque por naturaleza es mesurado, tranquilo, centrado y lo sentí muy animado.
En Turín son las 7.00 de la noche, en Cuba la 1.00 de la tarde de este sábado y confesó entonces: “Todos en la brigada nos hemos ido adaptando al clima, al cambio de horario, vamos saltando la barrera del idioma, estamos ansiosos por atender pacientes”, reconoció y en sus palabras era evidente el apremio por auscultar, sanar, salvar vidas…
Con orgullo expresó: “El hospital está listo, acabamos de inaugurarlo. Tiene muy buenas condiciones. Mañana recibiremos los primeros ocho casos, con el transcurso de los días irán aumentando, compartiremos el servicio con médicos y enfermeros italianos en grupos de ocho horas de trabajo”, aseguró.
“La estructura hospitalaria fue adaptada en un edificio ancho, un gran local al que se le crearon condiciones, con equipamiento moderno, oxigeno, excelentes camas. Los cubanos participamos en este proceso que realizó la gobernatura de la ciudad”, afirmó.
“Hasta nosotros llegarán pacientes remitidos desde otros centros de salud de la ciudad; estamos preparados para hacer todo lo que sea necesario. Enfrentaremos esta pandemia con inteligencia, con mucha coherencia, aplicando todos los conocimientos y la etica médica cubana que tiene como base salvar al hombre .Tenemos la seguridad que haremos quedar bien a nuestro país. Salvaremos vidas, ayudaremos al pueblo italiano.”
“Extraño a Cuba, a mis compañeros del hospital Arnaldo Milián, de Santa Clara, a mis padres, a mi esposa, aunque mantengo comunicación diaria con ellos; me estimula mucho saber que están orgullosos de mí. Lo que más me estremece es Paola, mi niña de cuatro años de la que nunca me he separado; por precaución ni la besé ni abracé antes de salir, pero la tengo a mi lado en una foto junto a mi cama, dándome aliento con sus ojos vivos, eso me alienta, me anima…”
El doctor Miguel Acebo Rodriguez, especialista en primer grado en Neumología, es tan sencillo y natural que no considera inmensa su decisión de asistir al pueblo italiano. “No pienso que hago historia ni busco honores, es mi deber salvar vidas en Cuba o en cualquier otro lugar, me todo aquí en Turín, Italia, es verdad que es un lugar difícil y una enfermedad desconocida, hacerlo bien es lo más importante”, concluyó. Solo le digo, gracias y no puedo sustraerme de repetir la palabra que más pronuncio por estos días: ¡Cuídense!